Algeciras

De Algeciras a Oxford pasando por Japón

  • El científico algecireño Andrés Payo ha hecho de su pasión por el mar su vida en la investigación Su labor, junto a un premio Nobel, despierta gran expectación

La ciencia ya no es una moda pasajera, sino que forma parte del ADN algecireño. En esta ciudad las conferencias siempre habían versado sobre temas históricos, sobre derecho, cultura...pero ¿sobre ciencia? Pocas veces ha generado tanto entusiasmo conocer la pericia de un científico, pero es que además se pudo conocer de cerca su labor diaria y, además, con un algecireño como protagonista. Detrás de toda esta explosión por conocer más y más sobre la ciencia está Ana Villaescusa y su Diverciencia. En estos diez años se han podido descubrir a talentos de la talla del astrónomo Javier Peralta o el investigador Asier Unciti, pero nada se sabía de Andrés Payo.

De Algeciras a Oxford o cómo acabar investigando con un Nobel fue el título de la conferencia que ayer ofreció en su tierra, en el edificio de la Fundación Campus Tecnológico. Andrés Payo, además de algecireño, es especialista en Modelización Ambiental y actualmente investigador asociado en el Instituto de Cambio Ambiental (ECI) de la Universidad de Oxford (UK) e investigador en la Universidad de Southampton (UK).

Estudió en el colegio Los Pinos hasta que se marchó a Puerto Real a estudiar Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz (UCA). Ahora tiene 37 años y si calcula el tiempo que lleva estudiando le salen, que nadie se alarme, alrededor de 20. Cuatro años de carrera; cuatro más de doctorado; dos postdoctorados, uno en Estados Unidos (EEUU) y otro en Japón; un trabajo en una empresa privada siendo jefe del departamento de I+D+i, lo que le mantenía ligado al estudio e investigación; y ahora lleva casi cinco trabajando en proyectos diferentes. "Si se suma al final son casi 20 años estudiando", reconoce.

Payo acudió a la conferencia con un mensaje claro: "Cualquier cosa que elijas al final se acaba complicando, por eso necesitas pasión para que, cuando se complique, seguir adelante". Incidió en el ritmo, ya que muchas veces se sigue el que marcan los demás. Por eso animó a que sigan su pasión, pero que lo hagan a su ritmo. "He tardado veinte años desde que hice el doctorado hasta llegar a Oxford. En cinco años se puede llegar perfectamente si sigues otro camino, pero mi ritmo era ese".

En un encuentro previo con este diario, Payo no dudó en reconocer, valga la paradoja, que "nunca" destacó por ser un alumno brillante en la EGB. Con perspectiva lo achaca a que tenía otros intereses, como la pesca submarina. En BUP hubo un cambio, además de motivado por la insistencia de los padres, al descubrir las ciencias. "No sabía ni mucho menos que me quería dedicar a ser científico hasta que tuve que elegir la carrera. No había entonces un programa como Diverciencia, no sabía lo que era un científico, en mi familia no hay ni un sólo científico ni conocía la labor que hacían".

Los vídeos de Jacques Cousteau jugaron un papel fundamental en su vida, hasta el punto que le hicieron decidirse. "Fue la primera vez que la gente de a pie teníamos acceso a ver el mundo marino debajo del agua. Eso me enganchó, no la ciencia. Hice la carrera que me gustaba, no por las salidas que tenía, sino porque era lo que me gustaba: el mar". Cuando se planteó hacer Ciencias del Mar podía haber elegido estudiar en Canarias, sin embargo su origen humilde le llevó hasta Puerto Real y "ahí empezó el amor por la ciencia".

Descubrió que su pasión era la Ingeniería de Costas. Identificó a los máximos investigadores del área en España, los hermanos Losada y se acercó a uno de ellos e hizo el doctorado en Granada. Continuó formándose en EEUU y luego viajó a Japón, el referente mundial por las catástrofes naturales que se producen, los que les hace promover la investigación.

Seguidamente, Payo explicó que su curiosidad y las ganas de hacer cosas le hizo trabajar en una empresa privada de meteorología y oceanografía, que se encarga de medir el oleaje en toda España. No obstante, decidió dejar el ámbito privado: "Salió la opción de un proyecto cuyas habilidades que pedían eran justo las que había estado cultivando sin saberlo para poder atenderlas y resultó que era la Universidad de Oxford".

El se define, en su función actual, como una "pieza pequeña dentro de una maquinaria muy grande". Uno de los proyectos en los que trabaja la universidad tiene un presupuesto de en torno a 5 millones de libras. Payo desarrolla modelos ambientales. Toma a expertos de todas las ramas (ecología, biología e incluso ciencias sociales) y observa cómo funciona el sistema natural desde muchas perspectivas diferentes y su labor es integrarlo.

A Payo le gustaría volver a España y se confiesa enamorado de su tierra. Sin embargo, apuntó que "en el momento en el que en España la ciencia sea atractiva venimos solos. Por el momento dista mucho de poder ofrecer lo que se ofrece en otros sitios. No es cuestión de querer o ganas, cuando haces investigación quieres jugar en la primera liga, no en tercera división porque tu carrera investigadora es como los deportistas, es muy corta, si no estás en el frente cuando tienes que hacer las cosas pierdes el tren". En España falta lo más importante, el apoyo económico.

Como curiosidad sobre los estudios que se llevan a cabo en la zona, habló de cómo frenar el avance de la duna de Tarifa. Hizo referencia a una solución novedosa que estudia la UCA consistente en mojar la arena con aspersores para que no se levante con el viento, porque es el principal factor que provoca su avance. "Al final es pura lógica", apuntó.

Sobre Diverciencia y la labor de Villaescusa, a la que definió como la "Cousteau de Algeciras", lanzó un mensaje positivo: "Es muy sano y saludable que la ciencia haga ruido, porque nunca sabes si te gusta o no, pero si no lo has escuchado nunca no lo sabrás".

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