Andalucía

El día perfecto de la presidenta

  • Susana Díaz se pasea con Zapatero, recibe las felicitaciones de familiares y compañeros y obtiene la foto deseada con los cuatro ex presidentes de la Junta, con ella en medio

Todo va a salir perfecto. Las autoridades ordenadas como milicianos a la hora señalada. Entre ellos, Rodríguez Zapatero, el tótem de la igualdad. Y los del PP, aplaudiendo. Y un niño pequeño, con chupete, en cuanto baje las escaleras. Y los ex presidentes, de escolta, en un espontáneo homenaje a Blas Infante. El día soñado, y calculado.

La puerta principal del Parlamento de Andalucía se abre de par en par y entra Susana Díaz. Es la persona a la que todos esperan: Manuel Gracia, el anfitrión; Pérez Rubalcaba, que acaba de llegar en el AVE, Cristóbal Montoro, como representante del Gobierno, Juan Ignacio Zoido, rival interino, y José Luis Rodríguez Zapatero, su deseo personal.

"Es una gran conquista, le deseo lo mejor", dice Zapatero entre una nube de cámaras. El día antes llegaron otros dirigentes socialistas, como Trinidad Jiménez, Óscar López, Antonio Hernando o Gaspar Zarrías. José Antonio Griñán ha entrado por la puerta de atrás, lejos de la atención mediática.

Griñán se une a la comitiva. Van directos a la primera planta del Parlamento, donde se encuentra el despacho del presidente, dentro de un momento, presidenta, la primera en Andalucía.

Fuera del edificio, antiguo hospital de las Cinco Llagas, se manifiestan profesores interinos, que se han quedado sin trabajo y culpan a la Junta. También una autodenominada plataforma contra la corrupción. Pero se han equivocado de puerta. Las autoridades está entrando por la principal, como los días de fiesta. Ambas están blindadas de policías. Se conforman con increpar a los invitados, en total, 540, sin contar a los periodistas. En la última investidura de Griñán fueron 350.

Las previsiones se han desbordado y los invitados se acomodan como pueden en el salón de usos múltiples del Parlamento, abanico en mano, o en la televisión habilitada en un pasillo de la Cámara. Esperan a Susana.

Ella baja, con Zapatero al lado, y detrás la comitiva. La espera José, su sobrino. El gesto parece medido, y comienzan a llegar las cámaras. Pero José resbala, o se tropieza, y cae a una zona ajardinada. Susana acelera el descenso. Los cámaras esprintan.

Susana recoge a José. Era el primer momento emotivo de la jornada, pero la criatura se queda sin chupete y llora (ya lo advertía Hitchcock).

Susana opta por dejar a cuidado al crío y prosigue su camino con Zapatero. "Qué grande es este recinto", todavía se sorprende Zapatero. Pasean, de camino a la toma de posesión, y un grupo de amigas grita: "Guapa, guapa, guapa".

Comienza el acto. Susana lee y, sobre la Constitución, jura. En primera fila, José, fontanero, y Rosa, ama de casa, sus padres. De sus hermanas (Rocío, Laura y Diana), dos trabajan. Una es azafata del AVE y otra limpia. Simpatizantes socialistas, compañeros de agrupación, familiares, amigos todos, aplauden. Y dan olés, como en los tendidos de los toros a los que ella es aficionada.

El acto solemne que arrancó el presidente del Parlamento y continuó (entre murmullos) el ministro Montoro, afable en casa que pudiera serle ajena, comienza a hacerse largo porque los presentes vienen a escuchar a Susana. Es su día. Y vecinos de Triana gritan: "Presidenta, presidenta, presidenta". El protocolo amenaza con romperse en un instante pero, al fin, Susana habla. Y promete eso de: "Me voy a dejar la piel para que Andalucía pueda crear empleo". Y lo de: "Gobernaré con las ventanas abiertas y con luces largas".

Díaz recuerda a su familia, a sus padres "que me han dado la vida", a amigos, compañeros socialistas, y "en especial" a Zapatero, por su lucha por la igualdad de la que se siente "orgullosa heredera". También, en otro gesto emotivo de la jornada, para el compañero ausente, Marcos Agüera, que fuera alcalde de La Algaba fallecido en 2011 a causa de una grave enfermedad y con el que coincidió en Juventudes Socialistas. En este capítulo se olvida de Griñán, aunque le mencionó antes con los otros ex presidentes. El protocolo tampoco se acuerda del himno de Andalucía, pero a Susana no parece importarle: quiere que el cierre al acto sea una ofrenda floral ante el busto a Blas Infante.

Antes recibe los besos, un millar, porque la totalidad de los casi 600 invitados van a saludarla. Ella alza a otra sobrina y deja otro momento con niño pequeño para las cámaras.

Las felicitaciones se suceden. Se escuchan decenas de enhorabuenas, y de consejos, y de sigue así, tú sé fuerte, y de ¿me recuerdas, verdad?, pero nada de qué hay de lo mío, porque éste no es el momento y el nuevo Gobierno se conocerá en las próximas horas.

Los responsables de protocolo se desesperan porque la cascada de invitados no cesa y el deseo de la presidenta es el de la foto medida. Mientras, los invitados se fotografían con Zapatero (el preferido, en ausencia de Felipe) y otros líderes socialistas, incluso los que podrían tener menos cartel, como Mario Jiménez.

Hay fotos para todos. También de Susana con amigos y su marido, José María Moriche, discreto en todo momento. El día perfecto concluye con el gesto que ha deseado. Junto al busto de Blas Infante, del que ha reconocido su "sacrificio" y toma como referente para "coger confianza de cara al futuro", se fotografía con los cuatro ex presidentes de la autonomía: Rafael Escudero, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán.

Ella en medio. A continuación Susana Díaz, la primera presidenta de Andalucía, se irá a comer en familia. Tal como ha calculado para su día perfecto.

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