Asuntos sociales

La vida a través de la ventanilla

  • Más de una decena de personas pernoctan en los coches abandonados del Llano Amarillo · Los vehículos son improvisados dormitorios, en los que se encuentran hasta botellas con orines

Son aproximadamente las 18:00 horas de la tarde y un joven se lava en pleno Llano Amarillo. Desnudo y a la vista de todos los viandantes, el hombre se enjabona, enjuaga y viste sin darle mayor importancia al hecho de hacerlo en medio de la vía pública. Tampoco los paseantes parecen muy sorprendidos. A alguno se le escapa la mirada de reojo, intentando evitar el contacto directo con una situación que podría volverse violenta. Pero es que así es la cotidiana existencia de los que viven en esta explanada algecireña, con un coche como único hogar.

Porque cerca de una decena de personas pernoctan en los vehículos abandonados del Llano Amarillo. Gente con un perfil casi imposible de trazar. "Hay casos de todos los tipos. Individuos con problemas de drogas, varillas o sujetos que, de un día para otro, se encuentran sin casa por problemas económicos", explican los responsables de asuntos sociales del Ayuntamiento de Algeciras. Una teoría que comparten también las organizaciones humanitarias del municipio. Entre ellas, Cáritas. Y así lo expone su presidente local, Juan de Dios Regordán: "Allí pasa las horas, por ejemplo, un hombre de 45 años que se encuentra desligado de su familia".

Una diversidad que complica la resolución del problema. Pero es que, además, a esta variable se le añade el carácter itinerante de los "residentes". Porque su presencia en el Llano Amarillo depende de una serie importante de factores: como el número de coches abandonados y la época del año. "Dichas circunstancias dificultan el prestarle cualquier tipo de ayudas, puesto que necesitamos conocer algún lugar fijo en el que localizarlos para informarles sobre la evolución de sus solicitudes de subsidio", continúan los técnicos de Asuntos Sociales del Consistorio algecireño, quienes también insisten en la imposibilidad de concederle una subvención al no estar empadronados en la ciudad.

Las vidas conocidas del Llano Amarillo se cuentan con los dedos de la mano. La mayor parte de las personas tan sólo pasan algunas noches en la explanada y después se marchan, sin dejar huella. Pero algunos casos terminan por llegar a oídos de las entidades humanitarias. "Hubo una pareja argentina que, de buenas a primeras, se vio durmiendo allí algunos días. Junto a Cáritas, pudimos ayudarles y finalmente se trasladaron a Cádiz", relatan desde Asuntos Sociales.

Otros casos parecen eternizarse en el tiempo. De hecho, un hombre de origen presumiblemente marroquí mata desde hace meses las horas junto a la furgoneta blanca en la que vive. Ciertas mañanas tiende las mantas en uno de los separadores del Llano y, mientras espera que se sequen al sol, fuma y observa el paso de los minutos. Una imagen más que habitual ya para todos los conductores que aparcan en la zona.

Y es que los vehículos se convierten en improvisados dormitorios. Los "residentes" duermen a lo largo de los asientos traseros o tumban el delantero para estar más cómodos. Y, a su vez, acumulan en el interior del coche ropa y utensilios: camisetas, escurrideras, calzoncillos o, incluso, botellas de orines, son fácilmente identificables a través de las ventanillas.

"Aunque en ocasiones se trasladan a pernoctar a la estación de Renfe o se hacen pasar por familiares de un ingresado en el hospital", apunta Juan de Dios, quien subraya que algunas de estas personas también se acercan hasta el comedor de Cáritas para almorzar. "La verdad es que estamos viviendo una situación muy difícil y muy pocos cuentan con una verdadera seguridad económica", concluye.

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