Jorge Zepeda Patterson. Escritor y periodista

"Marbella, como mi protagonista, debe a su belleza una porción de su tragedia"

  • El ganador del Premio Planeta 2014 por 'Milena o el fémur más bello del mundo' rastrea en su novela los vínculos entre la trata de blancas, la mafia rusa y las corruptelas locales.

El primer mexicano que gana el Premio Planeta de novela en la historia del galardón, Jorge Zepeda Patterson (Mazatlán, 1952), dirige también un portal digital de noticias -sinembargo.mx- que ha sido "severamente boicoteado en las últimas semanas" por su combativa posición sobre las matanzas de Tlatlaya e Iguala, lo que en su opinión "no es más que el síntoma de la descomposición que vive mi país y del alto riesgo que comporta ejercer el periodismo en este momento". En su nueva incursión en la ficción Zepeda tampoco ha eludido los asuntos turbios, pues Milena o el fémur más bello del mundo aborda en clave detectivesca la tragedia de una bella croata convertida en esclava sexual desde la adolescencia.

-Su segunda obra de ficción tras Los corruptores desborda los registros del género negro para ofrecer un duro retrato de los desastres de la globalización.

-Era un reto interesante hacer un estado de la cuestión, de las vidas de los ciudadanos de a pie en un mundo que ya es globalizado para bien y para mal. El periplo de Milena, una croata que por su belleza llamativa es secuestrada, llevada a España y después a México en una historia que alcanza a Londres demuestra que la vida cotidiana transcurre ya en una aldea global.

-Firma una novela coral donde la densidad psicológica de los personajes protagonistas, comenzando por Milena, es llamativa.

-Fue el desafío mayor, en términos de verosimilitud narrativa, meterme en la piel, el corazón y el cerebro de Milena y sentir lo que ella podría experimentar al ser forzada al sexo con personajes muchas veces repugnantes, su desesperanza absoluta tras los intentos frustrados de escapar de esta pesadilla... Fue un ejercicio literario profundo. Además de Milena hay, quiero pensar, otros personajes protagónicos muy fuertes y entrañables que exigen de un desdoblamiento del propio autor, como Amelia, activista y luchadora incansable y que, como el periodista Tomás y el frío y calculador Jaime forman parte de ese grupo de excompañeros de clase ahora en profesiones notables, los Azules, que protagonizaba Los corruptores y que aquí recupero porque tienen una densidad psicológica que enriquece la novela. Son ellos, desde la sociedad civil, los que asumen la búsqueda detectivesca de Milena.

-¿Cuánto debe su literatura al combate que ha asumido desde el periodismo contra la violencia y la impunidad que asuelan México?

-Muchísimo. En primera instancia intenté que el periodista no se comiera al escritor y hacer una novela negra respetando los códigos literarios porque, cuando se tiene un objetivo político, se acaba haciendo una mala novela. Mi primer propósito fue relatar la historia humana de una persona en una situación límite y hacer literatura con eso. Pero los contextos que coloco tienen que ver con mi experiencia. Y los temas que me son más afines son estos infiernos y submundos de la corrupción, el crimen organizado y, como en este caso, la trata de personas.

-Al recibir el Premio Planeta el mes pasado declaró sentirse parte de la estirpe de quienes, como Roberto Saviano y Pérez Reverte, creen que la ficción retrata mejor las entrañas negras del poder. ¿Qué reacción ha provocado su particular visión de Marbella?

-Sé que empieza a haber un poco de rebote en las redes sociales y querría decir algo al respecto: Marbella, como Milena, debe a su belleza, a su atractivo, esta porción de su tragedia. El grueso de los marbellíes e incluso de los extranjeros residentes allí son ciudadanos pacíficos y buenos vecinos pero es verdad que, justamente por ser un tarro de miel, Marbella -como sucede también con Cancún o Miami- atrae abejas de todos los confines y algunas acaban siendo avispones envenenados. Mi novela no es un ataque a la sociedad marbellí sino a las poderosas fuerzas internacionales de lavado de dinero y a los residentes de la mafia rusa que entran en complicidad con los márgenes corruptibles de una sociedad local.

-Con la corrupción instalada en las portadas de los periódicos de todo el mundo, la novela negra vive una particular primavera. ¿En qué tradición del género se inscribe Jorge Zepeda?

-He sido un lector voraz toda la vida. De joven, tras pasar por el boom latinoamericano, me metí de lleno en la literatura anglosajona: en términos genéricos, Roth, Auster y, sobre todo, Carver. Para mi trabajo en la novela de misterio abrevé en la novela clásica negra de los años 30 y 40 y después en el aporte escandinavo, que recupera esos ritmos trepidantes norteamericanos aportando además la profundidad psicológica de los personajes. A ello he querido agregarle el código mediterráneo y latinoamericano, introduciendo elementos como el humor, el culto a la comida y la música y, por supuesto, el sexo, que para los escandinavos sólo es admisible si forma parte de un crimen.

-La novela, desde sus primeras páginas, cuando el magnate periodístico que protege a Milena fallece consumando el acto sexual, abunda en imágenes explícitas.

-Como diría mi tía grande, "la novela está buenísima pero no la puedo recomendar porque trae muchas cochinadas". Pero es que la simbiosis entre el poder y el sexo se ha dado desde el principio de los tiempos. El poder que no se ejerce no es poder y una de las áreas de ejercicio moral y psicológico del poderoso es acceder a cotas de sexo a las que sin él no tendría acceso.

-La prensa tiene también un protagonismo especial en el libro, donde radiografía la encrucijada a la que se enfrentan los medios de comunicación. ¿Alguna receta?

-La prensa como institución está muy tocada porque está viviendo una revolución de paradigma. Los códigos que operaron durante 150 años en un negocio rentable están minados. La población ha dejado de consumir la información como lo hacía antes, se ha convertido como dicen mis personajes en una mercancía gratuita. Y eso atenta contra el periodista como estamento profesional. Estamos en una encrucijada, sin un destino claro manifestable. Aunque mi diagnóstico es pesimista no necesariamente lo son mis conclusiones. Pienso que, ante los propios excesos de la blogosfera -con su sobreabundancia de información basura, infoentretenimiento y rumores- la opinión pública requerirá de un profesional que valide la información y la genere bajo códigos profesionales. Cómo sucederá esto, en qué plataforma y cuál será el modelo de negocio que lo permita, no lo sé. Estamos ahora esbozando e intuyendo los futuros posibles.

-El brutal asesinato de los estudiantes de Iguala ha desatado una reacción inusitada tanto dentro como fuera de México. ¿Qué línea de acción propugna usted?

-Cualquier solución partiría de que el Gobierno se tomara en serio de una vez por todas el tema del combate a la corrupción y la implantación de un verdadero Estado de derecho en el tejido social del país. Mientras no haya una revolución moral y un correlato institucional y jurídico seguiremos inmersos en esta cloaca. Lo de Iguala ha provocado un "basta ya" global y sectores de la sociedad mexicana que antes no se manifestaban están poniendo al Gobierno de Peña Nieto contra la pared. Ojalá sea el estímulo que convenza a las autoridades de que no basta ya con la táctica del avestruz que normalmente se practica, esperando que la mala noticia quede atrás.

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