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La Balona se acerca a la tierra prometida

  • Un gol de Coco da el pase a los albinegros, que se verán las caras con el Mirandés Raza Los linenses completan un partido lleno de coraje, pero dos errores aislados le abocan a un final de infarto

Fiel a su estilo, es decir a pique de provocar un infarto a alguno de sus incondicionales, pero la Balona logró ayer, por fin, romper con el maleficio de las tres últimas 'liguillas' y superó la primera ronda de la fase de ascenso a la Segunda división B.

Lo hizo merced a un golazo de Coco en el momento en el que los balonos practicaban su deporte favorito, ése de pasear por el alambre sin prevenirse de posibles caídas. Y tras cinco agónicos minutos de prolongación que se antojaron toda una vida a las más de trescientas almas que se cruzaron media España para estar con su equipo. Pero lo hizo.

Es cierto que después de ciento ochenta minutos de fútbol queda la sensación de que un equipo como la Balona no precisa jugar con fuego y con la salud de los suyos para doblegar a un Anguiano tan exquisito en su entrega como corto de talento. Pero tampoco debería existir el hambre en el mundo y a diario mueren miles de inanición. La vida es así y esta vez lo que cuenta es que la Balompédica sigue en liza y está a dos partidos de su ansiado regreso a la división de bronce. Las quejas, al maestro armero.

El partido de vuelta fue todo lo contrario de lo que estaba en el guión. Sobre un campo que a trozos era un auténtico lodazal, la Balona, con la acertada inclusión de Barrios en el centro del campo, hizo de Anguiano. Impuso su coraje, su entrega, su capacidad de anticipación y su dominio del juego aéreo, con Fede, Johny y sobre todo Carlos Guerra inconmensurables en ese último apartado.

El conjunto riojano no encontró la fórmula para replicar cuando se vio bebiendo de su propio brebaje. El equipo rival se había disfrazado de modesto y se había puesto a trabajar como el que más, con una dosis de amor propio inconmensurable. Envidiable. Irreprochable en todos y cada uno de los casos.

Su afición se contagió pronto de esa pundonorosa actitud y acalló al público de casa.

En la primera parte David Pérez no tuvo que hacer una sola parada. Y aunque el inseguro Josean tampoco es que fuese sometido a un examen para subir nota, al menos quedan registrados tres lanzamientos de Manrique (2'), Miguélez (9') y Joseph (41') que como poco llevaban su dosis de mala leche.

El segundo periodo seguía por los mismos derroteros. Y cuando más controlado parecía tener la Balona a su rival maniatado, llegó el 1-0. Fue el único error de un Espínola espléndido toda la tarde. Es posible incluso que Richi recibiese en fuera de juego, pero lo único cierto es que Santi puso el 1-0 en el marcador y el ritus de preocupación en los linense.

Dos minutos duró esa situación de máxima angustia. Coco, que completó su mejor partido con la albinegra, encasquetó en el marco un potente lanzamiento desde la frontal.

Daba la sensación de que la eliminatoria estaba vista para sentencia. Hasta el propio Coco y Copi estuvieron a punto de hacer el 1-2. Y cuando el público ya festejaba el éxito, la Balompédica cometió un error de crío que pudo costarle la temporada. Con el cronómetro paseándose por el noventa disfrutaba de un córner a favor. Y en vez de esconder el balón en la esquina para perder tiempo como se ha hecho toda la vida de Dios, subió al remate medio equipo. Y a la contra, después de tres rechaces, el 2-1. Y otra vez el alma en un puño.

Los cinco restantes fueron un calvario, un vía crucis, un ahogo. Copi se plantó solo ante Josean pero indultó a los azulinos, porque lanzó al muñeco y acertó de pleno con el guardavallas. Y en el 94' el balón se paseó por el área de David Pérez tras un saque de esquina y Rubén remató en postura difícil… fuera.

El pitido final sonó a gloria. Y la alegría de desató dentro y fuera del campo. Pero cada vez parece más cierto que aquello de ¡qué manera de sufrir! se lo podían aplicar a la Balona, al menos, con los mismos argumentos que al Atlético.

Ahora, el Mirandés espera.

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