historias de algeciras

La medicina (XLVII)

  • La prostitución preocupaba mucho tanto a las autoridades sanitarias civiles como a las militares

  • Aumentan los controles médicos

Al margen de requisitos administrativos obligatorios que retrataban a la sociedad española del momento, para la solicitud del servicio gratuito de nodriza, el asunto del ejercicio de la prostitución en nuestra ciudad, preocupaba grandemente tanto a las autoridades sanitarias civiles como militares; aumentando por ello los controles médicos a las "mujeres de la vida" que ejercían su oficio en Algeciras; muchas de ellas, según la ficha personal sanitaria, eran provenientes de la provincia de Málaga, así como de otros puntos de la geografía española. A través de dichos controles quedó demostrado la importancia sanitaria del asunto, y las graves repercusiones que para la salud podría ocasionar, tanto en los soldados que esperaban embarcar hacia el otro lado del estrecho como para la población civil, si no se tomaban las oportunas medidas preventivas.

Al mismo tiempo que las autoridades sanitarias intentan controlar a la prostitución local, prosiguen presentándose ante las autoridades municipales las solicitudes de inclusión en el Padrón de Beneficencia, dándose no pocos casos de intentos de inclusión por quienes no cumplían los requisitos exigidos para adquirir la calificación de pobre de solemnidad; y por tanto, la gratuidad en la asistencia médica y en las medicinas recetadas; tal fue el caso del solicitante D. Pascual Simino Pozo, quién en su lagrimoso escrito expresó: "Vecino de esta Ciudad, domiciliado en calle Soledad, de 50 años de edad, jornalero de estado casado con Ana Carrera Delicado, de cuyo matrimonio procrearon cuatro hijos Rafaela, Antonia, Manuel y José, todos se encuentran en la minoría de edad. Con el respeto y debida consideración expone que encontrándose enfermo y falto de recursos, imposibilitado para trabajar y deseando con este fin restablecer su mal estado de salud, para poder atender a las necesidades de su familia. Suplica a Vd, previo acuerdo correspondiente se sirva concederme sea inscrito en el Registro ó Padrón de Beneficencia que para las medicinas gratis se lleva en la Secretaría de esa Excma. Corporación. Es gracia que no duda alcanzar de Vd. cuya vida guarde Dios muchos años. El interesado no sabe firmar". Desgraciadamente para el Sr. Simino Pozo, el ayuntamiento, escarmentado y empujado por un pobre presupuesto, había decidido actuar escrupulosamente con cada una de las solicitudes que se presentaban ante su Registro General; por lo que una vez investigada la solicitud del Sr. Simino, la auténtica realidad no tenía nada que ver con la que pretendía hacer ver el solicitante: "El Concejal que suscribe evacuando el informe […], relativo a la instancia presentada por el vecino de esta Pascual Simino Pozo, solicitando su inclusión y la de su familia en el Padrón de Beneficencia, tiene el honor de manifestar a Vd que personado en la casa morada del reclamante, sita en calle López y no Soledad, como asegura en su instancia, y preguntado por el enfermo a una de sus hijas de unos 18 años de edad, contestó que su padre y toda su familia disfrutaba de la más perfecta salud, encontrándose su madre Dña. Ana Carrera, fuera de casa y su padre cumpliendo con los deberes que le impone el empleo que ejerce de vigilante a las órdenes de la Compañía Arrendataria de Tabacos. Comprobadas estas manifestaciones por otros informes adquiridos en la vecindad, así como que el Pascual Simino percibe más de cien pesetas mensuales por el desempeño de su cometido, el Concejal informante considera que el Pascual Simino, casado y con cuatro hijos, no reúne en la actualidad las condiciones necesarias para que sea incluido en el Padrón de Beneficencia". Finalizando el informe con la siguiente puntualización: "Termina el Concejal informante, llamando la atención de la Excma. Corporación, sobre la falta de verdad que se nota en la redacción de la solicitud que