El resto del tintero

Balance de 2010: Un año de vértigo

  • Griñán sumó, a la Presidencia de la Junta, el poder orgánico del PSOE andaluz, pero, en vez de hallar la tranquilidad, se topó con una fecha fatídica, el 12 de mayo, el día de los ajustes, el punto de inflexión que amenaza el fin de un ciclo político.

EN el capítulo de ayer... 2010 iba a ser el año de José Antonio Griñán. Así se relató en una crónica pretendidamente premonitoria publicada durante las Navidades pasadas en estas mismas páginas. En efecto, el presidente de la Junta se había negado a ser un sujeto de transición. Se rebeló ante la posible existencia de uno u varios tapados, y se venía preparando para provocar un congreso extraordinario que lo convirtiese también en secretario general del PSOE andaluz, desplazando así a Manuel Chaves, su antecesor y amigo de viajes. Y, así, ocurrió: Chaves no pudo retrasar ese congreso hasta las cercanías del año 2012, como a él le hubiera gustado, y Griñán impuso una tesis que apoyaban varios secretarios provinciales. Pero el congreso -celebrado del 13 al 14 de marzo- no desembocó en un mar de tranquilidad. Ni mucho menos.

El 12 de mayo es la fecha política más importante del año que está a punto de concluir: ese día, José Luis Rodríguez Zapatero dejó de ser ZP, el radical de izquierdas, el hombre que había prometido salir de una crisis antes negada sin dejar a nadie atrás. El 12 de mayo, calificado en el PSOE como un Pearl Harbour, el presidente presentó en el Congreso de los Diputados un paquete de recortes sociales que pretendía evitar el hundimiento de una España aseteada por los mercados, pero, falto de convicción y abrumado por el eco dejado en sus oídos por las llamadas telefónicas del presidente de Estados Unidos y de China, aquella sesión se convirtió en una suerte de harakiri de la marca ZP. A partir de entonces, el PP se colocó al frente de las encuestas. Y sin moverse. Andalucía, espejo de España, caminó en ese mismo sentido. Ahora Griñán, investido de todos los poderes de su partido, afronta un momento clave de la historia socialista de Andalucía: la posibilidad de perder el Gobierno de la comunidad autónoma que ha dirigido el PSOE durante los últimos 30 años. Pero a todo ello, a esta crisis perenne, mutante y devoragobiernos, hay que añadir un factor andaluz: la inexperiencia de la nueva dirección socialista -que a punto estuvo de saltar por los aires con la repentina dimisión de su número dos, Rafael Velasco-; el miedo convertido en nerviosismo que ello provoca en PSOE andaluz de Madrid (los Chaves y Zarrías), y los errores del equipo económico de Griñán, que al éxito de controlar férreamente el presupuesto suma el fin del sueño de la caja única y, en especial, la rebelión del funcionariado.

¿Y el PP? El partido de Javier Arenas, como el de Mariano Rajoy, está dedicado básicamente a un único esfuerzo: no cometer errores. Los populares se han dedicado todo el año a planificar con la precisión de un relojero la campaña de las elecciones municipales y, según su líder, a elaborar las "carpetas de gobierno", las políticas que ejecutaría si, finalmente, logra vencer en número una posible alianza en 2012 de los socialistas e IU, coalición de la que, incluso algunos consejeros, ya hablan abiertamente como opción de futuro. A continuación algunos pasajes, con fechas y personajes concretos, que resumen el devenir del año político que ahora se acaba.

28 de febrero. Ese día, el PSOE ya ha decidido celebrar su congreso extraordinario. Gaspar Zarrías, entonces secretario provincial de Jaén y principal promotor, junto a Griñán, de ese congreso, está contento: da una rueda de prensa en Sevilla como secretario de Estado de Administración Territorial. A Griñán y a su entorno le sienta fatal que Zarrías comparezca ante los medios el Día de Andalucía. Y hay más, un colaborador muy cercano a Griñán explicó a este medio que también había molestado mucho que Manuel Chaves asistiera a la celebración del 28 F en el teatro Maestranza y a la posterior copa de los Reales Alcázares. Lo que puede considerase como normal para muchos -un ex presidente en un acto festivo- se leyó en el entorno de Griñán como una muestra más de la supuesta intención de Chaves de oscurecer la proyección del nuevo presidente. Estos dos hechos marcan el inicio de una separación entre el PSOE de Griñán y el del ex presidente.

