el drama de la inmigración A medida que se acerca el invierno se multiplican los intentos

Tensa espera en el Gurugú

  • Unos doscientos jóvenes subsaharianos aguardan en las montañas de Marruecos para volver a probar suerte en su intento de saltar la alambrada y llegar a Melilla

En la actualidad 19 millones de personas esperan en sus países emigrar a otros lugares del mundo según datos de la OCDE. En el monte Gurugú, en la provincia de Nador (Marruecos), unas 200 personas de origen subsaharianos quieren saltar a Europa, según datos de los propios inmigrantes, un millar según la delegación del Gobierno en Melilla.

Estos chicos, que viven en campamentos fabricados con plásticos y basura, sobreviven gracias a la caridad de los vecinos y se alimentan de hojas y monos de barbería, especie similar a los de Gibraltar. Su objetivo es claro, "saltar a Melilla". Desde el monte Gurugú visualizan constantemente el enclave español y vigilan los movimientos de las autoridades, tanto españolas como marroquíes. Ayer, las fuerzas de seguridad marroquíes lograron rechazar dos intentos de saltar la valla, el primero por la mañana y un segundo por la tarde.

La mayoría apenas supera los 20 años y vienen de diferentes nacionalidades. Actualmente están dispersos por el monte, pero el frío les volverá a agrupar para intentar cruzar la alambrada con el sueño de llegar a Europa. Las autoridades españolas aseguran que lo intentarán de nuevo y los chicos subsaharianos del Gurugú lo confirman.

Kiri tiene 19 años y viene del Chad, país donde perdió a sus padres y del que decidió partir en busca de su sueño de trabajar de peluquero en Europa. El joven chadiano saltó la valla el pasado martes, y asegura ser un afortunado por llegar a Melilla donde ahora está acogido en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI).

"Llevo un mes y medio de viaje. He pasado por Libia, Argelia y Marruecos y tan sólo he pagado unos 300 euros a diferencia de muchos de mis compañeros que han pagado hasta 1.500" comenta el joven, que denuncia las malas condiciones que sufren los migrantes en el monte Gurugú, donde regresaron muchos de sus compañeros subsaharianos que fracasaron en su salto a Melilla.

Touré vive en el frío monte de pinos junto a compañeros de Camerún, apenas baja a la ciudad salvo para buscar algo de comida, tiene miedo de que la Policía marroquí pueda detenerle y enviarle a la frontera con Argelia.

Tiene 26 años y atravesó África desde Camerún hasta Oujda (Marruecos), pasando por Nigeria, Níger y Argelia. Ahora se asienta en el Gurugú esperando su oportunidad para saltar los seis metros que le separan de España. "En el Gurugú tengo la opción de ir a España, y ese es mi objetivo. Le pido a Dios por ello", dice Touré en los alrededores de Nador.

Él no saltó el martes, pero afirma que recomendó a sus compañeros que era el momento aunque fuese a plena luz del día. Touré ha saltado la valla cuatro veces, pero la última vez asegura que le rompieron las dos rodillas y un brazo a causa de los palos de los policías marroquíes.

El camerunés fue trasladado a Oujda, desde donde regresó a pie para volver a intentarlo. "Vamos a saltar, no tenemos dinero ni otra vía", añade desesperado. Y es que saltar la valla es gratis a diferencia de las pateras, donde este joven entregó unos mil euros para llegar en barco y fue estafado por una mafia. Touré denuncia la brutalidad de la gendarmería marroquí hacia los emigrantes subsaharianos pero lanza una pregunta, "¿Por qué cuando entramos a Melilla la Guardia Civil nos expulsa a Marruecos?", y es que según asegura este joven en las cuatro ocasiones que saltó la alambrada de Melilla lo consiguió pero la Benemérita lo devolvió de inmediato, información que corroboran también también las asociaciones pro derechos humanos.

"Paso el día en el bosque junto a otros compañeros cameruneses", esperando a volver a saltar la valla, "controlamos desde el monte la frontera y cuando vemos que están distraídos saltamos", añade Touré que saltará en las próximas semanas la alambrada porque asegura que no soportará las bajas temperaturas del invierno en el monte.

Además, no le importa quedarse en Melilla aún sabiendo que una vez dentro de la ciudad autónoma no es fácil llegar a la península. "Al menos tendremos una cama, ropa y comida", añade Touré que sueña con abandonar el Gurugú, donde centenares de subsaharianos viven en una situación de pobreza y desesperación esperando su momento para llegar a Europa.

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