Campo de Gibraltar

La comarca en la Batalla de Bailén

  • La guarnición del Campo de Gibraltar aportó 10.000 hombres y 600 caballos al Ejército de Andalucía. Estas unidades contribuyeron en buena medida a la primera derrota de las fuerzas invasoras francesas

En la actualidad, las personas vinculadas al Campo de Gibraltar vivimos fechas históricas que conviene rememorar, porque nuestros antepasados lo hicieron entre el dolor, el drama de la guerra y los laureles de la gloria.

Hace dos siglos, en el mes de mayo de 1808, el pueblo andaluz propició una revuelta popular, en solidaridad con el malestar general del reino. La noticia que inquieta y alarma es la entrada del ejército francés en territorio peninsular.

Además, preocupan problemas con repercusión nacional, desde las abdicaciones entre Carlos IV y Fernando VII y de aquél en Napoleón, la salida de territorio nacional de la familia real y la más indignante, el parte del alcalde de Móstoles, dando cuenta de los sucesos del Dos de Mayo en Madrid.

A partir del día 3 de mayo, Andalucía se moviliza. Las consecuencias son inmediatas: en Cádiz se insta al Gobernador Militar, General Solano, a declarar la guerra a Francia. Las dudas de éste (debidas al fondeo en la bahía de una escuadra francesa y que otra inglesa cercaba la ciudad), no son entendidas por el pueblo, que asalta su domicilio y le mata. En Granada, se encarcela al brigadier Trujillo, y asaltada la cárcel, es asesinado, y en Málaga, un grupo de vecinos saca del Castillo de Gibralfaro al vicecónsul francés, M. D'Argand, y a Juan Crohare, y les dan muerte.

En esta situación, el 27 de mayo se constituye la Junta Suprema de Sevilla, que convoca a Córdoba, Jaén, Málaga y Granada a la sublevación contra los franceses. Asimismo, las guarniciones de Cádiz y de la comarca campogibraltareña se van concentrando al este de la capital sevillana. También en Córdoba se llegan a concentrar unos 15.000 hombres, bajo el mando del Teniente Coronel Echávarri. Sobre estas concentraciones de tropas se constituirá el Ejército de Andalucía.

Mientras tanto, Dupont ha alcanzado el puente de Alcolea que, guarnecido por las inexpertas tropas cordobesas es fácilmente tomado por los franceses. Ante la acción de Alcolea y la brutal represión de Córdoba, la Junta Suprema de Sevilla ordena la concentración de fuerzas para organizar el Ejército del Sur, y sabedora de la potencialidad de la guarnición del Campo de Gibraltar, envió a Don Juan Bautista Esteller a Algeciras y San Roque para requerir a Castaños que se pusiera a sus órdenes.

Éste, Comandante General del Campo de Gibraltar, se presenta el día 8 de junio en Sevilla y contacta con el presidente de la Junta, que le nombra Comandante en Jefe del nuevo ejército y le ordena concentrar las fuerzas en Carmona. Tras su propio análisis, Castaños lo hace en Utrera, algo más al sur, para cerrar las avenidas hacia Sevilla, Cádiz y Algeciras, estableciendo su cuartel general el 12 de junio. En Carmona queda el Cuerpo de Observación al mando de Cruz Mourgeon.

De este ejército de unos 35.000 hombres -31.700 bayonetas y 3.235 sables-, un buen contingente es de la guarnición del Campo de Gibraltar: unos 16 regimientos de Infantería y 3 de Caballería, más Artillería y los Ingenieros correspondientes, algo más de 10.000 hombres y 600 caballos.

Así las cosas, la última semana de junio, las tropas francesas habían alcanzado la zona de La Carlota (Córdoba) y Écija (Sevilla), pero ya desde el día 22 de junio, la 3ª División del Ejército de Andalucía había iniciado el movimiento en dirección este con el objetivo de ocupar Cañete de las Torres, lo que consigue el día 30. Lo anterior se verá facilitado por el repliegue de las fuerzas de Dupont, el cual, teniendo noticias de la rendición el día 14 de junio de la escuadra de Rossilly en Cádiz, ordena replegarse hasta Andújar, a la espera de la llegada de refuerzos desde Toledo. Debido a la búsqueda de víveres en Jaén, la ciudad es saqueada y la población civil, agredida, cuando no violada.

