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Muere la dramaturga Ana Diosdado, la reina humilde del teatro español

  • La actriz y autora de 'Los ochenta son nuestros', 'Anillos de oro' y 'Segunda enseñanza' sufrió una parada cardiorrespiratoria en la sede de la SGAE.

Ana Diosdado no tenía previsto hacer mutis por el foro en la mañana de este lunes, aunque desde hacía dos años se enfrentaba cara a cara con otro final, una leucemia crónica que no había podido con esta mujer decidida, audaz, precursora, humilde, profundamente sincera y que afrontaba la vida y a la enfermedad con la bonhomía de las personas inteligentes, con elegancia. 

El mundo de las letras se paralizó con la muerte de la dramaturga, novelista, directora y actriz Ana Diosdado. Una parada cardiorrespiratoria mientras asistía a una reunión de la Junta Directiva de la Sociedad General de Autores (SGAE) se llevó a una de las escritoras más clarividentes de la cultura española. 

Diosdado vivió el teatro desde la cuna; hija de los actores Enrique Diosdado e Isabel Gisbert, tenía como madrina a Margarita Xirgú. El comienzo de la Guerra Civil obligó a sus futuros padres a emigrar a Argentina y fue en Buenos Aires, el 21 de mayo de 1938, cuando Ana Isabel Álvarez-Diosdado Gisbert vino al mundo. 

Mantuvo la doble nacionalidad toda su vida, aunque confesaba sentirse española "por cuestión de genes". Con 5 años se subió a un escenario de la mano de la propia Xirgú. En 1950 vino a España y sorprendió a todos por la frescura de sus planteamientos teatrales. Con 24 años quedó finalista del Planeta con la novela En cualquier lugar, no importa cuándo y destacó desde su juventud siendo mujer en un mundo, la autoría teatral y, más tarde, la televisión, reservado casi en exclusiva para los hombres, con excepciones como las de Josefina Molina y Pilar Miró. 

Aunque había llevado a la escena en 1969 una adaptación de una comedia de Peter Ustinov, su primera obra original fue Olvida los tambores. En ella retrataba a un grupo de jóvenes contestatarios que componían música pero que siempre acababan ahogando la melodía a base de un redoble de tambores, una obra de madurez que captaba la desilusión que acarrea la propia experiencia vital. Esta obra fue un éxito y le valió a su autora el Premio Maite y el Foro Teatral. La fama adquirida la llevó a una televisión que, muy a poco a poco, comenzaba a permitirse ser moderna. Así, en 1972 escribe Juan y Manuela, en la que una chica, interpretada por ella misma, abandonaba el altar antes de casarse y en su huida se encontraba con Juan (Jaime Blanch). 

Su obra, tanto dramática como televisiva, reivindicó siempre una visión progresista del mundo pero sin concesiones a la revolución. En 1983 llegó la celebérrima serie Anillos de oro: Diosdado escribió el guión e interpretó a la protagonista junto a Imanol Arias. Dirigida por Pedro Masó, apareció en el momento justo -se acababa de aprobar en España el divorcio- así que sirvió como manual para que los españoles se enfrentasen a las separaciones. Cuesta trabajo creerlo en un momento en el que las series tienen varias temporadas, pero Anillos de oro sólo tuvo trece capítulos y, sin embargo, bastaron para catapultar a Imanol Arias y a la propia Diosdado, que se convirtió en un entrañable personaje familiar. Le siguióSegunda enseñanza, una producción donde la juventud era la protagonista. El éxito volvió al encuentro de la Diosdado y sirvió para que un buen número de jóvenes intérpretes, como Aitana Sánchez-Gijón, Javier Bardem, Maribel Verdú o Amparo Larrañaga, comenzaran a despegar sus carreras. En el teatro la dramaturga volvió a obtener el éxito con Los ochenta son nuestros.

Ana Diosdado se casó con Carlos Larrañaga y, aunque se separaron después de veinte años juntos, siguieron siendo amigos hasta los últimos días del actor. Ella ha sido la única mujer que la SGAE -cuya sede central acoge hoy en Madrid la capilla ardiente por decisión de la familia- ha tenido como presidenta hasta el momento. En 2013 se le concedió el Premio Max como reconocimiento a toda su carrera. 

Quince obras de teatro, novelas, guiones de televisión, actriz, luchadora por los derechos de los autores, Ana Diosdado nos ha dicho adiós como a ella le gustaba: "Al teatro sólo se falta muerto".

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