Opinión invitada

Aceituna de mesa: de tradición viajera

  • Las cooperativas son las auténticas protagonistas, con el 50% de la producción nacional.

 EL sector de la aceituna de mesa a nivel internacional se ha duplicado en los últimos 25 años. Actualmente, la producción mundial de aceituna de mesa supera los 2.500 millones de kilos, de los cuales aproximadamente 550 provienen de España, que supone un 27% de las exportaciones mundiales. Andalucía produce el 80% de la aceituna española y representa entre un 20% y un 25% del total mundial de exportaciones. A pesar de estos datos tan positivos, la realidad es que nuestro país está perdiendo peso internacional. Además de Grecia y Argentina, nuestros competidores tradicionales, irrumpen otros países que están ganando cuota en las exportaciones de aceituna de mesa: Egipto, Turquía, Marruecos y puntualmente Argelia. No obstante, todos ellos atraviesan importantes situaciones de inestabilidad política que España debe aprovechar. 

España ha abierto mercado en 150 países y no podemos dormirnos en los laureles y dejar a otros países que nos ganen la partida y nos quiten clientes. Por tanto, tenemos que diversificar nuestros productos, apostar por las figuras de calidad de nuestra aceituna tradicional, aumentar nuestra diferenciación y ganar cuota internacional. La fortaleza de nuestro sector se traduce en la labor de Interaceituna, la interprofesional de la aceituna de mesa, que desde 2005 ha aportado cerca de 17 millones de euros a la promoción nacional e internacional.

 

Aparte de esta pérdida de cuota internacional, nuestro sector sufre una baja rentabilidad del fruto en origen. Otra de nuestras debilidades es la atomización de la oferta, que suma más de 300 industrias para tan sólo 2.500 millones de euros de facturación. Debemos solucionar  la banalización del producto, sobre todo en variedades como la Manzanilla y la Gordal, con elevados costes de producción, introducir nuevas variedades que demanda el mercado,  ponernos a la cabeza en innovación de procesos productivos en toda la cadena de valor y potenciar sus cualidades de alimento vegetal saludable. No obstante, nuestro sector presenta fortalezas, como el dinamismo empresarial, la resistencia a la crisis económica, nuestra valiosa aportación a la economía nacional como fuente de empleo y de divisas, así como una destacada e innovadora calidad, sanidad y seguridad alimentaria.

 

En el panorama internacional, la salida del Reino Unido de la Unión Europea plantea un escenario de gran incertidumbre para la política y la economía. Aunque todavía es demasiado pronto para hacer una evaluación del alcance y las consecuencias del Brexit, no debemos descartar que en el futuro se levanten barreras que dificulten el acceso al mercado británico, uno de los más importantes para la aceituna de mesa española. El tratado TTIP entre la Unión Europea y los Estados Unidos podría ser muy beneficioso para nuestro sector, ya que eliminaría importantes barreras que actualmente existen para la aceituna de mesa. Por un lado, se eliminaría la obligación de inspeccionar la aceituna negra importada en Estados Unidos, un requisito para defender la producción de aceituna de California que tiene un elevado coste y provoca un importante incremento en el tiempo de acceso de nuestros productos al mercado estadounidense, tiempo que repercute en el precio y la competitividad de nuestros productos. Por otra parte, se unificarían las normas de productos fitosanitarios, que actualmente son mucho más restrictivas en Estados Unidos que en la UE. Lamentablemente, las recientes rondas de negociaciones han dejado fuera la unificación de normas fitosanitarias.

 

Como presidente del Consejo Sectorial de Aceituna de Mesa de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, me enorgullezco del protagonismo del mundo cooperativo en el sector de la aceituna de mesa. Más del 50% de la producción nacional de aceituna pasa por las cooperativas. Tan sólo las dos primeras cooperativas españolas, Agro Sevilla y Dcoop, suman el 50% de la aceituna de variedad Hojiblanca, siendo empresas eminentemente exportadoras. La falta de dimensión es un problema que también afecta al sector cooperativo. Nos quejamos de que el industrial gana más que nosotros, pero es que no podemos conformarnos con cultivar y almacenar la aceituna; tenemos que aspirar a abarcar lo más posible en la cadena de valor y acercarnos más a los consumidores. Para ello, las cooperativas tienen que ser más competitivas y regirse por criterios empresariales. Estoy convencido de que tenemos que apostar por una mayor concentración para ser más competitivos. Tenemos que invertir, arriesgar, profesionalizarnos y crecer de un modo sostenible.

 

Nuestro sector cooperativo debe trabajar en unión, aunando esfuerzos, abandonar personalismos y localismo, tener una visión común de mercado globalizado, autorregularnos si fuese necesario, evitar enfrentamientos y empatizar entre los diferentes, pues todos somos necesarios e imprescindibles en el prometedor futuro de la aceituna. Como objetivos,  debemos luchar contra la venta a resultas y obtener precios ciertos y rentables para el agricultor,  ganar peso frente a las administraciones públicas y asociaciones nacionales e internacionales, lograr una ayuda acoplada para el sector en el marco de la PAC, reestructurar el sector en favor de las variedades más rentables, y por último, trabajar para que la Ley de Integración de Cooperativas nacional y autonómica, sirva para lograr un desarrollo más competitivo del mundo cooperativo.

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