La opinión invitada

Jerónimo Molina Herrera

Las tres íes: receta para el cambio

La economía de escala como respuesta al reto de un mercado globalizado.

SI algo hemos de agradecer a la crisis económica es haber puesto de moda el cooperativismo. Sí, por fin, un sector a veces descuidado y otras ignorado, ha conseguido posicionarse en las páginas centrales de toda la prensa nacional e incorporarse al discurso de todos nuestros políticos e incluso del propio Felipe VI.

Lo comprobábamos sólo hace unos días en el VII Congreso que Cooperativas Agroalimentarias de España celebró en Valencia y que contó con profesionales y políticos del más alto nivel. Hasta Phil Hogan, comisario de Agricultura desde septiembre, realizó su primera visita a nuestro país para asistir al evento del cooperativismo nacional. La palabra más pronunciada a lo largo de dos días fue, sin duda, la de integración… Integración hasta la saciedad, al menos para quienes tenemos realmente interiorizado este discurso desde tiempo inmemorial.

Y yo me pregunto, ¿qué más argumentos necesitamos las cooperativas para realmente dar cumplimiento a las tres íes del sector: integración, innovación e internacionalización? Parece evidente que la cada vez más desequilibrada cadena agroalimentaria no resulta suficiente y preferimos marchar a nuestro ritmo, mientras comprobamos cómo la distribución avanza a pasos de gigante o cómo las cooperativas de nuestros países vecinos en Europa juegan en otra división.

Para ello, daré cuenta de los datos más recientes, recogidos por el Cogeca en un informe de 400 páginas, publicado el pasado mes de febrero. Su análisis resulta de enorme interés y arroja tal certidumbre que debería remover conciencias y cambiar actitudes. Los macronúmeros no suenan nada mal. España, con 3.844 cooperativas y una facturación total de 25.969 millones de euros ocupa la quinta posición en cuanto a generación de valor en el ranking de la UE-28. Por delante, y en primera posición, Francia, con 2.400 cooperativas y 84.350 millones de euros; le siguen Alemania, con otras 2.400 cooperativas y 67.502 millones; Italia, con 5.834 cooperativas y 34.362 millones de euros; y, finalmente, Países Bajos, con 215 cooperativas y una facturación de 32.000 millones.

Ahora bien, entrando en un análisis más profundo y, al margen Italia, que, con 5,88 millones euros de facturación media por cooperativa se encuentra en una peor posición que España, con 6,88, tenemos a Francia (35,14 millones de euros), Alemania (28,2 millones de euros) y Países Bajos (148,83 millones de euros), los cuales multiplican, por cuatro, cinco y hasta veintidós veces la facturación neta española.

Y no sólo ellos, también nos aventajan Polonia, con 112,58 millones de euros; Irlanda, con 188,65 millones de euros; Suecia, con 247,93 millones de euros; Finlandia, con 377,85 millones de euros; y, por supuesto, Dinamarca, donde tan sólo 28 cooperativas facturan tanto como las 3.844 españolas, concretamente 25.009 millones de euros, que se traducen en un resultado medio por empresa de 893 millones de euros.

En todos estos países y en algunos con más rotundidad, han comprendido las exigencias y amenazas del mercado globalizado, pero también sus fortalezas y las oportunidades que ofrecen las economías de escala. Por tanto, mientras que en España unos más que otros siguen echando números para calcular cuántas ayudas perderán con la nueva PAC, en buena parte de los países europeos aprovechan sinergias y creatividad para crecer, innovar y seguir expandiendo sus modelos de negocio a escala planetaria, ayudados por las herramientas que ofrece la economía digital.

Por tanto, y aunque en el Congreso de Valencia nuestro presidente nacional habló de una cuarta i, la de ilusión, yo propongo sumar una quinta, la i de iniciativa, a fin de asegurar, mediante acciones decididas, el desarrollo del cooperativismo andaluz y, por ende, español.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios