La primera edición de Algeciras Entremares, la fiesta de las culturas del Estrecho, concluyó ayer con una jornada marcada por la difusión del folklore musical de Algeciras y los pueblos del entorno, una exhibición ecuestre y el buen ambiente que llenó durante toda la mañana el parque María Cristina, animando las calles del centro.

La jornada comenzó con la apertura de los puestos -con heterogénea mercancía a la venta- del parque María Cristina donde, a las once, la banda de música Virgen de la Palma ofreció un recital de música española en el templete. Para esa hora, muchas familias comenzaban a llegar al parque aprovechando que las previsiones meteorológicas que apuntaban a la lluvia no acertaron. Finalmente si se dejó notar, fue apenas unos minutos y sin intensidad. Nada que impidiera el desarrollo de la fiesta.

A mediodía, el coso taurino de Las Palomas acogió una exhibición ecuestre y de enganches donde expertos jinetes mostraron al tendido (media plaza llena) las labores del enganche de calesas, doma clásica, doma vaquera y los distintos pasos con el caballo. Un espectáculo que reunió a muchos aficionados al mundo equino y muy agradable de ver, debido a que el coso permitía una visión de conjunto desde el graderío. Así mismo, para entroncar con las tradiciones que jalonan el programa de Algeciras Entremares, los participantes también hicieron una demostración de los trabajos de labranza en el campo con animales de carga y aperos. En este acto se dejaron ver el alcalde, José Ignacio Landaluce, y buena parte del equipo de gobierno.

Paralelamente, el María Cristina se convirtió en el epicentro de la fiesta en la calle. Cruzar el parque por la calle central costaba ante la variedad de mercaderías y el gran número de personas congregadas para escuchar la música popular campogibraltareña.

Actuaron, entre otros, la compañía de flamenco El Duende, de Algeciras, que interpretó el bolero local. La asociación La Jincaleta, de Jimena, centró su repertorio en fandangos rurales, con letras alusivas a las corchas, la vida en el campo, la labranza y las fiestas populares, aquellas donde se buscaba novia. O al paso de los matuteros cargados con tabaco de extraperlo de Gibraltar camino de Gaucín y Cortes de la Frontera.

Castellar también dejó su impronta, así como la asociación Nuestra Señora de la Luz, que interpretó chacarrá (fandango tarifeño) tanto en su modalidad suelta como agarrada. Cantos populares con letras para cada ocasión y que solían interpretarse durante las corchas, o en las veladas nocturnas en los cortijos a la luz de la candela.

La música de la escuela municipal de San Roque, comandada por Chari Expresati, llevó el tradicional fandango del Albarracín, también conocido como "de punta y tacón", con letras que hacían alusión al vecino territorio de Gibraltar y la alegría de volver a San Roque.

Todas las actuaciones levantaron aplausos entre el público, generalmente personas de edad avanzada que recordaron tiempos pasados. Tanto público había que Feria y Fiestas tuvo que disponer más sillas de plástico en la zona central del parque para que se acomodaran.

A esa hora, estar en el parque era poco más que una tentación. Olía intensamente a chorizos asados, a patatas fritas y a otras delicias que, regadas con cerveza, fueron adquiridas por muchos para calmar el estómago hasta la hora de comer.

Tras el parón del almuerzo, que muchos aprovecharon para tapear y probar los platos especiales que estos días han preparado algunos establecimientos del centro, hubo de nuevo música popular en el María Cristina.

El broche final para esta primera edición de Entremares corrió a cargo de la orquesta sinfónica Amigos de la Música, que ofreció un recital en la Plaza Alta interpretando piezas extraídas de bandas sonoras de películas.