El resto del tintero

Bipartitos

  • Las distintas almas de la izquierda que han convivido en el Gobierno andaluz no sólo dividen al PSOE de IU, dentro de la federación de izquierdas han surgido las diferencias.

LA izquierda es así. Sus dos almas oscilan entre el pragmatismo y la revolución; entre la socialdemocracia de las concesiones para avanzar de la ley a la ley y el comunismo entendido como la ruptura brusca con el sistema para crear otro nuevo. Más justo. No es nada nuevo, la Internacional se derribó por el choque de estas dos almas que ahora intentan convivir en el Gobierno andaluz. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ha encontrado en la Corrala Utopía el lugar perfecto para dejar cocer este caldo, tan bien le ha salido que ni siquiera ha cantado victoria, calla como un vencedor que no da crédito.

Lo que el PP no ha conseguido con el ventilador de la corrupción, con la sobreutilización diaria del caso de los ERE para manchar a personas que sabe inocentes, con la búsqueda en la papelera de escándalos privados para convertirlos en la madre de todas las corrupciones, y cuyo último ejemplo ha sido la cobertura que el Ministerio del Interior le ha dado a la llamada operación Edu, todo, todo lo que buscaba, se lo ha encontrado en esa casa ocupada llamada Utopía. Y lo es, pero para el PP.

IU consiguió hasta que dos ex presidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, hicieran el paseíllo en la comisión de investigación de los ERE, pero ha sido la Corrala Utopía la que ha terminado por enfrentar a las dos almas. Pero hay que saber: la diferencia no se halla en la línea que divide al PSOE y a IU, porque en la federación de izquierdas habían conseguido durante estos dos años colocarse "la corbata y la chaqueta" del Gobierno, como suele decir Antonio Roldán, viceconsejero de Turismo y anterior alcalde de Conil. Diego Valderas, vicepresidente del Gobierno, y el consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, han estado más en el pragmatismo, en demostrar, de una vez por todas, que IU sabe formar parte de una coalición y no de un tripartito como el de Cataluña o un desastre sin paliativos como fue el Ejecutivo socialista de Galicia con el BNG. Aunque el PSOE e IU se afanen ahora en demostrar que todo se ha solucionado entre ellos, lo que es evidente es que esto se ha averiado; en el mejor de los casos será un matrimonio débil a la espera del próximo roce.

El problema de la Consejería de Fomento, que dirige Elena Cortés, en el alma extrema, es que parece que entiende que la mejor vivienda pública es la okupada, la incautada a un banco, y no una tradicional VPO. Andalucía, aunque ya casi nadie se acuerde, tiene una ley que garantiza el derecho constitucional a la vivienda. ¿Lo recuerdan? Se aprobó durante el último Gobierno de Manuel Chaves, y sólo ha conseguido que los ayuntamientos dispongan de un censo de demandantes de VPO. Aquella reconfortante ley estalló y terminó como la burbuja. Claro, IU no es culpable de la inoperatividad de una ley mal concebida en lo económico, pero quiere resolverlo por la vía de la expropiación legal o de la incautación popular, cuya expresión simbólica es la patada en la puerta.

Y frente a Elena Cortés ha surgido el coordinador andaluz de IU, Antonio Maíllo: entre ambos parecen querer enterrar al Antiguo Testamento de los Valderas y compañía. Maíllo, más culto y sensato que Cortés pero con menos arraigo territorial, lideró, en ausencia de la consejera, el realojo de los desalojados de la Corrala, que puede que tuviera su cobertura legal, porque, en efecto, debía de ser eso, un realojo, pero nadie que sea realojado muestra las llaves de una vivienda como si fueran propias. IU bordó el desastre con la imagen de la Plaza Nueva de Sevilla.

Maíllo, que durante meses ha estado ensombrecido por papá Valderas -así no le llama él, sino otro dirigente de IU- ha dado el salto a un liderazgo al que también aspira Elena Cortés. Lo explicó bien esta semana en la Cadena Ser: lo normal es que el candidato a la Presidencia de la Junta sea el coordinador general, y lo normal es que esto se decida después de las elecciones europeas.

Maíllo está ahí, es un radical más sensato que Cortés, con más profundidad de campo, pero que no está dispuesto a bailar al son de la presidenta Susana Díaz. Y ése es un problema: en coalición o no, hay una sola Presidencia, lo otro son tripartitos, bipartitos o lo que tuvo Chaves con el PA, que hasta le cambiaban los consejeros sin que nadie se diera cuenta. Es la diferencia entre un compuesto y una mezcla.

Hasta ahora, PSOE e IU han dado ejemplo, tenían sus celillos, unas rivalidades que incluso aportaban una sana competencia dentro del Gobierno, pero o ambos partidos reconducen esta situación o esto se va a pique. IU debería solventar su nuevo liderazgo dentro de la organización, no en el Consejo de Gobierno. Si no se demostrará que ambos partidos saben gobernar a nivel local porque las ciudades de izquierdas son más habitables, pero a medida que sube la escala, las diferencias entre el pacto y la ruptura se vuelven insalvables. Es más fácil una coalición entre el PP y el PSOE a nivel nacional, aunque a largo plazo supondría la muerte socialista, que lidiar con los errores de un frente popular.

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