Algeciras

"Para usar la mente no hay barreras"

  • Vicente Lara acaba de jubilarse tras 18 años ejerciendo la docencia

  • Perdió la vista con 22 años pero, lejos de hundirse, ha hecho de su dificultad una oportunidad vital

Juan Ignacio de Vicente Lara, en la Plaza Alta apoyado a una de las barandillas.

Juan Ignacio de Vicente Lara, en la Plaza Alta apoyado a una de las barandillas. / fran montes

El algecireño Juan Ignacio de Vicente Lara se acaba de jubilar a los 65 años después de una larga trayectoria como profesor de historia. Desde los 22 años padece ceguera absoluta pero ese apagón en su vida no fue más que una luz para aferrarse al camino de la investigación y la docencia licenciándose en Geografía e Historia en la Universidad de Sevilla. Cuando perdió la vista el único sistema de lectura que había era el braille, ahora tiene un ordenador con escáner que le lee desde un recibo a un libro.

"El amor de la gente que te rodea es lo que hace que no te puedas hundir". Una enfermedad congénita le arrebató la vista cuando estaba finalizando el curso de orientación universitaria en el IES Isla Verde. "Tenía que afrontarlo y no quedarme paralizado como un mueble". La historia era su pasión y ha podido trabajar en ello, a base eso sí de mucho esfuerzo personal y "de la lucha contra el mundo externo, que no ha sido fácil".

La pasión por la historia de Vicente Lara le ha hecho tomar conciencia de que "para usar la mente no hay barreras". Con su mujer, Mercedes, ha compartido "vida y trabajo". Se conocieron cuando aún él tenía visión y estudiaban juntos. En los 18 años que ha ejercido de profesor en institutos como el Miguel Hernández y el García Lorca su mujer ha sido su auxiliar vigilando desde exámenes hasta colocando mapas en clase...y de forma desinteresada. "Existimos porque hay una persona que generosamente ha entregado su vida a esa discapacidad", expresa el profesor.

Su hijo es arqueólogo en Escocio. Heredó la pasión de su padre. "Mi hijo desde que tenía dos años ya comprendió lo que no era ver". Vicente Lara reconoce que descubrió con asombro situaciones como que se le cayeran cosas y pasar la mano buscándolas y su hijo, con dos años, le cogiera la mano para guiarle.

Nunca ha manifestado pena, sabe toda la historia de su padre. Hablan en dos versiones, como padre e hijo y como profesionales de la historia.

Reconoce que su vida como profesor ha sido fantástica creando un vínculo muy especial con los estudiantes. "Nunca he sido objeto de agresión por parte de ellos". Llegó incluso a poner un examen sin nadie que les vigilase visualmente. Son muchas las anécdotas que guarda y piensa agruparlas en un libro.

Vicente Lara no ha dejado nunca de sorprender a su entorno y especialmente a sus jóvenes alumnos. Siempre hay alguno que le dice: "Tu ves un poco". Y es que ha llegado a pintar en la pizarra el bisonte de Altamira ante la mirada atónita de sus alumnos porque, como explica, "usa la tiza según sus recuerdos", como también hace cuando explica Historia del Arte.

Le mantienen el respeto pero con cariño sus pupilos y recuerda con entusiasmo como un día él y su mujer fueron invitados por los estudiantes a una barbacoa a Getares y un alumno le dijo: "Juan Ignacio pues al final es verdad que no ve". Este alumno le estaba apuntando con una linterna a los ojos sin que el profesor reaccionara con ningún estímulo.

Juan Ignacio de Vicente ha tenido, por supuesto, que superar muchas trabas pero, tal y como sostiene: "Fíjate qué cosas pasan, algunas de las personas que pusieron trabas a mi trabajo a causa de mi ceguera, quizás buscando en mi descalificación un provecho propio, hoy son también minusválidas por haberles deparado la vida como a mí una inoportuna discapacidad, supongo que ahora sabrán lo duro que es sentirse marginado, pero por ahora puedo decir que ha habido más rosas que espinas".

Desde 1978 es profesional de las ciencias históricas. Ha sido organizador y el primer director del Museo de Algeciras -1981 y 1992-. Ha trabajado como archivero para la Diputación de Cádiz ordenando los Archivos de Jimena y San Roque. Además creó junto a su mujer, con la que comparte varios publicaciones, la base del actual Archivo algecireño. El Ayuntamiento de su tierra le reconoció como Asesor Honorífico del Patrimonio Histórico de Algeciras.

Esta impresionante carrera vital y profesional habría sido imposible sin la ayuda de su mujer y su familia. Lamenta que muchos límites se lo han puesto los demás, recordando que el presidente de un tribunal de oposiciones le dijo que no podía dar clases y, sin embargo, nunca ha dejado de recibir cariño y felicitación de sus alumnos.

Vicente Lara maneja bastón. Estuvo cuatro meses de rehabilitación en un centro den Sabadell y posteriormente recibió ayuda de los técnicos de la Fundación ONCE en Algeciras. Hay muchas clases de ceguera, algunos encuentran una ayuda en las gafas, pero hay ciegos totales como él. "La ciudad tiene muchísimas barreras arquitectónicas, una es por ejemplo las personas que no limpian la 'caca' de los perros".

La ONCE le ha prestado toda clase de adaptación tanto de material como de apoyo personal, adaptando las clases a sus necesidades. Tiene un programa de voz que le permite redactar sus exámenes, corregirlos e imprimirlos. "Ojalá todas las discapacidades tuviesen los medios que he tenido yo". "La gente no conoce el mundo que hay detrás del cupón", explicando que no sólo le da para vivir a la persona que lo vende, también permite que haya ingenieros informáticos, un psicólogos o trabajadores sociales para ayudarles a resolver problemas de integración.

De hecho Vicente Lara explica que "no es fácil enfrentarse al entorno siendo ciego". El profesor afirma que le cuesta mucho trabajo adaptarse "a los altos decibelios de nuestra sociedad, al ruido". Hay falsos mitos sobre la capacidad de desarrollar más otros sentidos, pero el profesor argumento que simplemente se presta más atención a los recursos que quedan. "No por ser ciego tengo que servir para la música". No obstante, matiza, ha publicado un libro sobre el Chacarrá. El cine, por ejemplo, tampoco es un obstáculo para su falta de visión. En la ONCE hay películas audio-descritas desde hace muchos años.

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