nos ocupa, y muy especialmente en lo relativo á su actual enfermedad, calle donde habita y precaria situación. VE resolverá lo que considere en justicia. Fdo. Antonio Moreno Ruiz". El honesto concejal Moreno Ruiz, si bien aclara la verdadera situación del vigilante de la Compañía Arrendataria de Tabacos, Sr. Simino, peca de sospechosa prudencia cuando omite en su informe, como al margen de la instancia repleta de falsedades, existe la anotación realizada por quién tan bien era competente, y que dice: "Me consta que el interesado es pobre. Fdo. C. Blanco". Por igual circunstancia, fue desestimada la solicitud que presentó al Excmo. Ayuntamiento, quién dijo ser: "José Navarro Núñez, vecino de esta ciudad, casado, marinero, domiciliado en calle Nueva, esquina a calle Los Guardas, ante VE, dice: carezco de los recursos necesarios para atender á los gastos de medicina y asistencia facultativa que deben adoptarse para el caso de enfermedad que sufre uno de mis hijos. Que en su virtud, suplico se sirva acordar se me incluya en el Padrón de Pobres al objeto de que se me dispense los beneficios de la beneficencia domiciliaria […], Fdo. José Navarro". A la vista de la solicitud, el concejal D. Andrés Benítez, expresó: "De los informes adquiridos resulta, que José Navarro, vive en la Plaza de San Isidro, y no en la calle Nueva como dice; quién vive en la casa que esta solicitud indica, es la madre del ya citado Navarro, que es casado y por consiguiente no vive con su madre. Y habiendo encontrado poca verdad en sus palabras, al tratar de saber con que objeto decía vivir en la casa de su madre, me abstengo de informar, dejándolo al recto criterio del Ayuntamiento". Otro: "D. Pedro Garrido Duarte, de esta vecindad, casado, zapatero, domiciliado en calle Alta 25, digo: Que carezco de recursos para atender los gastos de medicinas y asistencia facultativa, en el caso de que cualquiera de los individuos de mi familia padezca de enfermedad […], suplico de VE […], se me incluya en el Padrón de Pobres para la beneficencia domiciliaria. Fdo. Pedro Garrido". Emitiendo el concejal D. José Piné el siguiente escrito al respecto: "De los informes adquiridos resulta que el Pedro Garrido Duarte, trabaja de zapatero, y puede a mi juicio atender á los gastos que pueda ocasionarle la enfermedad de alguno de su familia. El día que él esté enfermo entonces puede el Ayuntamiento, si lo cree en justicia, concedérselo". Lo cierto era que todo vecino creyó conveniente proceder a la solicitud: "Juana Alcuña, vecina de esta Ciudad, que vive en calle Alta, 20 […], á VE, expone: que teniendo a mi hija enferma y careciendo de recursos para atender á las medicinas y asistencias de médicos, es por lo que suplico se sirva incluirme en el Registro de Beneficencia. Fdo. Juana Alcuña". El concejal F. Flores, expresa sobre el asunto: "Resulta que la solicitante es costurera, con una hija de igual profesión; que vive con ella un Artista que gana de jornal 16 reales, y en el caso de que este individuo enfermase, sería socorrido por la Sociedad en la que se haya inscrito. Es cuanto puede informar el que suscribe". En otros casos, las apariencias delataban al solicitante: "Juan Peinado Manso, casado de oficio jornalero, con domicilio en calle Jerez 2; dice que carece de medios para obtener médicos y medicinas. Suplica su inclusión en el Padrón de Beneficencia". Nuevamente, el apellido Blanco aparece junto a la rubrica del solicitante, afirmando: "Es pobre". Desgraciadamente para el solicitante, el concejal Miguel Alcoba, se expresa sobre su pretensión en los siguientes términos: "Personado en la casa que ocupa el solicitante, mi impresión NO es favorable a que se le conceda lo que solicita, pues el estado de la casa y de su familia no revela el estado de pobreza que a mi juicio han de tener los que se acojan a los beneficios que el Ayuntamiento concede a los pobres. El solicitante es en la actualidad camarero de un café, en donde además de su sueldo obtiene propinas. Fdo. Miguel Alcoba".

