Tinta y borrones

El teatrillo

Gómez y sus hijos pintaron unos relatos bastante inverosímiles sobre su gestión empresarial

El día de ayer fue de teatrillos. El primero tuvo lugar en la Audiencia Provincial de Córdoba, donde el empresario Rafael Gómez y sus hijos se enfrentaban a la primera sesión del juicio en el que se les acusa de haber defraudado a Hacienda, ni más ni menos, que 60 millones de euros a través de las distintas sociedades del grupo inversor. El teatrillo familiar fue mayúsculo cuando todos empezaron a negar su responsabilidad en el asunto por puro desconocimiento. Gómez, que dijo que no sabía escribir, se quedó tan a gusto afirmando que no sabía ni siquiera lo que era el IRPF. Alguien le tendría que decir que el desconocimiento no te exime de un delito, pero el siguió a pie juntillas el guión que le habría marcado su abogado, pues sólo respondió a sus preguntas. Me comentaba un amigo -y es sólo un ejemplo de muchos- que él no se puede pasar ni un día en el pago del autónomo porque directamente le embargan la cuenta. Conozco casos muy graves en los que la empresa familiar se ha ido a pique con la crisis y los hijos siguen haciendo frente a sus deudas desde hace años religiosamente, con el desgaste laboral y personal que eso supone. Auténticos ejemplos de gente, esta sí, honesta y honrada.

Desconozco lo que dictará el juez, pero sí opino que lo que se vivió ayer en la Audiencia fue un teatrillo a través de unos relatos bastante inverosímiles. Y es que el panorama que se pintó por parte de Gómez y sus hijos fue el de unas empresas que, realmente, era todo un milagro que siguieran funcionando, pues nadie tomaba decisiones, nadie tenía trabajadores a su cargo y nadie coordinaba los distintos departamentos. Allí todos iban a trabajar, pero no había nadie que diera órdenes ni dijera a los demás lo que tenían que hacer. El fiscal les llegó a comparar una sociedad con una orquesta, en la que todos los músicos trabajan de manera independiente pero siempre hay un director. En las empresas de Gómez no había nada de eso. Nunca hubo un consejo de administración, allí nadie sabía si había ganancias, pérdidas o cuánto se facturaba por las distintas operaciones. Se trata de una curiosa manera de gestionar una empresa que poco tiene que ver con lo habitual, aunque será el juez quien decida si se cometió el supuesto delito.

El segundo teatrillo del día fue a cuenta de los presupuestos y el acuerdo del cogobierno con Ganemos que, aunque le quisieron dar tensión, estaba más que previsto. Pero eso ya es otra historia que se escenificará hoy en el Pleno.

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