Aunque la decisión causó sarpullidos en gran parte del mundo del deporte, Rusia recibió aliviada la luz verde del COI para participar en los Juegos de Río, algo que los medios agradecen a la buena relación entre el presidente del país, Vladimir Putin, y el jefe del olimpismo internacional, Thomas Bach.

"Río, allá vamos", titularon varios diarios moscovitas tras la decisión del COI de no excluir completamente al deporte ruso de la cita brasileña pese a las graves acusaciones de dopaje de Estado.

Las infracciones del pasado no tienen ya importancia para la prensa rusa, entre la que predomina la sensación de triunfo por poder viajar a Río.

Fuera del país, esa actitud se traduce en críticas por derivar a las federaciones internacionales la responsabilidad de decidir qué deportistas rusos pueden ir y cuáles quedar excluidos de los Juegos.

"Habrá algunas suspensiones, pero la mayoría de los deportistas rusos estarán", aseguró el ministro de Deportes, Vitaly Mutko, hombre de confianza de Putin y que aprovechó la ocasión para insistir en que nunca hubo dopaje de Estado en los Juegos de invierno de Sochi 2014, sino que se trató de "faltas individuales".

Pese a la buena noticia, Yelena Isinbayeva, doble campeona olímpica en pértiga, recurrirá ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos la decisión inicial de marginar de los Juegos al equipo ruso de atletismo.

Así lo anunció su entrenador, Yevgueni Trofimov, que reveló que lo que más sorprendió a su aprendiz fue la reacción de las autoridades rusas a la decisión del COI de delegar en las federaciones internacionales la responsabilidad de autorizar o denegar su participación. "Se encogieron de hombros y eso fue todo lo que hicieron", resumió.