La Línea hizo ayer eternos a dos de sus máximos exponentes en el mundo del flamenco y que llevaron el nombre de la ciudad allá por donde fueron. Uno, Juan Mesa, que hizo de la guitarra su vida y que dejó para siempre el legado de su cuadra, un lugar donde vivió, pensó y enseñó el arte del flamenco a otros linenses; el otro, Juanito Maravillas, un cordobés de Villavicisa que se enamoró en La Línea y que desde entonces llevó a su pueblo adoptivo en el corazón y de él contó sus encantos. Desde ayer son Hijo Predilecto e Hijo Adoptivo de la ciudad como lo acreditan los diplomas que recibieron sus respectivos familiares: Juan García, hijo de Juanito Maravillas; y Carmen Blanco, prima de Juan Mesa.

El pleno dio su respaldo unánime a estos dos nombramientos a título póstumo debido a los méritos atesorados tanto a nivel personal como a nivel profesional, teniendo en cuenta sobre todo el "enorme cariño" que ambos tenían por La Línea.

La alcaldesa, Gemma Araujo, destacó los méritos atesorados por ambos para hacerse merecedores de estas distinciones. "Saldamos una deuda con dos personas que mostraron singularidades especiales. Fueron sobradamente conocidos por sus méritos profesionales, pero en lo humano supieron llevar La Línea en sus corazones donde estuvieron. Este es un doble homenaje a dos pesos pesados del flamenco, no debemos olvidar que esta ciudad vive este arte como pocas", indicó la regidora, que resaltó el importante papel de la Peña Flamenca Cultural Linense en estas distinciones. "Han sido impulsadas por la Peña Flamenca en un claro ejemplo de que todos somos ciudad y nos debemos a nuestro pasado".

Augusto García Flores fue el encargado de glosar la figura de los dos homenajeados con sendas emotivas semblanzas, llenas de sentimiento y reconocimiento tanto a Juanito Maravillas como a Juan Mesa.

García Flores comenzó con Juan García Alcaide, Juanito Maravillas. "Se curtió con los mejores cantaores. Tenía una voz característica . El arte flamenco lo trajo a La Línea y aquí conoció a Teresa, con la que afirmó los comienzos de una familia y, junto a su arte, permaneció en La Línea, una ciudad que brillaba con la luez que la diferenciaba, una Línea distinta y arrebatadora, el mejor sitio para vivir. Entre dos mares y a la sombra del Peñón encontró en La Línea su lugar y su destino. Fue un linense que vivía el flamenco, un arte andaluz que primaba sobre todas las cosas. Vino a ser linense", destacó Augusto García, que leyó un poema del paisano de Juanito Maravillas José Vargas que levantó al público.

Sobre Juan Mesa el encargado de glosar su figura destacó su cuadra, ese "lugar sagrado" en el que el guitarrista "pensaba, fundía y bruñía los resortes de la musicalidad andaluza". "Allí Juan vivía La Línea. Fue un linense ejemplar por su dedicación y su dilatada labor de docencia musical. Fue un profesor muy querido por sus discípulos y por los artistas que lo conocieron. Tenía grandes dotes de embajador. En una gira por Marruecos, en un artículo del periódico España de Tánger que hacía referencia a esta gira, en su titular podía leerse Andaluces de La Línea. Le llenó más de orgullo este titular que todos los éxitos y aplausos que había cosechado en su carrera. Siempre estuvo con La Línea, en sus conciertos ponía bien alto el pabellón de su pueblo, al que tanto quiso y tanto le quiere a él", detalló García Flores, que hizo hincapié en su labor como docente de la guitarra flamenca, en su linensismo y en el legado que ha dejado con la cuadra, un museo del arte flamenco, por la que hoy en día la Peña Flamenca.

El emotivo acto de reconocimiento, que reunió a familiares, amigos y admiradores de estos dos grandes flamencos, fue cerrado con un par de interpretaciones de los alumnos de la Escuela de Guitarra, que siguen los pasos de dos figuras que desde ayer, aún más si cabe, están en el libro de oro de La Línea.