Sevilla

Una lección de ida y vuelta

  • El acto supuso el reencuentro entre el profesor y uno de sus alumnos más aventajados

EL acto de entrega del IV Premio Manuel Clavero fue antes que nada el encuentro entre el profesor y uno de sus alumnos más aventajados de la antigua Facultad de Derecho de Sevilla. De hecho, el propio Felipe González se encargó de subrayar en su discurso que "cada una" de sus palabras estaban dirigidas directamente a su antiguo maestro Manuel Clavero Arévalo. Por un momento fue como si sobrasen el resto de los comensales que llenaban el salón del Hotel Alfonso XIII.

Además, para que no quedase ninguna duda, el ex presidente del Gobierno recalcó que uno de los principales motivos por los que había decidido aceptar el galardón era porque llevaba el nombre del presidente del Consejo Editorial de Diario de Sevilla. Por una vez, los papeles se invirtieron y fue Felipe González el que subió a la palestra para pronunciar unas palabras que, más que un discurso, sonaron a lección magistral universitaria, a homenaje docente a su viejo profesor. Como algunos cantes, fue toda una lección de ida y vuelta.

Felipe González no es hombre de nostalgias y la noche del jueves volvió a quedar muy claro. En su intervención apenas hubo referencias a la Sevilla de su infancia y juventud. No mencionó amigos, ni familiares, ni compañeros de partido, ni calles, ni vivencias. Sin embargo, sí tuvo unas palabras de recuerdo para aquel catedrático al que definió como "amable pero severo" en aquella "universidad en la que se enseñaban valores pese a las limitaciones del régimen".

El propio Manuel Clavero también tuvo unas palabras de recuerdo para el alumno al que calificó como "inteligente" y muy apto para la política. No era sólo el diálogo entre dos generaciones, sino también el encuentro entre los representantes de opciones políticas diferentes que, sin embargo, supieron siempre buscar los puntos que los unían y no los que los separaban. El propio alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, recordó esta generosidad política que siempre presidió las relaciones entre Felipe González y Manuel Clavero, y a la que, entre otros logros, se debe el que Andalucía entrase en la autonomía por la misma puerta que Cataluña, País Vasco y Galicia, pese a la oposición enconada de un Adolfo Suárez que nunca supo comprender muy bien las aspiraciones de autogobierno del pueblo andaluz.

Entre los invitados que asistieron a la cena del Alfonso XIII se podía ver algunos de los testigos de la relación entre Felipe González y Manuel Clavero durante los años universitarios del primero. Es el caso de Manuel del Valle, ex alcalde de Sevilla, compañero de promoción de Derecho en la primera mitad de la década de los sesenta y autor de la famosa foto de la tortilla, la que se tomó en unos pinares de la Puebla del Río y ha pasado a la historia como el retrato oficial de aquella generación de socialistas andaluces que estaba llamada a protagonizar uno de los cambios más importantes de la historia contemporánea de España.

Entre los asistentes también se encontraba uno de los mejores amigos de Felipe González en los años universitarios, Manuel Chaves, con quien realizó numerosos viajes clandestinos en el Dyane 6 azul en los años en los que ambos reconstruían el PSOE en el interior de España.

Asimismo, tampoco faltaron a la cena algunos de sus alumnos de la Facultad de Derecho, como el también ex presidente de la Junta de Andalucía José Rodríguez de la Borbolla. Porque González, aunque es una faceta poco conocida, también fue docente universitario en el Departamento de Derecho del Trabajo, para el que dio algunas clases prácticas en las que demostró los amplios conocimientos en la materia que había ido acumulando en los distintos despachos laboralistas para los que había trabajado, entre ellos el mítico de la calle Capitán Vigueras, uno de los centros neurálgicos en Sevilla de las conspiraciones contra el régimen de Franco.

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