El Gobierno británico ya está trabajando en el escenario legal que se abrirá una vez que la salida de la Unión Europea sea un hecho. Una de las cuestiones más polémicas será previsiblemente la exigencia de un un permiso para poder trabajar en Reino Unido a los trabajadores procedentes de la UE, según apuntó ayer la ministra del Interior, Amber Rudd.

Aunque el Gobierno aún no ha tomado ninguna decisión concreta en esta materia, se trata de una opción que se está considerando, aseguró. "En estos momentos no descartamos nada", manifestó la titular de Interior.

Al mismo tiempo, los británicos necesitarán probablemente en el futuro un visado para entrar en la UE, algo que si bien no se desea, es posible, dijo en una entrevista con la BBC. "Si abandonamos la Unión Europea, tendremos el control total sobre quién entra en Reino Unido y quién no", dijo Rudd. Uno de los objetivos del Gobierno estriba precisamente en limitar firmemente la migración al país.

El asunto de la emigración fue uno de los que centraron la campaña electoral del referéndum del 23 de junio en el que la mayoría de los británicos optaron por el Brexit.

La nueva primera ministra británica, Theresa May, no quiere sin embargo comenzar las negociaciones oficiales de salida de la Unión Europea hasta el próximo año, en las que se aclararán cuestiones como el acceso al mercado laboral interno o la migración.