13 y 14 de marzo. Manuel Chaves sólo cita una vez a Griñán en su discurso de despedida en el congreso extraordinario que se celebra este fin de semana, pero el flamante presidente es aclamado como secretario general. Con ese poder, elabora una dirección nueva y joven. En los puestos principales: Rafael Velasco (vicesecretario general); Susana Díaz (secretaria de Organización), y Mario Jiménez (futuro portavoz del Parlamento). Griñán se gana el apoyo de las provincias de Granada, Málaga, Córdoba, Huelva y Sevilla. Esta última vuelve al centro del poder socialista andaluz tras años en los que Cádiz mantuvo el liderazgo. El hombre fuerte de Chaves en la dirección socialista, Luis Pizarro, anterior vicesecretario general, sale de la Ejecutiva. Sin embargo, algo le falla a Griñán: le hubiera gustado una presidencia fuerte, al frente de la que se hubiera colocado a la consejera de Bienestar Social, Micaela Navarro, pero ella se resiste y él tampoco presiona lo suficiente.

20 y 21 de marzo. Una semana después del congreso, Griñán se dispone a cambiar su Gobierno. Rodríguez Zapatero, de visita en Andalucía, se interesa por el futuro de Mar Moreno, definida por algunos de los opositores madrileños de Griñán como "los ojos de Zapatero en Andalucía". Moreno se convertiría en la consejera de Presidencia en esta crisis, la segunda en el escalafón, y hay quien la situó como probable sucesora en las elecciones de 2016. Alguien cercano al presidente comentó con sorna: "Ningún número dos se ha convertido en número uno". Del Gobierno de Griñán salen todos los que le apoyaron en la sucesión de Chaves cuando la dirección federal de Madrid prefería a Mar Moreno. Se van los llamados apóstoles de la buena nueva: Antonio Fernández, de Empleo, posiblemente por no destituir a su delegado provincial en Sevilla, involucrado en el caso Mercasevilla; Cinta Castillo deja Medio Ambiente por falta de entendimiento personal con el presidente, y Martín Soler sale de Innovación después de rechazar al presidente dos consejerías, la de Medio Ambiente y Empleo. Luis Pizarro se mantiene en Gobernación, pero desde entonces pasará a un segundo plano. Griñán, sin embargo, censura que a éstos se les llamen los apóstoles, sus publicistas: él no necesitó que nadie hiciera campaña por su candidatura para la Presidencia frente a Mar Moreno porque fue, al revés: a él lo tuvieron que convencer para que aceptase. Desde un punto de vista estricto, fue así.

26 de octubre. El número dos socialista, Rafael Velasco, presenta su dimisión como parlamentario y como vicesceretario general a consecuencia de los cursos financiados por la Consejería de Empleo que dio la escuela de su esposa. Su mujer pasaba por un embarazo de riesgo. Velasco lo dejó todo. Una persona muy cercana a él explicaría: "Fue la gota que colmó el vaso". Velasco vivió toda la transición del equipo de Manuel Chaves a la de José Antonio Griñán con bastante sufrimiento personal: ambos eran amigos suyos.

La dimisión abrió un debate en el PSOE sobre la posibilidad de elegir a un nuevo vicesecretario general que reforzase la dirección. Griñán se iba a tomar una semana, pero, finalmente, optó por dejarla tal cual, lo que suponía que la secretaria de Organización, Susana Díaz, se convirtiese en la persona fuerte del partido. No es vice, pero como si lo fuera. Griñán aprovechó el tránsito para reconciliarse con las direcciones provinciales de Cádiz y de Almería. El consejero de Gobernación, Luis Pizarro, ha vuelto a las reuniones de coordinación entre el Partido Socialista y el Gobierno andaluz, una suerte de sanedrín semanal de la planificación.

Epílogo. El sondeo del Instituto de Estudios Sociológicos de Andalucía (IESA) provoca un último temblor en el PSOE andaluz. Claramente desfavorable, desde Madrid se expresa en ciertos círculos la preocupación por lo que ocurre en Andalucía, incluso hay un amago de cuestionar a José Antonio Griñán. Finalmente, Manuel Chaves calma a sus colaboradores más cercanos, y solicita a todos que cierren filas en torno a José Antonio Griñán. El presidente parece ser consciente de la gravedad de los meses pasados, y ahora ya se dispone a incluir entre los más suyos los consejos de Luis Pizarro y Manuel Chaves.

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