Algeciras

Una algecireña se suma en Madrid a la denuncia colectiva por los bebés robados

  • Un total de 261 familias instan a la Fiscalía General del Estado a que inicie una investigación · Los casos se extienden desde los años 40 a los 90 · Los afectados de La Línea deciden no unirse a este nuevo proceso

La investigación sobre la trama de compraventa de bebés robados, que supuestamente operó en España desde el Franquismo hasta los años 90, adquirió ayer una nueva dimensión. La Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) presentó en la Fiscalía General del Estado una denuncia por 261 casos ocurridos en el país, con el objetivo de que se abra una causa penal a nivel nacional. Entre los afectados que se trasladaron hasta Madrid se encontraba María del Mar Díaz, la primera algecireña que inicia un procedimiento judicial por este motivo.

En cambio, las cerca de cincuenta familias de La Línea de la Concepción que han denunciado la supuesta desaparición de niños decidieron no sumarse a la denuncia colectiva, puesto que la Fiscalía de Algeciras ya ordenó abrir una investigación sobre sus casos.

Aún así, más de 200 demandantes acudieron durante la mañana de ayer a la sede de la Fiscalía portando pancartas en las que denunciaban la existencia de unos 300.000 casos relacionados con la sustracción de niños recién nacidos en diversas clínicas del país -a cuyos progenitores se les comunicaba su fallecimiento-, para entregarlos a otras familias tras falsificar toda la documentación necesaria. Según explicó en una rueda de prensa el abogado que representa al colectivo, Enrique Vila, los casos se produjeron en un periodo amplísimo de tiempos que se extiende desde los años 40 hasta los 90.

El presidente de Anadir, Antonio Barroso, expresó a los periodistas su esperanza de que el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, inicie una investigación dado que la asociación cuenta con "muchas pruebas" que demuestran la trama de compraventa de bebés. "Entre los culpables de los robos de recién nacidos se encuentran médicos, matronas, enfermeras, curas, monjas, funcionarios del registro civil e incluso personal de los cementerios", subrayó Barroso, quien insistió en que las sustracciones se efectuaron en todas las comunidades autónomas.

María del Mar Díaz también confía en que la Justicia dé los pasos oportunos para averiguar lo ocurrido durante todas esas décadas. "Este caso ha sobrepasado ya las fronteras españolas. De hecho, durante la concentración había muchas cámaras y periodistas de otros países. Creemos que la repercusión internacional favorecerá la apertura de la investigación", apuntó Díaz.

Por otra parte, los dirigentes de Anadir hicieron especial hincapié en resaltar que los delitos cometidos por los implicados en las tramas no han prescrito a pesar del tiempo transcurrido. "Se trata de secuestros que se mantienen a día de hoy", aseveró Vila, quien añadió que el colectivo acudirá al Tribunal Europeo de Derechos Humanos si Conde-Pumpido considera lo contrario.

"A los bebés los robaban al nacer y a las madres les decían en la clínica que habían muerto. Luego eran vendidos a familias que no podían tener hijos por montantes que oscilan desde las antiguas 50.000 pesetas (300 euros) hasta el millón de pesetas (6.000 euros)", incidieron desde Anadir. Aunque, según matizó Barroso, la asociación considera que los padres de adopción también fueron engañados por las tramas, ya que no se les comunicaba nunca que los menores eran sustraídos.

El caso de María del Mar se remonta a 1969, cuando su madre dio a luz el 25 de diciembre a una niña en perfecto estado de salud en el antiguo hospital de la Caridad. "La pequeña nació sobre las 11:30 horas y pasó todo el día en la habitación con mis padres. Sobre las 23:00 horas empezó a llorar, seguramente porque tenía hambre, y entonces se la llevaron", relata Díaz, quien narró como al día siguiente los médicos les informaron que su hermana había fallecido. Según la versión de la familia, al progenitor le mostraron entonces un bebé muerto, totalmente envuelto y del que sólo se veían los ojos y la frente.

"En el hospital le dijeron a mi padre que no se preocupara por el entierro, que ellos se encargaban de todo. No le dejaron ni tocar la cajita donde estaba guardada la niña, que la metieron en una fosa común", explica la hermana.

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