Es fácil indicar dónde se encontraba la necesidad en aquella ciudad a caballo entre dos siglosLa picaresca local aparece para conseguir ser inscrito en el Padrón de Beneficencia

Continuando con las solicitudes denegadas, y la puesta en práctica de la picaresca local para conseguir ser inscrito en el -ya popular-, Padrón de Beneficencia, indicar que algunos, desde la más absoluta falta de pudor, no tienen reparo en inventarse una realidad, como se ha visto anteriormente, sabedores de que si eran descubiertos ninguna responsabilidad acarreaba su deshonesta actitud. Caso diferente, fue el de Francisco Ocaña Ochoa, quién expuso: "Casado, zapatero de esta vecindad calle San Antonio nº 5, del distrito de La Merced, a Vd. respetuosamente dice: que careciendo de recursos para atender al médico y medicinas. Suplica a Vd se sirva concederle ingreso en el padrón de Beneficencia. Al Excmo. Ayuntamiento de esta. Fdo: Francisco Ocaña Ochoa". De la inspección de la solicitud del Sr. Ocaña, se hizo cargo el concejal D. Alonso Vázquez, quién al margen de la instancia escribe: "Señor Alcalde. En cumplimiento al respetable decreto que antecede, tengo el honor de informar a Vd que Francisco Ocaña Ochoa, a quién se refiere la presente instancia No lo creo con derecho á ingresar en el padrón de beneficencia según solicita, por No tener oficio de zapatero, ser joven y robusto, y no tener hijos; si más adelante lo necesitase, se le podrá conceder este beneficio. Fdo. Alonso Vázquez". En defensa del solicitante, es de justicia expresar que en ningún momento alega enfermedad o tenencia de hijos, y en su situación de falta de profesión, quizás ejerciera como zapatero ocasional; no careciendo de falta de fundamento, la resolución del concejal firmante. Afortunadamente, frente a las actitudes oportunistas, generadas en no pocos casos por la propia necesidad de la época, imperaba la justicia social, como bien lo pudo comprobar la siguiente solicitante, quién repitió la solicitud: "Antonia Lao de estos vecinos, que habita en la calle General Castaños (patio Santacana), suplica se digne ordenar se incluya en el padrón de Beneficencia domiciliaria por encontrarse enfermo y carecer de recursos. Por no saber firmar: José García". El trabajo de recabar la información, recaería en la figura de Vicente Gamboa, quién expuso: "Me consta que Antonia Lao es viuda, y carece de recursos necesarios para atender a su enfermedad". O también, quién también repitió solicitud: "María Josefa Vilches, de estos vecinos, viuda y pobre, que habita en la calle Emilia de Gamir 18. Suplica á VE se sirva acordar su inclusión en el Padrón de Beneficencia. Gracia que espera merecer de VE cuya vida g. Dios m. a. Fdo. Por mano ajena: María Josefa Vilches". En este caso recayó la acción informativa en la figura del concejal y ex alcalde, D. José Santacana quién afirmó: "Excmo. Sr. Al Concejal que suscribe, le consta que la solicitante carece de todo recurso y es merecedora del beneficio que solicita. Fdo.: José Santacana". Otra: "Vicente Cano Mena, vecino de esta, que habita en calle Fábrica 10, distrito de La Caridad, de estado casado, á VE, expone: que por su estado de pobreza no puede atender á su curación y necesitando medicamentos y asistencia de médico. Suplica á VE se sirva inscribirlo en el padrón de Beneficencia […], Fdo: Vicente Cano". Nuevamente la información de la instancia recae en el concejal José Santacana, quién expresaría: "Se ha comprobado que el solicitante, es pobre y sin recursos para acceder al gasto de médicos y medicinas. Fdo. José Santacana".

