La opinión invitada

Los cordones

  • El articulista advierte de las consecuencias de la ineficiencia de la Administración.

ESPAÑA es un país complejo y complicado. Complejo como se acaba de demostrar en las últimas elecciones al parlamento nacional, y complicado, como se demuestra casi todos los días. A pesar de todo España es un gran país para vivir.

Pero trabajar, desenvolverse, y sobre todo emprender e innovar en España y hacerlo todo dentro de la ley, cumpliendo todas las normas, no es nada fácil.

A veces el servicio público -el servicio del Estado- pierde de vista el servicio al público, el servicio al ciudadano. Que por otro lado es el titular del Estado. ¿No es una paradoja?

¿Quién no se ha encontrado alguna vez ante la ineficacia de nuestro sistema y de nuestras normas? Se pueden contar multitud de casos que llamarían la atención de cualquiera.

Como que la Seguridad Social le cobre a un trabajador en activo una atención médica de urgencias, después de que la ambulancia lo deje a su suerte en el límite provincial por tratarse de otra autonomía. O que el médico de la sanidad pública diga a un paciente que es mejor hacerse unas pruebas clínicas por la sanidad privada por si el asunto es de importancia.

O que el trámite de un documento ambiental de mínima envergadura se pase doce meses entre "los de autorizaciones", "los de impacto", "el agente del medio natural" y "el técnico de conservación" en tanto el usuario observa atónito cómo se ha multiplicado lo que él creía que era una sola ventanilla. O que un experto cazador con licencia en varias autonomías tenga que hacer un curso de varios días para cazar un día en otra autonomía limítrofe, como si las perdices y el resto de la fauna hubieran cambiado totalmente al cruzar el límite administrativo.

Según un reciente estudio el tiempo medio de implantación de un establecimiento industrial -obtención de licencias- es de diecisiete meses.

Si se pide eficiencia y competitividad a empresas y autónomos, ¿no se le puede pedir un poco de lo mismo a nuestro sistema común?

Hace poco tiempo se planteó esa cuestión en un amplio foro celebrado en Sevilla en un importante hotel y no interesó a la mesa durante el turno de preguntas del público, pero se comentó al salir. Entonces, un político (iba a decir que "en activo" pero no hace falta porque casi ninguno se considera retirado), comentó: "pues gracias a eso vivís los ingenieros, de resolver esos problemas". Vamos, para quedarse boquiabierto.

Creo que lo dijo con intención humorística. Pero me queda la duda. ¿Verán ellos así la función del Estado? Pues por sus hechos los conoceréis.

Los problemas de verdad son otros.

Recientemente se ha celebrado en Milán un Congreso Mundial de Ingenieros Agrónomos donde se ha puesto de manifiesto el reto de los años venideros en la producción de alimentos para una población creciente. Y sus condicionantes y exigencias.

También se ha celebrado en París un importante encuentro mundial sobre cambio climático en el que se ha acordado compromisos económicos y legislativos de calado para los estados participantes.

En España estamos iniciando un septenio de Política Agrícola Común europea con nuevos fondos dedicados a nuestro país para converger con Europa. Es una responsabilidad aplicarlos adecuadamente. Ya que no ha sido así hasta ahora en todos los casos.

Andalucía tiene aproximadamente un PIB con el 70% correspondiente a servicios y el 5% a agricultura. Pero a esa agricultura se le puede dar mucho más valor añadido fomentando su transformación en productos más elaborados. Para eso hay fondos europeos. Aquí se transforma la tercera parte de la producción primaria y en Cataluña se transforma más del 100%.

En el sector agroalimentario nos queda mucho camino por recorrer. Por eso resulta decepcionante y desalentador que en la reciente oferta de empleo público andaluz, unas quinientas plazas, no haya ninguna nueva para ingeniero agrónomo, que es el profesional, experto en esta materia, más cualificado con el que puede contar la Administración.

Entre las cincuenta medidas que cambiarán Andalucía propuestas por la Asociación Superior de Ingeniería de Andalucía (Asian) se encuentra la eficiencia de la Administración como una medida necesaria.

Tenemos enfrente problemas y cuestiones a resolver de suficiente profundidad y envergadura como para que agotemos nuestras energías en solventar las dificultades que nosotros mismos nos ponemos por delante.

Pero además está la conciencia cívica, de ciudadanos responsables y exigentes, que democráticamente esperan que el Estado, sobre todo si es de bienestar, les facilite la vida y que éste, esté al servicio de las personas y no al revés.

De modo que si queremos avanzar es mejor no pisarnos los cordones.

P. D. No quisiera terminar estas líneas sin dedicar un sentido recuerdo a un amigo, una gran persona, colaborador admirable de este periódico, que nos ha dejado prematura y recientemente, a un buen escritor, Íñigo Ybarra Mencos.

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