Fútbol

Sigue el 'misterio Messi'

  • El argentino volvió a deambular por el campo en la final de Copa ante el Real Madrid, ante el que evidenció falta de intensidad y compromiso.

En el final del partido, Leo Messi volvió a sorprender. Su figura abatida se recortaba sobre el césped del estadio de Mestalla mientras un hombre mucho más alto, vestido completamente de negro y con gorra y corbata, le pasaba el brazo por el hombro: Cristiano Ronaldo. Que el portugués consolara al argentino el miércoles tras el 2-1 del Real Madrid sobre el Barcelona en la final de la Copa del Rey da la pauta de que entre dos grandes futbolistas también cabe la admiración y el respeto, aunque sean archirrivales. De qué hablaron, nada se sabe, aunque Cristiano bien podría haberle peguntado: "¿Qué te pasa, Leo?".

El mejor futbolista de los últimos años es hoy un jugador que genera múltiples preguntas y no ofrece ninguna respuesta. Nadie sabe qué le sucede, por qué se mueve apático por el césped, desentendido del partido durante largos lapsos e incapaz de involucrarse con sus compañeros. TVE ofreció desde Valencia un producto que puede generarle muchos réditos en el futuro: la cámara Messi. De las 24 cámaras instaladas en Valencia, una se dedicó a seguir durante los 90 minutos a Messi sin distraerse con nada más. Otra de ellas apuntaba a Gareth Bale, el héroe del partido con su cabalgada de 60 metros para marcar el gol del triunfo.

En las imágenes que se podían seguir por Internet se observaba a un Messi muchas veces ausente, otras tantas cabizbajo, la mayor parte del tiempo caminando. Su lenguaje corporal no revelaba precisamente intensidad o compromiso. Aunque todo con matices: la famosa estadística de la semana pasada en la que se estableció que Messi corrió ante el Atlético de Madrid apenas un kilómetro y medio más que el portero José Manuel Pinto encierra una trampa. El argentino jamás se destacó por correr, y a nadie se le escapa que no por correr más se es mejor jugador. Con frecuencia son incluso mejores los que corren menos.

Pero aunque el Messi de los grandes partidos sólo corriera un poco más, la gran diferencia entre aquel y el de hoy es la sed de jugar, la obsesión por la pelota. El balance del miércoles marca ningún remate entre palos, diez pelotas perdidas y apenas dos faltas provocadas. Por alguna razón -desconocida, porque Messi no abre la boca ante los medios en las noches de derrota-, lo que suceda con el partido y su equipo parece conmover al argentino mucho menos que antes. "Tuvo una actuación lamentable, sin coraje, sin energía, sin ilusión", escribe en su editorial el diario Sport.  "Que digan lo que quieran. Con él pasa algo. Mucho", sintetizó Marca.

Tras una semana trágica, ocho días en los que el Barcelona perdió tres partidos clave, en el entorno del club español se reclaman cambios drásticos y limpieza de jugadores. Las críticas más fuertes apuntan a Pinto, Dani Alves y Cesc Fábregas. Los tres son quizás los mejores amigos de Messi en el equipo, toda una dificultad añadida para un club que espera el regreso desde Argentina de Jorge, el padre del jugador, para cerrar un contrato que instale otra vez al 10 en el nivel que es lógico, el de ser el hombre mejor pagado entre todos sus compañeros.

Pero lo que le importa a Messi ahora es el Mundial de Brasil, la asignatura pendiente de su carrera, la cita que debe ponerlo en el nivel de Diego Maradona y Pelé y distanciarlo de historias como las de Alfredo Di Stéfano, Johan Cruyff o Michel Platini. Los hinchas del Barcelona ya están convencidos: a Messi sólo le importa el Mundial. Cierto o no, el delantero es seguido de cerca, casi instalado en su casa, por Luis García, el preparador físico de la selección argentina. Si el 13 de julio alza el trofeo en el Maracaná, nada de lo que hoy se dice le importará a Messi. Podrá hacer lo que quiera. Si no gana, en cambio, él y sus compañeros deberán volver a mirarse de frente buscando esa sinceridad y confianza hoy bastante difuminadas.

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