En definitiva, el padrón vino a paliar una situación grave de falta de asistencia sanitaria por falta de recursos entre los más necesitados vecinos de Algeciras. Conformándose, una vez obtenidos los datos, un mapa urbano que indicaría realmente dónde se encontraba la necesidad en aquella ciudad a caballo entre dos siglos. Estadística que además de recoger los datos personales de los vecinos, incluiría calle o distrito y necesidad, dando como resultado la siguiente -y triste-, realidad social: "Encarnación Guerrero Montes, calle Emilia de Gamir, 23, sin recursos; Benito Narváez Cortes, zapatero, calle General Castaños s/n, enfermo; Pedro Lara, calle Ánimas 45 (San Isidro), jornalero, carece de recursos; Ana Guerrero Méndez, calle Ánimas 45, sin recursos; Pedro Mañeto, que habita en la calle Muro con 4 hijos, sin recursos; José Trujillo Villena, calle de Jesús 31, alfarero, casado con tres hijos y madre a su cargo, carece de recursos; José Torres, casado, con cuatro hijos, calle San Antonio, sin recursos; Sebastián Alcaraz Criado, casado, jornalero, con domicilio en patio de Morilla (Villa Vieja), pobre, enfermo sin recursos; Luisa Cárdenas Ríos, viuda, tres hijos, lavandera, con domicilio en calle Nueva (Matadero)107, sin recursos; José Pareja Yedra, calle Matadero 45, sin recursos; Juan Sánchez Mariscal, casado, jornalero, sin domicilio, carece de recursos; Juan Cortes Jiménez, calle Matadero, patio de Custodio, pobre y sin recursos; Joaquín Santos Lucena, jornalero, casado con cinco hijos, domicilio en calle Matadero 107, hijo enfermo y carece de recursos; Pedro Manuel Carrillo Rodríguez, con domicilio en calle Río (patio de Juliá), tiene cuatro hijos, es carpintero y está enfermo sin recursos; Carmen García Orquiza, viuda, con cuatro hijos, calle Sevilla 2, sin recursos; María Ramírez Pérez, viuda, jornalera, con hijos, calle Calvario 5, sin recursos; Salvador Ortiz García, jornalero, cinco hijos, calle Baluarte 8, sin recursos; Josefa Orozco Piñero, de 60 años, con domicilio en el Calvario 14, sin recursos; Diego Santos Mariscal, 40 años, casado, jornalero, calle Calvario 15, sin recursos; Ambrosio Rodríguez Navarro, casado, tres hijos, residente en sitio llamado Chorruelo, jornalero, sin recursos; Juan Solvera Muñoz, jornalero, calle Soledad 10, ciego y carente de recursos; Rafael Méndez Alcaide, casado con cuatro hijos, domicilio en Villa Vieja, jornalero, enfermo y sin recursos; Antonio Noguera Durán, jornalero, calle de Jesús 10, carente de recursos; Diego Difarque Palacios, casado, picapedrero, calle Gloria 35, sin recursos; Dolores Cordón Puche, soltera, con domicilio en calle de Jesús 49, sin recursos; Isabel Rodríguez Reguera, viuda con cuatro hijos, con domicilio en calle Munición 47, hijo mayor soldado enfermo de Cuba, sin recursos; José Pérez, calle Rocha 9, sin recursos; Juan García Martínez, con domicilio en calle Jerez, esquina al Secano, casado y con tres hijos, sin recursos; José Álvarez Arroyo, 30 años, con domicilio en calle de Los Guardas 10 (San Isidro), sin recursos; Miguel Fabre López, jornalero, casado, con domicilio en Plaza de Toros, carece de recursos para caso de enfermedad (Miguel, fue el primer conserje que tuvo La Perseverancia, al parecer, trabajó en su construcción como albañil, era conocido popularmente como "Mañasco"); Rafael Martínez Fernández, casado, con domicilio en calle San Antonio 29, sin recursos; María Jiménez Rojas, viuda, 60 años, con domicilio en calle Gloria 27, sin recursos; Francisco Trujillo, casado con cuatro hijos, calle General Castaños 6, sin recursos; Antonia García Pardo, viuda de 65 años y pobre, con domicilio en calle Alta 50, sin recursos; Josefa Moya Galindo, calle Cristo, viuda, lavandera, sin recursos; Luís Deudero Marzoco, calle Cristo 5, marinero con cuatro hijos, carece de recursos; Miguel Sánchez Gómez, casado con tres hijos, con domicilio en callejón Santa María, sin recursos; Leonarda Ortiz, viuda con hijos, con domicilio en calle Rocha 7, sin recursos; Cristóbal Molina Benítez, calle Montereros 18, sin recursos. Para tan laboriosa gestión de comprobación de datos, y bajo la dirección del Alcalde D. Manuel Navarrete, se encontraban los concejales: D. José Sagrario, D. Miguel Puyol, D. Andrés Benítez, D. José Santacana, D. Antonio Moreno, D. Bartolomé Oliva, D. Vicente Gamboa, D. Francisco Trigueros, D. Alonso Vázquez, D. Manuel García Martínez, D. José Piné, D. Francisco Flores, D. Miguel Alcoba o D. Manuel García.

Un grupo de hombres excepcionales, que actuaban bajo unos simples parámetros de lo que se entendía en aquella época por "necesidad"; dándose pocos casos -tras observar una gran cantidad de documentación-, de actitudes "ambiguas" que también las hubo, en las resoluciones que conformaron, aquel tan necesario -y esperado- Padrón Municipal de Beneficencia, fruto de una época de gran injusticia social; pero esa, es...otra historia.

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