Cosas del tiempo

Cuando el tiempo se convierte en protagonista destacado de la actualidad, distintas pueden ser las cosas del tiempo

Cuando el tiempo se convierte en protagonista destacado de la actualidad, caben varias circunstancias. O las noticias son insulsas y anodinas, con una templada y grisácea normalidad. O el curso de las cosas aconseja la distracción para que no aprieten más todavía las situaciones difíciles. O el tiempo sorprende con estados atmosféricos extraordinarios, que descolocan los registros de las estaciones. En los primeros casos, cuando los hombres y mujeres del tiempo se hacen muy populares con los modos de su gestualidad y el empeño didáctico de sus explicaciones, pudiera tomarse el capricho de los meteoros y el anticipo de las previsiones como placebo para remediar los más nefastos efectos de otras informaciones. Si con el tiempo no bastara, también asisten de buena forma los deportes y toda una suerte de controversias de la prensa del balón que alcanza tanta o más audiencia que la de las vísceras. Incluso cuando el tiempo depara temperaturas desmedidas, con la tiritera de estos días, la vanguardia de las redes sociales se apresta para la denuncia e invita a un apagón eléctrico que asuste de algún modo a las empresas suministradoras, ya que el precio se encarece cuando más consumo es necesario -también se dirá que más cuesta producir la energía eléctrica- Así se pidió una pequeña mortificación doméstica, llegado el frío intenso, cuando la noche arreciaba y costaba valérselas sin los enchufes. De modo que todavía más se refuerce la distracción meteorológica y, cierto también, encuentren argumento quienes gustan del estado de alerta con la artillería de los mensajes de WhatsApp, las proclamaciones escuetas pero contundentes en Twitter y los manifiestos ilustrados de Facebook. Ahora bien, sea la información del tiempo un recurso instrumental o una noticia preferente por su relevancia extraordinaria, cuenta con una baza peculiar: la sensación térmica. No será cuestión de ponerse pesados con la posverdad, pero es que viene a cuento porque, si en esta última priman las emociones ante las realidades, tres cuartos de lo mismo con la sensación térmica: más que el frío del termómetro hace de las suyas el que nos parece tener cuando el viento no se achica ante las bufandas y los abrigos rescatados del rincón del armario. Dado que hasta las costumbres, como los sobresaltos del invierno, parecían trastornadas por esa otra controversia noticiable del cambio climático. Cosas del tiempo.

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