La opinión invitada

Soluciones para los ganaderos de porcino españoles

  • El autor reclama mejor gestión de la CE y la apertura de fronteras a la exportación.

UNA explotación porcina tipo con 500 madres está perdiendo a la semana 4.500 euros y acumula ya más de 12 semanas consecutivas con precios por debajo de los costes de producción. Según datos de SIP Consultors, los costes de producción se elevan a 1,12 euros/kg en lo que va de año. En 2016, el precio medio del cerdo vivo se ha situado en 0,95 euros/kg, frente a un precio medio de 1,13 euros/kg en 2015, 1,27 euros/kg en 2014 y 1,37 euros/kg en 2013. De estas cotizaciones hay que restar los eventuales descuentos practicados por los mataderos, que rondan en torno a 0,03-0,06 euros/kg por ejemplar vivo.

Sin embargo, los bajos precios de la carne de cerdo en origen no se están trasladando al precio de venta al público (PVP). El diferencial entre la granja y la mesa es el más alto de los últimos dos años: 450%. De enero de 2014 a diciembre de 2015, los precios al ganadero han caído un 25%, mientras que para el consumidor apenas se han reducido un 1%. Resulta lamentable que industria transformadora y cadenas de distribución engorden sus márgenes mientras que los ganaderos de porcino no llegan ni a cubrir costes. Ante esta situación, desde COAG hemos pedido al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) que actúe y penalice las prácticas comerciales abusivas por parte de la industria y las cadenas de distribución. Asimismo, hemos solicitado un esfuerzo a la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) para aumentar sus inspecciones en este sector.

Si hablamos del futuro, las previsiones del mercado no son demasiado buenas a corto y medio plazo. España es de los pocos países que sigue incrementando su censo de reproductoras y esto hace que se incremente el número de cerdos. Necesitamos de las exportaciones (que suponen entre el 44% y el 48% de la actividad), y no ayuda para nada tener cerrados mercados como el de Rusia. No es un problema tanto de la cantidad que España ha dejado de exportar a este país como de la que ha dejado de exportar el conjunto de la Unión Europea (en torno al 28% de lo que se exportaba).

¿Cómo se podrían solucionar las pérdidas para los ganaderos?

Hoy en día el sector se ha modernizado de tal manera que es capaz de predecir muy bien cómo va a evolucionar: sabemos que hay un incremento en el número de cerdas y lechones que nacen, y podemos prever cuántos van a ser sacrificados en los próximos meses, etc. Pese a tener todos estos datos, la puesta en marcha de medidas como el almacenamiento privado de la carne de cerdo no se ha realizado en los momentos más adecuados. Ha habido falta de previsión y lentitud por parte de la Comisión Europea.

Si sabíamos que en septiembre íbamos a tener problemas por un incremento de la producción, medidas como el almacenamiento privado deberían haberse puesto en marcha en octubre y no el 4 de enero, como ha pasado finalmente. Si se hubiera hecho así, nos habríamos anticipado a la progresiva bajada de los precios que venimos padeciendo. La carne que ahora está congelada saldrá al mercado en junio. Si se hubiera hecho como reclamamos, estaría en el mercado en marzo-abril, un mejor momento por una menor producción.

Además, es necesario que el Ministerio de Agricultura refuerce las negociaciones bilaterales con Rusia para procurar una apertura de su mercado y levantar el embargo político a las importaciones agroalimentarias de la UE. La apertura de fronteras supondría un balón de oxígeno para las exportaciones comunitarias (y por ende estatales) y una mayor fluidez en el mercado, teniendo en cuenta que el tratado TPP supondrá un mejor acceso de la carne de cerdo originaria de Estados Unidos y Canadá a países asiáticos como Japón.

Asimismo, es importante la puesta en marcha de programas de promoción que potencien el consumo tanto a nivel estatal como en la UE y otros mercados exteriores (que incidan en la apertura de mercados alternativos al de Rusia), y la reducción de los costes mediante el fomento de la producción de energía en las propias explotaciones porcinas. Tras la alimentación, el capítulo energía-gestión es el que mayor peso tiene en los costes totales de un kilo de carne de cerdo (23% sobre el total). Las explotaciones porcinas producen una serie de subproductos (cadáveres, purines, etcétera), que podrían revalorizarse y emplearse en la generación de energía aplicable en la propia explotación, evitando así el coste de gestión de estos subproductos y repercutiendo de manera positiva al ganadero y al medio ambiente.

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