Fernando Alberca. Profesor y escritor

"Aprender a ser felices se educa, pero no lo estamos haciendo"

  • Su último libro 'Tú también puedes ser Einstein... y comerte el mundo' es un auténtico manual de entrenamiento personal para ejercitar nuestro talento y nuestra creatividad.

Fernando Alberca de Castro (Córdoba, 1966) ha escrito en su ya extensa obra sobre educación, éxito, adolescencia, relaciones amorosas, ortografía, paternidad... Su último libro Tú también puedes ser Einstein... y comerte el mundo, editorial Planeta, supone un auténtico manual de entrenamiento personal para ejercitar nuestro talento y nuestra creatividad.

-Hace tiempo nos dijo que cualquier niño podía y hoy se atreve a decir que todos podemos. ¿Es la autoestima el motor del éxito?

-Sí, y también de mucho fracaso. Es la base de la pizza para que luego cada uno ponga los ingredientes que quiere en su vida, pero evidentemente necesitamos autoestima para apoyarnos en los grandes recursos que tenemos, que siempre son muchos más que los que conocemos.

-¿El éxito es una cuestión mucho más de voluntad que de capacidad?

-No sólo voluntad. De hecho hay un tendencia a creer que todo es querer, el voluntarismo, creer que con desear las cosas ya se van a cumplir, y no es así. Hace falta también método, hace falta también saber qué pasos tenemos que dar.

-¿A la ecuación se le suma el autoconocimiento?

-Exacto. Es mezclar lo que somos, que muchas veces nos lo enseñan los que están alrededor. La motivación interna no existe, la motivación es siempre externa, incluso cuando hacemos las cosas porque nos sentimos mejor, eso es porque alguien nos lo ha enseñado cuando éramos pequeños.

-Entonces el éxito tiene también un gran componente social.

-Nosotros siempre necesitamos a otro. La felicidad consiste en la sensación de la mezcla de dos sensaciones, por un lado sentirse más querido de lo que cree que uno merece (por tanto implica la existencia de otro), y por otro estar queriendo más de lo que uno creía que podía. La felicidad siempre tiene como referencia a otro, el concepto que nosotros tenemos de nosotros mismos depende de otro.

-"Los bebés son como esponjas". ¿Es un mito? ¿Somos igual de inteligentes que cuando nacemos?

-No, mucho más inteligentes que cuando nacemos. Cuando se dice que los bebés son esponjas quiere decir que los bebés tienen menos prejuicios que los adultos para aprender, pero aprenden más torpemente que los adultos. El ser humano se hace inteligente conforme va aprendiendo. No se aprende porque seamos listos. Somos listos porque vamos aprendiendo.

-¿Tenemos menos entusiasmo por aprender?

-A más edad podemos aprender cosas más importantes, lo que pasa es que tenemos más prejuicios, más cansancio, más inseguridad, menos destrezas en algunas cuestiones, porque el fracaso nos ha hecho coger miedo a algunas operaciones. Parecemos más torpes, pero es sólo una apariencia, somos más listos.

-Pero los adultos somos mucho menos creativos.

-La escuela mata la creatividad. Nuestra cultura está volcada hacia el hemisferio izquierdo que es el de la razón, el análisis, la lógica. Es lo que le potencia la escuela, la creatividad se soporta, pero no se fomenta. Si uno se pone creativo en un examen, suspende. Sin embargo, creo que nuestra era va a ser más emocional. Estamos en el siglo de lo completo, si queremos ser felices tenemos que ser emocionales y lógicos, emocionar la razón y racionalizar la emoción. Todo el mundo admite, incluso en el trabajo, la inteligencia emocional. En el mundo laboral se pide mucha emoción, síntesis, creatividad... Todo hemisferio derecho.

-¿Cuál es el peor enemigo del éxito?

-El éxito exterior es el inicio de un fracaso interior y el fracaso exterior es el inicio de un éxito interior. Cuando reconocemos talentos, llámense Jobs (Steve), Nureyev, Newton... no nos damos cuenta de que ese talento empezó con un fracaso, no apreciamos muy bien dónde empezó todo. A Honda le dijeron que su currículum no era suficiente para trabajar en Toyota. Cuando un niño suspende o cuando tiene un fracaso es una oportunidad maravillosa para sacar lo que tiene mejor de sí mismo si orientamos bien ese fracaso. No se trata de decir "vuelve a intentarlo" o "estudia mejor" o "estudia más".

-¿El peor enemigo del éxito es el propio éxito?

-Sí, o por lo menos lo que hemos creído que es éxito. El éxito es mejorar como persona y ser más feliz, ése es el éxito de verdad, ése es el bueno, pero empieza en un fracaso, cuando uno no tiene nada que perder. El éxito hace que nos confiemos, que no lleguemos a más.

-¿Para qué existe el éxito si no trae la felicidad?

-Eso nos lo deberíamos preguntar en nuestra cultura: ¿Por qué alabamos tanto a gente que no nos aporta nada a nuestra felicidad? Si ni siquiera ellos son felices. Nos estamos engañando. El ser humano tiene la capacidad para sentir que aunque otros lo valoren mucho, él no se siente con éxito. Las personas que están en la cumbre pero son realistas, humildes, que se dan cuenta de que también las circunstancias les han llevado hasta allí, esas personas sí que están preparadas para ser felices. Conjugan los dos caminos que hacen falta para ser felices. Hay que replantearse la concepción del éxito. La mayoría de los adultos y adolescentes se consideran infelices en las encuestas.

-¿Esto se educa?

-Si no se siente feliz, ya se tiene algo de inteligencia porque se está descubriendo que algo falla. Falta encontrar la solución. Hay gente que define la inteligencia como la capacidad de resolver problemas y el problema de la felicidad es uno de los problemas más importantes que tenemos. La felicidad es una cuestión de actitud. También se aprende, como se educa ser optimista, saber precisar bien lo que vale y lo que no vale, la dignidad de las personas... Aprender a ser feliz se educa y no lo estamos educando. Por eso somos infelices.

-¿Qué quiere decir "situarse en la órbita de la felicidad"?

-Es cambiar la postura. Necesitamos un cambio de postura en la sociedad, apostar realmente por la felicidad metiéndonos en otra órbita. Estamos fuera de órbita, así los niños no van a ser felices. Cambiar quiere decir, por ejemplo, combinar lo teórico con lo práctico, no ser ni de ciencias ni de letras, saber qué es lo más importante en la vida. En el libro he puesto cosas muy prácticas para ponerse en órbita.

-¿Nos desanimamos demasiado con los fracasos?

-Sí, creo que tenemos un gran complejo. Como no nos conocemos bien y encima somos muy falsos, nos hemos vendido la idea de que los que triunfan no tienen problemas, pero cuando tenemos problemas nos da la sensación de que deben ocultarse, nos hemos hecho débiles porque no admitimos el fracaso, porque cuando quedamos mal sufrimos, esto es propio de un niño, pero no de un adulto, la madurez consiste en reconocer necesidades, errores... La inteligencia emocional es el gran arma del siglo XXI, que hay que combinar con la inteligencia racional.

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