L Una provincia en crisis permanente

Francisco Javier, Ana María, Isabel, Encarni, María... al límite

  • Más de 74.000 hogares de la provincia tienen ya a todos sus miembros en situación de desempleo · La crisis obliga a agudizar el ingenio y decenas de familias se apañan como pueden para seguir a flote

Suena el despertador y Francisco Javier Pérez, de 32 años, se prepara para ir a trabajar. Pertenece a la plantilla de empleados públicos del Ayuntamiento de Barbate, y está asignado al departamento de limpieza viaria. Su zona asignada se ubica por las inmediaciones de la Avenida de la Constitución.

Acude a su puesto de trabajo para cumplir con las horas que recoge su convenio colectivo, un documento en el que también se dice que debe cobrar cada mes 1.071 euros. Pero ese dinero no llega a su cartilla de ahorros.

Esa es su situación laboral, pero detrás de ella se viven unas circunstancias que solo conocen los que saben de su día a día. Sobre todo sus padres, con los que comparte mesa y mantel, cama y techo, ya que la crisis le ha llevado a tener que dejar a un lado a su pareja, con la que lleva casado cinco años.

Tuvieron que tomar la decisión de separarse ante el panorama que se les venía encima. Como cualquier pareja tenían sus planes de futuro. Decidieron meterse en una hipoteca de 100.000 euros y se compraron un piso. Cada mes les llegaba una letra de 444 euros, a la que hacían frente con su nómina de mileurista.

Fue precisamente el euríbor el que empezó a crear los primeros problemas a la casa. Subía y subía y la letra mensual se llegó a poner en unos 600 euros. Tomaron la decisión de gastar lo menos posible, pero cada vez la situación se complicaba más. Se dejaron de pagar algunos recibos y las cuentas ya no salían, por lo que había que tomar una de las medidas más duras para cualquier pareja: Vender el hogar que se propusieron en su día compartir.

No fue fácil deshacerse del piso. Las parejas a las que les gustaba encontraban problemas en los bancos para que les diesen el dinero necesario. Pasado algún tiempo llegó una pareja que se quedó con la vivienda de sus sueños. Todo cambió.

Durante un tiempo se quedaron en la pequeña casa de los padres de él, pero la situación económica del Ayuntamiento de Barbate no ayudaba. Las nóminas no se hacían efectivas, por lo que se plantearon de mutuo acuerdo una nueva y difícil solución, quedarse cada uno en casa de sus padres: Francisco Javier, en Barbate, y su pareja, en Conil, en casa de su familia. No tienen hijos, por lo que afrontar esta circunstancia no les ha costado lo mismo que a una pareja con cargas familiares.

La madre de Francisco Javier, es la que le ayuda en todo lo que puede, incluso dándole 50 euros los fines de semana para que pueda echar gasolina e ir a ver a su mujer a Conil. Son 25 kilómetros de ida y otros 25 de vuelta. Se lo sabe bien, porque el precio al que está la gasolina no le anima a salirse de ese itinerario.

Su padre está prejubilado y es el único que ingresa dinero, una paga con la que hay que hacer frente a comer todos los días cuatro personas, hacer la compra, pagar la luz, el agua y la bombona. No hay para otros lujos o caprichos, tanto es así que la cena de Navidad fue como la de otra noche cualquiera del año. Ocurrió lo mismo en Nochevieja, y lo peor de todo, el día de Reyes, no pudo ni agradecer con un simple detalle a los suyos lo que por él hacían, no había de dónde sacarlo.

Ayer, como cada día, después de la jornada laboral regresó a casa de sus padres, donde también vive su hermano. Tocaba cocido de cardos y tagarninas. Algo que da para un par de días. No hay para cerveza o vino en la mesa. Solo pan y agua.

En una libreta apunta cada día las cantidades que le deja su madre. La cifra va por los 500 euros; una cantidad que espera algún día poder devolverle, pero de momento tiene que conformarse con darle de vez en cuando algo de lo que le pagan en el Consistorio, unas veces 600 euros, otras 250, y así hasta ir completando algunas nóminas, aunque ya se adeudan las pagas de noviembre, diciembre, enero y la extra de Navidad.

Como el resto de los 13 compañeros que están en el departamento de limpieza viaria acude con ilusión de 10:00 a 10:30 horas a los bajos del Ayuntamiento. Allí espera que los representantes sindicales digan algo positivo, pero cada día la noticia es la misma, no hay ningún ingreso previsto. Lo que les devuelve a la cruda realidad. Y cabizbajo regresa a su trabajo.

Algún que otro día compra un cupón, pero, de momento, la suerte no se le acerca. Ni le roza. Aún así prefiere afrontarlo todo con una sonrisa en la cara. Mañana sonará de nuevo el despertador. Será otro día.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios