El miedo que nos dirige

Indefectiblemente vamos sumando pensiones que pagar y años a nuestra media de edad

Noarah, la senegalesa del bloque, está harta de buscar un contrato de trabajo, es imposible, y en definitiva -¿para qué?- se pregunta, está acostumbrada a vivir en la ilegalidad y asume que por ahora sólo podrá sobrevivir, y se adapta. Junto a ella suele sentarse en la plaza del barrio Cinta, su vecina de enfrente, aunque realmente se conocen gracias a que sus hijos son amigos del cole. Cinta y Noarah pasarían por amigas de toda la vida, cuando están juntas se sienten seguras y podrían hablar durante horas. Pero al volver a casa, cuando ponen la tele y la contaminación informativa les alcanza, algo dinamita su idilio amistoso. Cinta al finalizar el telediario siente un inmenso temor hacia los que intentan llegar en pateras, se imagina una marabunta de hambrientos acechando sus pocos bienes. Noarah, en cambio, ve a sus paisanos ahogándose, revive su travesía en patera y el dolor y el terror de aquellas horas vuelve a su corazón, echa la llave de la puerta.

Irracionalmente, contaminados, vamos construyendo un pensamiento colectivo a la defensiva, temeroso de lo extraño, que justifica cualquier medida por cruel que parezca, como que la vecina senegalesa tenga que vivir como una delincuente. La salvaguarda de los intereses frente a los derechos de las personas, Cinta frente a Noarah, sólo miedo hecho muro, infranqueable, robusto. Y mientras, sin darnos cuenta, vamos haciéndonos viejos. Y cuando más los necesitamos, a esos los vecinos del sur, más alejados los queremos. Desde que se inventaron los políticos del miedo aquello del "efecto llamada" ya no podemos razonar, sólo nos vemos arrasados, hurtados, sin razón. Pero indefectiblemente vamos sumando pensiones que pagar a nuestros ancianos, y sumando años a nuestra media de edad.

Según el INE, a este ritmo de envejecimiento en España pasaremos en 50 años de una tasa de dependencia del 50% a una del 89%, evidentemente algo insostenible. Todo hace pensar que cuando el miedo a no poder cobrar las pensiones equilibre al miedo a ser devorados por los pobres del sur, entonces no sólo España sino toda la Unión Europea tendrán que abrir las puertas a la inmigración. Y entonces sí, anhelaremos trabajadores jóvenes y capaces, y haremos regulaciones masivas. Menos mal que esta tarde Noarah y Cinta volverán a sentarse en su plaza, y volverán a conversar, y el miedo desaparecerá.

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