Economía

El difícil viaje de vuelta de los enfermeros españoles en Alemania

  • La crisis provocó el exilio de miles de profesionales sanitarios que ven cómo su situación laboral en el extranjero no es tan beneficiosa como creyeron. Sin embargo, el retorno a España no es siempre tan fácil.

Mientras las clínicas alemanas se desesperan ante la falta de cerca de 30.000 enfermeros, miles de españoles con esa formación no encuentran un puesto en su país. Poner en contacto a unos y otros debería tener ventajas para todos, pero no siempre es así. Buen ejemplo de ello es Marisa. Esta joven de 23 años cuenta con una alta cualificación y está preparada para instalar sondas en el estomágo o catéteres, pero tareas como éstas, normales para un enfermero en España, no están a su alcance en Alemania.

"Aquí es un médico quien hace eso", nos explica Marisa. Ella tan sólo se dedica a lavar epilépticos, medir la tensión arterial a enfermos de Parkinson o señales vitales en pacientes con infarto cerebral. "El trabajo aquí no es tan interesante como en España, aunque sí bastante importante", se conforma. La joven no encontraba hueco en un sistema sanitario español que se ha visto duramente golpeado por la crisis. Según explica, algunos amigos sólo consiguieron suplencias por 15 días o un mes. "Pero trabajando un mes por año no se vive", se lamenta Marisa, que ha preferido dar un nombre falso para mantener el anonimato.

Trabajos como el de Marisa es vital para clínicas como la clínica de rehabilitación neurológica de Beelitz, cerca de Berlín, que emplea a 60 inmigrantes de España, Polonia, Hungría y Bulgaria y logra de ese modo paliar la falta de mano de obra alemana. "Da igual dónde busque porque en Alemania ya no hay enfermeros", explica Georg Abel, miembro de la cúpula directiva de la clínica. Abel asegura que el centro paga a los extranjeros igual que a los alemanes y que les construyó viviendas, les ofrece dinero extra para visitar sus respectivos países e incluso tiene un encargado de integración.

Pero a Marisa esto no le compensa, en parte por nostalgia y en parte porque desea  hacer el trabajo para el que se formó durante tres años. Le gustaría volver a España y es aquí donde empiezan los problemas. "No podemos volver", asegura. Mostrando la cláusula respectiva en el contrato, nos explica que su contrato es para más de tres años y que si quisiera dejar su puesto tendría que pagar más de 7.000 euros a la empresa. Cuando comenzó a trabajar en Alemania, la clínica le facilitó uno de los cursos de idioma de la Unión Europea. Por ello, para que sea les sea rentable, Marisa debe permanecer trabajando allí 36 meses o pagar, algo que no puede hacer.

El caso de Marisa no es una excepción. Otras empresas fijan a los empleados extranjeros tasas de hasta 10.000 euros por renunciar, según Kalle Kunkel, secretario ejecutivo del sindicato Verdi, que no duda en considerar ilegal la práctica. "Se están utilizando los costos de la migración para atar a los enfermeros a la empresa", critica. Verdi recibió ya consultas en ese sentido de empleados de otras siete empresas.

Marisa recibió durante meses un sueldo sólo de asistente sanitaria -500 euros más bajo que el que cobra como enfermera-. "Tampoco sabíamos que deberíamos cumplir tareas de mujer de limpieza o camarera", se queja su compañera Laura. Pero las condiciones en la clínica de Beelitz son claramente mejores que en otros centros como la Sociedad de Cuidados Intensivos (GIP), donde los enfermeros trabajan en turnos de 12 horas sin pausa, según Kunkel. Además, asegura que es habitual que los contratos estipulen  "Alemania" como lugar de trabajo, por lo que los trabajadores pueden ser trasladados por todo el país.

En cuanto al sueldo, se supera lo justo el salario mínimo, de nueve euros por hora, pese a la alta cualificación de los inmigrantes empleados. Sin embargo, por el mismo trabajo, las enfermeras en el sistema público cobran un salario inicial de 13 a 14 euros por hora. Sin embargo, la GIP rechaza las acusaciones y explica que los salarios se establecen de acuerdo a la experiencia y cualificación de los empleados. La mayoría de españoles están comenzando y las cláusulas que los atan a la empresa son necesarias para "proteger" la inversión en ellos, explicó el centro.

A Marisa no le importa esa cláusula: está decidida a volver en septiembre a España, donde finalmente encontró trabajo. ¿Y el dinero de la cláusula? "No voy a pagarlo", explica. "¿Cómo podría hacerlo?".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios