AGR Andalucía

¿Palabras o hechos?

  • La autora denuncia los múltiples escollos que dificultan la incorporación de jóvenes.

ESTE mes hace diez años que cambió mi vida. Por circunstancias y por primera vez, tenía que preocuparme directamente de lo que ocurría en el sector agrario y su alrededor. Yo que estaba terminando un MBA en el Instituto de Empresa de Madrid, con 23 años, y lo que menos me apetecía era volver a casa a ocuparme de unas vacas y hacer tratos con el primer corredor que apareciera. Hasta que me senté, y comprobé que el campo es más que un paisaje bucólico; el campo es una empresa familiar; da un servicio a la sociedad; busca rentabilidad; crea empleo; todo ello significa tener una gran responsabilidad. Y la famosa teoría de los tres círculos -patrimonio, familia y empleados- se cumple en una explotación, con todas las combinaciones que queramos hacer.

Y de repente, encuentro que hay jóvenes -sí, créanme que los hay- que quieren dedicarse al sector, y están formados como yo. Y descubro que en otros estados miembros también hay jóvenes que además quieren que se les tengan en cuenta en la política agraria común, y Europa se empieza a interesar y llega 2014 y los medios empiezan hablar cada vez más de jóvenes que regresan al campo. Las administraciones públicas, vamos, los políticos, empiezan a introducir en sus discurso relevo generacional, rejuvenecimiento del sector, el campo y los jóvenes, y como se dan cuenta que con estas palabras atraen bastante a la audiencia, continúan hasta hoy.

Sin embargo, aún están firmes y presentes las barreras para que los jóvenes entren al sector y para los despistados que aún no las han escuchado las enumero: acceso a la financiación, tierra, mercado, y últimamente se está añadiendo también acceso al conocimiento y a la innovación. Como hay que pensar en positivo, vamos a cambiar barreras por retos. Y estos retos se pueden resumir en algo tan simple de mencionar como tener recursos económicos. La UE nos ha tendido la mano a los jóvenes y ha ofrecido ayudas económicas, entre ellas, a la primera instalación, que en España se encuentran dentro de los PDR, que gestionan las comunidades autónomas. Por tanto, dependemos, como diría un amigo, de nuestros "presuntos implicados", que son las Administraciones Públicas de cada Comunidad. Pero no voy a comentar si estas ayudas se convocan anualmente en todas las regiones, si se resuelven pronto, si es normal que estemos a finales del 2015 y aún no se hayan presentado en algunas partes de España... Dejemos estas palabras como trailer de otro capítulo. Sí me quiero centrar en que el problema económico se puede resolver no solamente ofreciendo dinero, sino con una mayor implicación de las Administraciones. En sus manos están muchas decisiones. Por eso son "presuntos", pero queremos que sean también "implicados" y créanme no les voy a mendigar dinero aunque suene extraño. Les pido que hagan medidas para que favorezcan el relevo generacional.

Nos vamos a Andalucía. Si nos han recortado los presupuestos para jóvenes, al menos hágannos la vida más fácil. Ya tenemos los jóvenes bastantes obstáculos. Entre ellos el acceso a la tierra, que es nuestra herramienta de trabajo: es como un ordenador a un contable o un móvil a un gerente. Hay jóvenes que tienen la suerte, al menos en principio, de que sus abuelos y sus padres hicieron un esfuerzo en su día por comprar tierras y dedicarse a la producción. Y de repente una persona joven escucha la llamada del campo, y quiere emprender en el sector y los padres, que muchas veces prefieren que los hijos miren hacia otro lado, les cede las riendas, pero… ¡Sorpresa! Y esta vez de las desagradables, nos encontramos con problemas fiscales, aparte de los trámites burocráticos, con el tiempo que ello conlleva, y donde puedes empezar a poner en práctica los conocimientos zen, sobre todo el de la paciencia. Además, se encuentran con que hay que soltar dinero, que en la mayoría de las ocasiones, no se tiene. Se están dando pasos en el Impuesto de Sucesiones en la empresa familiar, pero ¿y el campo? Sí, es también una empresa familiar, pero si queremos rejuvenecerlo hay que apoyarlo, ¿no? Y ahora no estoy diciendo que nos ayuden con subvenciones para comenzar a producir, sino que este comienzo no nos suponga un desembolso económico grande. Lo triste es que esto sucede en la tierra donde vivo , Andalucía. Muchos jóvenes agricultores me dicen: "Menos mal que no he nacido en Andalucía", porque le costaría mucho más iniciarse. Y me parece injusto ese comentario, pero es real. Hay muchos jóvenes andaluces que quieren dedicarse al sector agrario y ganadero: sólo hay que contar las solicitudes a la primera instalación. Cada joven que se instala puede crear al menos siete puestos de trabajo (directos y/o indirectos). Estos jóvenes son unos valientes, se quieren quedar en el sur de España, con la que está cayendo, y en el campo. Pues, ¡vamos ayudarles! Si en Andalucía conseguimos rejuvenecer el sector y ser un ejemplo de otras Comunidades Autónomas, será un avance para el campo andaluz. La mejor campaña política es demostrar con hechos los éxitos de una gestión. Y ojalá estas últimas palabras sean el trailer de otro capítulo.

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