La opinión invitada

Salvemos la dehesa

  • Los autores defienden que los fondos Feader son insuficientes para lograrlo.

QUISIÉRAMOS aclarar algo sobre lo publicado en este diario con el título Los fondos Feader al rescate de la dehesa (22/12/2015), que basado en información oficial, daba a entender que se iba a garantizar el futuro de la dehesa gracias a una serie de subvenciones con fondos Feader, que aparecen en el Plan de Desarrollo Rural de Andalucía (PDRA), como si fueran "el bálsamo de Fierabrás" que todo lo cura.

Pero el PDRA tiene que repartir estas escasas ayudas (25% de la PAC) en toda Andalucía. Además son inseguras (nuestra Administración tiene que poner una parte) e inconsistentes (se convocan esporádicamente e incluso pueden ser retiradas una vez concedidas). Por eso no se daban cifras.

La pérdida de la dehesa se debe especialmente a la mala gestión de la Administración Española dentro de la PAC, incluso reconocida en Bruselas, donde no entienden cómo el gobierno español no tiene un plan para asegurar su conservación tratándose del mejor ejemplo de sostenibilidad para el modelo agrario que quiere desarrollar la PAC.

Además, la anunciada puesta en marcha de la Ley de la Dehesa, ya obsoleta antes de ser activada, junto con un inadecuado Plan Director de la Dehesa, aumentará la asfixia burocrática del ganadero.

La Administración reitera que los males de la dehesa radican en que Bruselas no la conoce bien, y que por ello no encaja administrativamente dentro de la PAC. Pero esto no es verdad. Los problemas de la dehesa son exclusiva responsabilidad española. En los reglamentos de la nueva PAC (2015-2020) cada Estado miembro dispone de flexibilidad para desarrollarla de acuerdo con sus prioridades. Sencillamente, España la ha desarrollado sin contar con la dehesa. Nuestros políticos se jactan de haber dado la vuelta a la nueva PAC para que todos los agricultores cobren igual que antes. Pero en el caso de la dehesa recibirá bastante menos, porque le han quitado indebidamente muchas hectáreas con derecho a cobro (30-40% de la superficie total) en base a un absurdo CAP (Coeficiente de Admisibilidad de Pastos) que penaliza la presencia del árbol en lugar de premiarlo.

Los enemigos de la dehesa no están fuera, los responsables son nuestras instituciones; con el agravante de que España está obligada a conservarla por ser territorio protegido en la UE (Directiva Hábitats 92/43).

La dehesa está desapareciendo por una serie de graves problemas que asientan fundamentalmente en su falta de rentabilidad, que es lo que determina su abandono. Su conservación obliga a hacer una inversión anual que provoca un déficit de unos 200 euros por hectárea; mientras que por decisión de nuestra administración se recibe una media de unos 75 euros por hectárea de los pagos directos.

Con esta situación de déficit no hay productor que pueda mantenerla, produciendo (paisaje, biodiversidad, amortiguación del cambio climático, lucha contra el fuego y la desertización) y llevando armonía al entorno natural para el bien de la sociedad.

Ahora, nuestra Administración, responsable de esta injusticia, quiere ayudarla con "cataplasmas" insuficientes. La más importante, la Ayuda Asociada al Ganado, solo supone 20-30 euros por hectárea. Pero, ¿y los 100 euros por hectárea que faltan para su conservación? ¿Van a venir del PDRA?

No es posible. Hay que abrir un debate público que involucre a la sociedad para que ésta obligue a la Administración a cambiar su política sobre la dehesa; ya que su desaparición sería una catástrofe cultural y medioambiental. Hay que recordar que la dehesa es la última barrera frente al avance del desierto por el sur de Europa.

La dehesa no puede estar a expensas de una rebuscada "definición administrativa" para incluirla con calzador junto con todas las tierras no cultivables. La dehesa tiene entidad propia e historia suficiente para poder exigir su consideración como cultivo permanente, con árboles principalmente Quercus, destinado fundamentalmente al aprovechamiento ganadero. Todos los demás valores y usos vienen por añadidura, porque manejando bien el ganado y el árbol tenemos asegurado el resto de sus producciones y valores.

La dehesa es distinta de un bosque maderero, de un matorral, de un erial o de una tierra abandonada, donde España la sitúa administrativamente; para que ni siquiera el Magrama pueda considerarla una superficie propia...

Sólo falta una decisión política innovadora para sacarla administrativamente de la situación vulnerable en la que se encuentra; pues está situada en la PAC en el peor lugar, con los "pastos Permanentes" (el grupo peor pagado), y sometida al erróneo CAP español.

La dehesa ha llegado hasta nuestros días por su manejo secular, como un sistema ganadero desarrollado en tierras pobres, y con una continua labor del ganadero, seleccionando la arboleda y cuidando los pastos, como un auténtico conservador del ecosistema.

Bajo este planteamiento, la Administración española debe definir adecuadamente la dehesa, presentarla ante Bruselas, y defenderla dentro de los cultivos permanentes con la misma fuerza que se han defendido otros terrenos y cultivos de mucho menos valor medioambiental.

La puerta está abierta en Bruselas, sólo hace falta voluntad política para aplicar la PAC dentro del alto grado de libertad que tienen los Estados (Reglamentos UE 1307/2013 y 639/2014), para fijar criterios objetivos, y definir prácticas locales que fomenten una gestión sostenible de los recursos naturales. Precisamente lo que necesita la dehesa para salvarse, por el bien de toda la sociedad europea.

Clemente Mata Moreno, Manuel Sánchez Rodríguez, Vicente Rodríguez Estévez y Cipriano Díaz Gaona, miembros de la Cátedra de Ganadería Ecológica Ecovalia de la Universidad de Córdoba.

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