La opinión invitada

Precio, concentración de la oferta y relevo generacional

  • El articulista analiza los principales retos del sector agrario en esta legislatura.

LA industria agroalimentaria constituye no sólo un sector estratégico de la economía andaluza, sino que, a nuestro juicio, es el motor económico y social de Andalucía. En los últimos años ha experimentado un continuo crecimiento en las exportaciones, en inversiones directas, como generador de empleo y valor añadido, dinamizando el medio rural al contribuir a su desarrollo y sostenibilidad y, por supuesto, incrementando los beneficios en otras actividades auxiliares. Por ese motivo, el nuevo cuatrienio que se nos presenta por delante después de las elecciones autonómicas y con la constitución formal del Gobierno, tiene que servir para afianzar el buen funcionamiento de este motor que tira de toda la economía andaluza.

La Consejería de Agricultura tiene ante sí retos que no son nuevos, pero a los que hay que dar ya una respuesta definitiva, eficiente y eficaz. El día a día de la consejera debe ser afrontar los problemas de los agricultores y ganaderos y darles una solución para que no nos veamos abocados al cierre de las explotaciones profesionales. Y el principal, a juicio de UPA, sobre el que debe girar toda la acción futura, es el precio. Que los productores recuperemos, definitivamente, el lugar que nos corresponde en la cadena de valor es imperativo si queremos que la agroindustria se mantenga como el primer sector económico de nuestra tierra.

Los productores estamos a expensas de la gran distribución, que es la que fija los precios. Cierto es que el aceite de oliva está, por primera vez en 20 años, por encima de los costes de producción, pero no podemos relajarnos. Esa leve recuperación, en cambio, se torna en serio peligro en otros productos, como el caso de la leche, que está por los suelos y ha dejado al sector ganadero gravemente herido de muerte. Por eso consideramos clave un programa de fomento de la concentración de la oferta, con ayudas específicas, ya que se hace cada vez más necesario disponer de una oferta ordenada y con dimensión suficiente para hacer frente con eficacia a una distribución que ejerce su posición dominante en los mercados.

Pero no podemos olvidarnos de otras cuestiones fundamentales. Es obligado el relevo generacional en el campo, especialmente con la incorporación de jóvenes agricultores y la transmisión de las explotaciones de padres a hijos o familiares. También se debe desarrollar un programa específico de fomento de las exportaciones, con recursos suficientes que permitan que las producciones andaluzas incrementen y diversifiquen sus capacidades exportadoras.

Hay que aumentar la investigación y la innovación si queremos avanzar en competitividad y calidad, así como definir un programa de control que garantice el cumplimiento en materia de importaciones conforme a los acuerdos alcanzados con terceros países. También se hace más que necesario desarrollar un programa de formación y cualificación que permita una mayor profesionalización del sector, así como reforzar toda la estrategia de apoyo a las producciones ecológicas, con el objetivo de potenciar la creciente demanda dentro de la Unión Europea.

Igualmente necesario se hace la incentivación de proyectos de producción y comercialización colectiva de productos locales y artesanos que permitan un mayor desarrollo generando más valor añadido, así como un plan de apoyo a la investigación biotecnológica y biológica aplicable al sector agroalimentario con el objetivo de disminuir progresivamente el uso de productos fitosanitarios o recursos naturales como el agua. En esta misma línea, consideramos clave la puesta en marcha de un plan de fomento de protección y vigilancia de la calidad agroalimentaria, protegiendo a los productores y a los consumidores frente a las políticas abusivas impuestas por la distribución.

La Consejería debe elaborar un plan de apoyo dirigido fundamentalmente a las explotaciones ganaderas con poca base territorial, con el objetivo, entre otros, de contrarrestar los efectos producidos por la reforma de la PAC, donde se prima la superficie frente a la actividad ganadera productiva. Asimismo, consideramos vital la modernización de las estructuras agrarias, a través de planes para mejorar las explotaciones, la industria y los caminos rurales. Y en esta línea, hay que profundizar en la valorización de los 2,5 millones de toneladas al año de restos de poda que genera el olivar como biomasa generadora de energía renovable.

El apoyo a la contratación y la mejora de los seguros agrarios es, igualmente, cada vez más necesario porque es la única garantía de renta que tenemos los productores frente a desastres climatológicos. Fundamental es también una acertada planificación hidrológica, ya que el regadío genera en Andalucía más del 65% de la producción final agraria y supone más del 70% del empleo, así como la modernización, mejora, consolidación y eficiencia energética para la competitividad de nuestros regadíos y un plan de transformación de regadíos sociales con cargo a los ahorros contemplados en esa buena planificación hidrológica de las distintas cuencas de nuestra comunidad. Y, por supuesto, no podemos olvidarnos de reformar las tarifas eléctricas en el regadío.

Por último, entendemos necesaria la creación de un grupo de expertos para elaborar una propuesta sobre la necesidad o no de contar con capital andaluz en el eslabón de la distribución, al objeto de garantizar y asegurar la equilibrada comercialización de nuestras producciones. En definitiva, un amplio abanico de cuestiones a las que, desde UPA, confiamos en que la Consejería dé respuesta positiva en estos cuatro años.

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