Algeciras

Un tesoro de madera oculto

  • El carpintero de ribera Ramón Bernal asegura que destruirá "la poca identidad marítima" que le queda a Algeciras al no poder exponer su obra

Los tesoros marinos no sólo yacen bajo el mar. En un pequeño rincón del Cortijo Real aguarda Ramón Bernal, como un auténtico bucanero, con un legado artístico que bien podría surcar los mares del Mediterráneo. A sus 70 años, ya jubilado tras dedicarse toda la vida a la reparación y construcción artesanal de barcos desde su antiguo astillero, sigue soñando con la madera y el salitre.

En este sueño cada vez se siente más solo. Su deseo es exponer sus obras, no sólo los barcos de madera que cobija en una nave en el polígono Cortijo Real, sino sus cientos de vasijas, réplicas de las ánforas romanas de barro. Su desilusión es tal que este carpintero de ribera está decidido a romper sus obras.

Así lo ha dejado constar. "Lo voy a dejar viendo la imposibilidad de exponer". Bernal, promotor de la Asociación por la cultura y el patrimonio marítimo, posee en la nave de la avenida Algeciras dos barcos actualmente. Son dos réplicas de originales, uno de seis metros y otro más pequeño de tres. Ambos son faluchos, conocida embarcación del Mediterráneo cuya característica principal es que su palo va muy inclinado hacia proa y que la vela que iza es latina de gran superficie. En concreto, el carpintero explica que uno de los barcos tiene la popa de peineta.

Con gran pesar reitera su voluntad de destruir "la poca identidad que nos queda en tema marítimo". Ha intentado en varias ocasiones que le cedan un espacio para exponer sus obras, sus embarcaciones, pero no lo ha logrado nunca, tal y como sostiene sus barcos "están escondidos detrás de una tapia". Gracias a la asociación de Emprendedores del Patrimonio Algecireño sí ha podido mostrar sus vasijas de madera en una exposición que le permitió dar visibilidad a parte de su creatividad en la sede del centro de adultos Juan Ramón Jiménez.

Un jarrón de madera puede llevarle más de siete horas de trabajo, usando diferentes tipos de madera, jugando con los colores y recreando los dibujos de forma integral. No los tiene en venta, simplemente divaga con la ilusión de que la gente conozca estas esculturas.

En su astillero llegó a crear embarcaciones de madera y exportarlas a países como Kenia o Marruecos. El más grande que ha alcanzado a construir fue de 16 metros. Es un oficio que le apasiona y empezó como aprendiz desde muy pequeño siendo ésta su vida.

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