Emilio Gutiérrez Caba. Actor

"Todavía se considera que lo nuestro no es un trabajo"

  • Es uno de los grandes nombres de la escena española, quizá injustamente solapado por sus hermanas, su madre o su tía. A ellas ha consagrado una investigación que sigue pendiente de ver la luz en forma de libro.

Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942) es uno de los grandes nombres (de verdad) de la escena española, referente masculino en la familia con mayor abolengo del teatro nacional, quizá injustamente solapado por sus hermanas, su madre o su tía. A ellas ha consagrado una investigación que sigue pendiente de ver la luz en forma de libro. Es la gratitud al matriarcado de un intelectual discreto y señor de clase única. El Festival de Islantilla (Huelva) le entrega hoy el premio Luis Ciges en reconocimiento a su excepcional carrera.

-El Festival de Islantilla le dedica un homenaje. ¿Momento de hacer balance? 

-No lo sé. Haría un balance pero provisional. Como decía, creo, Edipo, hasta el último suspiro que un hombre no diga que ha sido feliz. Porque uno sigue en activo y no es que haya terminado su vida sino que continúa avanzando.

 

-El año pasado en Mérida, como César real se enfrentó al César de la eternidad.

 

-Fue un curioso contrapunto que hizo Emilio Hernández de la historia de César y Cleopatra, de Bernard Shaw, combinado con partes de Julio César, de Shakespeare.Tenía momentos muy interesantes, con similitudes entre el pasado y el presente, en su mirada hacia atrás.

 

-Ahora cumple 54 años de trayectoria profesional.

 

-He pasado de los 50 y no me han dado la Medalla de Oro del Trabajo. Todavía consideran que lo nuestro no es un trabajo, que es una distracción; como el periodismo, que si a uno le gusta escribir no es un trabajo. Parece que la actividad creativa no es un trabajo, que para eso lo pasamos muy bien y perdemos muchas horas en eso.

 

-Rafael Barret quería pagarle a su sastre con sus escritos, que consideraba tan valiosos como los trajes.

 

-Esto se lo he propuesto a los inspectores de Hacienda. La deuda tributaria la puedo pagar durante todo un año con 20 minutos diarios recitando todo el poemario español. Porque lo que hago también tiene una retribución. Pero parece que no les gusta mucho la idea, prefieren dinero metálico. [Risas]

 

-¿Pesa ser la cuarta generación de una saga de seis?

 

-No excesivamente porque uno no es responsable de lo que han hecho los demás, sólo es responsable del momento que vive.

 

-Su familia es en la escena española como la aristocracia que se atribuyó a los Kennedy. Ellos con una historia más trágica.

 

-También la nuestra es una historia trágica, aunque no tanto como la suya. Es una historia de sobrevivir a lo largo de vicisitudes y de arbitrariedades durante 170 años, que no está nada mal.

 

-Porque la historia de los comediantes es más trágica que cómica, realmente.

 

-Al menos en España. En otros países civilizados, como Inglaterra, Suecia, Alemania o Francia, tienen otro tipo de proyección. A nosotros nos odian como oficio. En el fondo la gente nos aprecia, pero nos valora un poco como de festejos. Somos como los festejantes. En parte sí pero también somos más cosas. O debemos serlo.

 

-¿Cómo lleva el libro sobre las mujeres de la familia? 

 

-El libro está escrito pero los editores dicen que es muy caro de editar porque tiene muchas fotografías. Claro, es que lo que tiene gracia, precisamente, son esas fotografías privadas de la familia. En alguna medida ese libro tendría que salir pero no sale. 


-Y eso que le ha dedicado muchos años.

 

-Le dediqué bastante tiempo. De la familia siempre estoy buscando datos y analizando cosas. Y eso me ha llevado también a investigar otros caminos del teatro. Este libro lo escribí porque era una especie de homenaje a las mujeres de la familia. Pero no pasa nada. Lo he escrito porque me apetecía mucho hacerlo.

 

-"Haz tu trabajo lo mejor que puedas y sé lo más honesto posible", le decían en casa de joven.

 

-Siempre que se han podido hacer las cosas lo mejor posible se ha intentado. Hay que tener la voluntad de hacerlas así. Otra cosa es que salgan. Por lo menos existe ese espíritu de que las cosas sean como deben ser, que al menos es un principio de buena voluntad.

 

-¿Más vale ser actor reconocido que estrella?

 

-Estrellas hay algunas en nuestro país, y muy sólidas. Pero el actor europeo no es igual que el americano, que fue un poco fabricado por Hollywood en algunos casos. El europeo es distinto, y es como Javier Bardem o Imanol Arias, que están muy formados actoral y humanamente. Con ellos se puede hablar de muchas cosas.

 

-Pero también fue estrella de masas doblando a Julio Iglesias y Raphael. 

 

-En aquella época era una costumbre doblarles y paradójicamente yo lo hacía a toreros, a Raphael, a Julio Iglesias, a Mike Kennedy de Los Bravos. Toda era gente que no se dedicaba al cine. Lo que no quise nunca fue doblar a actores españoles, porque si no sabían hablar no debían ser actores.

 

-Se dice que el teatro engrandece y la televisión da de comer.

 

-El teatro continúa engrandeciendo. Cuando yo empecé hacíamos 28 representaciones en dos semanas, y ahora para hacerlas a lo mejor te tienes que tirar cinco meses. Pero sigue siendo un arte grande y lo será siempre porque es un arte de comunicación, una creación irrepetible. Con la televisión ganas dinero; o ganabas, porque últimamente han abaratado los costes y pagan menos. Y llegará un momento en el que no paguen nada porque también se supone que, como en el periodismo, a veces hay que hacer las cosas gratis.

 

-¿Qué le parece que en el debate televisivo previo a las elecciones dedicaran 40 segundos a la cultura?

 

-Eso dice mucho de lo que pasa en la sociedad española. A los candidatos les encanta ir al fútbol, cosa que me parece razonable, pero de vez en cuando les vendría bien ir a un concierto o al teatro. A los políticos y a la monarquía. La cultura es la base de todo. Si la cultura del país cambiara, cambiaría el país entero. Lo que pasa es que no la van a cambiar ni lo quieren hacer. Es un país muy duro éste.

 

-Decía hace unos años que estaba desencantado de la política.

 

-Ya no estoy desencantado, ahora estoy enfadado. Me parecen unos grandes irresponsables. La sociedad española necesita un auténtico revulsivo y cambiar las cosas de verdad, en profundidad. 

 

-¿La cultura podría ser el camino ante la crisis de la educación?

 

-La educación y, sobre todo, el protocolo de comportamiento que se ha perdido. Eso forma parte de la cultura. Y si esa cultura se llevase adelante, seguramente nos ahorraríamos muchas cosas. Si sólo se habla de economía, de empleo, de formación de la gente para trabajar y no para ser seres humanos, tendremos unos grandes servidores de tonterías, pero no un gran país.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios