Algeciras

Importante portazo de David Galván

tercera corrida de abono de feria real de algeciras Ganadería: Cinco toros de Núñez de Tarifa y uno, primero de la suelta, de Salvador Domecq. Correcta de presencia y descastados y sin fondo los cuatro primeros, quinto y sexto mejoraron la tarde, sobresaliendo el sexto, premiado con la vuelta al ruedo MATADORES: Enrique Ponce, de Francia y oro, delantera con desarme SALUDOS y estocada VUELTA tras petición y bronca al palco por denegar Alejandro Talavante, de añil y oro, estocada GRAN OVACIÓN tras petición y bronca al usía por no sacar el pañuelo y pinchazo, pinchazo hondo y tres descabellos PALMAS David Galván, de rosa y oro, estocada DOS OREJAS y estocada DOS OREAS Y RABO. Salió a hombros INCIDENCIAS: Media plaza larga

David Galván hizo saltar la puerta grande de la feria de Algeciras con dos faenas de dos orejas, con un rabo en la segunda, y un depurado toreo, en una tarde de toros bajos de raza pero nobles sobresaliendo el ovacionado quinto y el excelente sexto, premiado con la vuelta al ruedo.

Ponce le saca partido a buena parte de la cabaña bovina de bravo de ambas orillas del toreo. La prueba, ayer con el primero, de Salvador Domecq, un toro cuya nobleza únicamente se puede cuestionar porque amagó algunas veces por colarse por el derecho, con escasa fuerza y sin entregarse humillando. Con esos mimbres se hace un cesto en Chiva y bien redondo porque el torero le sacó todo el partido que tenía el toro. Eso sí, sin más profundidades, pero solvente desde el trasteo inicial hasta las suaves pinceladas de remate. El público se enfadó porque el presidente no le concedió la oreja del cuarto. La verdad es que un profesional de esa categoría se exige a sí mismo estar así delante de un toro manso que hasta se echó, acobardado durante la faena de muleta. Muy noble, pero sin casta alguna y cuando acometía el engaño a media altura, que con insistencia, voluntad y afán le ofrecía Ponce, soseaba.

Talavante levantó las expectativas con el buen manejo del capote con su toro primero, que aparentó buena condición en los primeros tercios, pero que no duró y vino muy a menos. No fue picado apenas, pero ni por esas. Abrió Talavante con estatuarios resolviendo una colada para gobernar el desmán con la zurda. Hizo sonar la música con sus excelentes formas al natural, pero el toro comenzó a pararse en la serie por la derecha hasta agotarse sin que la faena llegara a cobrar vuelo. La estocada movió los pañuelos pero el usía desoyó la petición.

El segundo del extremeño tuvo más que torear, con acometividad aunque algo descompuesto ta vez por la falta de fuerzas. Talavante lo fue ahormando hasta que acompasó la embestida alternando la mano derecha con la zurda, ligando y con el salpicado de los detalles en el afarolado, el cambio de mano o el molinete invertido de sus amplios registros. El toro gustó y fue aplaudido, y la labor del torero también, pero el acero dio al traste con lo que hubiera sido un triunfo.

Salió Galván a por todas en su primero poniéndose de rodillas a porta gayola. El toro le pasó por encima pero ya en pie el torero ofreció un vibrante abanico de delantales.

La cosa prometía, el toro acometía sin maldades y la suerte de varas fue un chaparrón de marronazos. Ya en el tercio de banderillas, el nobilísimo animal comenzó a pararse. Galván citaba para alegrar unas primeras embestidas en las que no hubo por abajo la entrega que puso el torero. Con voluntad porfiaba pero el parado animal no regaló nada. Solución, el arrimón, muy cerca de los pitones del paradísimo toro hasta tirar los trastos. Santo remedio porque el público sacó con fuerza los pañuelos.

También recibió su varita de puro trámite el sexto, toro que se empleaba a más, metiendo la cara, con vigor y fijeza. Los doblones iniciales, no exentos de castigo, tuvieron sabor y eco en el toro, que se los tragó hasta el centro de la plaza. Rompió pronto la faena con el toreo en redondo de Galván en dos series largas y la alegre acometida de este sexto, de gran pitón derecho.

Buen toro, con emoción y acudiendo al cite de largo en el centro del ruedo y extraordinario el isleño con la mano derecha. Al natural en el primer intento desbordó el torero, domeñando la embestida en la segunda tanda. Muy bien el torero, que puso al público en pie al retomar la mano derecha y con los remates y desplantes. Lástima del desarme final, que arregló, citando a matar en la losetilla de una estocada. Gran toro y excelente faena de fin de feria de la que se va a hablar. Que vengan más y que haya un feliz fin de feria como el que ha tenido la taurina.

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