enfoque de domingo | MIGUEL DELIBES, Profesor de Biología del CSIc y ex director de la Estación Biológica de Doñana

"Cuidamos a un albino en un mundo de sol"

  • Uno de los grandes conocedores de Doñana afirma que "debemos conservar el Parque como un jardín artificial de la Europa desarrollada"

Miguel Delibes.

Miguel Delibes. / e

-¿Qué le pasa a Doñana?

-En el ecosistema de la marisma nunca ha habido un equilibrio al que se deba atender sino que está en continúo reajuste, incluso sin cambiar aparentemente. Unas especies disminuyen y aumenta la presencia de otras. Quizá esos cambios son ahora más vertiginosos porque las influencias son mayores. Digamos que está menos aislado.

-¿Se ha deteriorado la marisma desde 1969?

-Es un deterioro rotundo si consideramos aquella mejor que la de ahora. En conjunto, hay más especies que antes. Es verdad que es rico en depredadores y por eso especies como el conejo no han levantado cabeza dentro del entorno natural. No nos gusta la presencia de más depredadores y creo que los esfuerzos económicos hay que hacerlos en el control de estas especies. ¿Por eso es mejor antes que ahora? ¿Cuál es la ideal, la Doñana del paludismo? No deja de ser una percepción. Antes era un chico joven y fuerte que estaba en el corredor de la muerte y desde 1969 es un viejo que tiene la existencia asegurada. Nuestra función es cuidar a un albino en un mundo de sol, a un bicho raro que hay que conservar como un jardín artificial en una macrocomunidad europea desarrollada.

-¿Hay algún momento identificable que explique el inicio del reajuste del ecosistema?

-En los 40 se empieza a intervenir en el exterior del humedal, a desecar la marisma y plantar eucaliptos en el monte. Esto ha sido de los factores que más han contribuido al cambio en la comarca en los últimos tiempos. Dentro del parque nacional, hay otro momento más difícil de identificar pero que, en mi opinión, supuso un cambio muy radical en la marisma: la introducción voluntaria del cangrejo rojo. Seguro ha extinguido especies de peces y algas. Apenas se ven sanguijuelas en la marisma, ha favorecido la presencia de otras aves especializadas en la dieta del cangrejo y ha desplazado a otras aves más pequeñitas.

-Cien cabezas de ganado viven dentro del parque nacional. Otras tres mil desbrozan la corona forestal. Alrededor, hay campings, cultivo en regadío, circuito de motocross y una mina tóxica. Incluso, la sombra de un gasoducto, ¿no es demasiada presión la que rodea al humedal? En este escenario es raro ver conejos y linces en el Coto.

-El comportamiento del lince ibérico ha echado abajo nuestras predicciones como científicos. Antes, la norma era cazar al lince en dos o tres meses y ahora se muere solo porque la sociedad lo protege. Se ha visto a un individuo pelear con un hombre por una paloma en la provincia de Sevilla. Se ha humanizado y acercado a zonas pobladas en busca de comida. Lo hemos desplazado hacia otros territorios porque no hemos sabido criar y retener al conejo en el monte, después de los esfuerzos económicos invertidos. Se ha rarificado y eso ha supuesto también un cambio muy drástico. Por otra parte, se ha favorecido una alta población de jabalíes, ciervos y gamos en no muy buenas condiciones físicas, igual que el ganado doméstico, que también está por encima de cantidades óptimas. Lo que pasa es que todo esto ha sido gradual y no me atrevo a decir una fecha. Las actividades que rodean a Doñana están controladas y limitadas según qué zonas. Es un ecosistema con muchos problemas pero, ¿qué hacemos con el albino? Pues cuidarle más porque no podemos tapar el agujero de la capa de ozono. A Doñana le viene mal casi todo lo que podemos inventar a su alrededor.

-Los ecologistas dicen que el acuífero 27 que inunda la marisma está de pena. Se vacía como si no tuviera tapón. Aún así se permite la extracción de 20 hectómetros cúbicos de agua al año para el cultivo de las bayas.

-Pero no podemos ser simplistas en el asunto del agua. Los recursos hídricos están desapareciendo en la zona desde 1750 y es un problema muy serio, el más difícil de resolver con diferencia.

-Y, por si fuera poco, no llueve, ¿qué podemos esperar del clima?

-Por lo que dicen los expertos vamos a un escenario con menos lluvias y más calor, sobre todo en verano, por lo que cabe prever la africanización de Doñana, Hay estudios que muestran que el clima de Sevilla hoy o de Andalucía es parecido al de Marruecos hace veinticinco o treinta años. Si esto sigue así, y me temo que siga, vamos a una Doñana menos atlántica, menos húmeda. Más africana. Por esto, el problema del agua es especialmente importante. La vegetación hidrófila depende de ese agua freática y cada vez habrá menos. A un plazo más largo, si el mar sube de nivel, como parece que está ocurriendo, hay más riesgo de que penetre más sal en el estuario del Guadalquivir y en la marisma, lo que afectará a las poblaciones de aves acuáticas en un sentido que no nos guste mucho.

-¿Qué puede hacer el hombre como especie endémica de la marisma?

-Lo más importante que puede hacer es cambiar el modo de vida, cumplir a rajatabla los acuerdos del protocolo de París sobre el cambio climático e intentar no empeorar la situación, porque si empeora vamos pudiendo hacer menos a escalas más bajas. Todos, aunque estemos muy lejos de Doñana, tenemos algo que ver. Cuando reciclamos la basura, cerramos el grifo o usamos menos el coche estamos contribuyendo a que no se deteriore. A escalas inferiores, hay que preocuparse de que no se extraiga más agua de la que se debe, frenar iniciativas como la del dragado del río. El problema del agua es grave porque es escasa. La marisma la necesita y la gente que vive en la comarca, también, así que requiere acuerdos y pactos dolorosos para poner límites. Y dentro del parque habría que eliminar parte de los pinos, como se hizo con el eucalipto, porque requiere de altas cantidades de agua para la evapotranspiración. Sustituir los árboles donde había matorral, que es más ahorrador, y eliminar ungulados, que no son felices en Doñana. Pero tomar estas decisiones es difícil para cualquier responsable porque la sociedad se opone vibrantemente.

-¿Está el humedal en peligro de extinción?

-Lo que está en peligro de extinción son sus valores. Si se hace menos diverso porque pierde lo húmedo y conserva lo seco pues será peor de lo que era pero mientras siga albergando vida seguirá siendo Doñana.

-¿Terminaremos protegiendo el ecosistema de la lagartija?

-Y entonces será la Doñana de la lagartija.

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