Los dos grandes núcleos de tropas andaluzas establecen contacto en Porcuna el día 11 de julio, y allí se elabora el plan de acción del ejército español. La estrategia de Castaños contempla que la 1ª División cruzará el Guadalquivir, se dirigirá a Bailén y atacará de revés a Dupont. La 2ª División cruzará el río y se reunirá con la 1ª División con idéntica misión. La 3ª y 4ª División harán demostraciones al oeste de Andújar, fijando a Dupont.

Las operaciones militares se inician antes de lo previsto debido a las presiones a las que se vieron sometidos jefes y autoridades, por la exacerbación del ardor combativo de soldados y población civil.

En el día de la batalla, las divisiones 1ª y 2ª, tras dos intentos, atraviesan el Guadalquivir y alcanzan la ciudad de Bailén. Este conjunto lo manda ahora Reding. Las divisiones 3ª y 4ª, a la altura de Andújar, en contacto y presionando a Dupont; y éste, entre los dos conjuntos españoles que manda globalmente Castaños, rompe el contacto, marcha hacia Bailén e intenta reunirse con la división de Vedel.

Desde las dos de la madrugada del día 19, las avanzadillas de Dupont toman contacto con las divisiones españolas 1ª y 2ª, que han adoptado una actitud defensiva en lugar de atacar. Reding se cubre la retaguardia al este de Bailén con unos 3.000 hombres y con patrullas de caballería para defenderse de Vedel, en caso de que regrese. Las patrullas confirman la progresión hacia Despeñaperros.

La 4ª División, reforzada por regimientos de Infantería y Caballería, reanuda la marcha al amanecer para retomar el contacto con Dupont. La 3ª División cubre los vados del Guadalquivir al sur, y entre ambas completan un cerco, ahora a la retaguardia de Dupont.

A lo largo de diez horas, Dupont lanza hasta cinco ataques, llegando a emplear sucesivamente todos sus medios, produciendo muchas bajas, pero sufriendo bastantes más, sin que los españoles cedan un solo metro en su despliegue.

Al mediodía del 19 de julio, con más de 40º de temperatura, Dupont, muy dañado, detenido ante una posición infranqueable, y con la proximidad de más tropas españolas en su retaguardia, capitula y envía emisarios para negociar.

Las consecuencias militares de la Batalla de Bailén fueron sorprendentes. La confirmación de la derrota francesa y la posibilidad del avance del ejército de Castaños sobre Madrid, alteraron profundamente los planes del General Savary y del rey José: se decretó la evacuación de Madrid, se levantó el sitio de Zaragoza y se produjo el retroceso general de las tropas francesas al norte del río Ebro.

De otra parte, los españoles eufóricos creyeron posible una victoria definitiva. Nada más lejos de la realidad. Luego vendrían más batallas, más muertes y muchas derrotas. Pero los soldados españoles habían logrado la primera victoria sobre el ejército napoleónico.

Y es necesario poner de relieve la magnífica conjunción de pueblo y ejército: No fue uno de desarrapados el que venció al poderoso ejército francés. Los voluntarios, las milicias, los garrochistas, los guerrilleros, hombres y mujeres, de toda condición, combatieron por su libertad y la dignidad nacional, desempeñando un dignísimo papel. Y en esta batalla, el ejército regular realizó un meritorio trabajo.

Y nada importa de qué general fuera el mérito. Los distintos ámbitos de responsabilidad implican tareas diferentes, y además, hay circunstancias que inciden en la ejecución, y los planes se realizan en el tanto por ciento que es posible. En cualquier caso, las unidades de la guarnición del Campo de Gibraltar contribuyeron en muy buena medida a la primera derrota del ejército francés, algo impensable hasta entonces, contribución que ya apuntaba las maneras de unas tropas que en 1810, serán en su comarca una pesadilla para las fuerzas invasoras, y que los franceses dieron en llamar "El cementerio de Francia" y a su vía de comunicaciones principal, "El camino de la amargura".

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