La Naturaleza se tomó su tiempo -miles, millones de años, para que las plantas, ancladas en el suelo, en el transcurso de adaptaciones y evoluciones se capacitaran para que sus semillas fueran a parar lejos y asegurar que se perpetuara la existencia de su especie.

Para que la descendencia pudiera colonizar el máximo de terreno posible, en competencia con las de las demás especies de plantas, cada una de ellas ha "inventado" ingeniosos métodos específicos que, analizados en detalle, resultan prodigiosos. Unas especies dotaron a sus semillas de "paracaídas", tales como los cardos, provistas de un leve artificio plumoso, a modo de paracaidas; o los álamos, con semillas rodeadas de "pelos" blancos muy ligeros, parecidos al algodón.

Otras, como las del fresno, tienen "alas" membranosas llamadas sámaras, que son muy efectivas para retrasar su caída al suelo. O las semillas de la Tijuana, árbol ornamental oriundo de América del Sur, muy presente en nuestros parques y jardines, que por su diseño, al desprenderse de las ramitas, giran como las élices de un helicóptero, proporcionándole sustentación suficiente para que, con el empuje del viento, se trasladen a considerable distancia del árbol progenitor.

Otro ejemplo de la "inventiva" de la Naturaleza es el de la nuez del coco de las palmeras tropicales que, gracias a las numerosas fibras que la envuelven, puede flotar en el mar durante largo tiempo y desplazarse a cientos de kilómetros sin alteración alguna, permitiéndole colonizar las diseminadas islas del Océano, llevando como polizones, semillas que por su peso no flotan ni pueden diseminar los vientos.

Existen plantas que emplean medios muy ingeniosos, generados ocasionalmente de forma casual pero que han ido fijando y perfeccionándolos a lo largo del tiempo. Tal es el caso de la cucurbitácea silvestre llamada 'pepinillos del Diablo' (Echallium elaterium para los botánicos), frecuente en nuestros campos y cunetas, cuyos frutos ovalados, al menor roce, se desprenden de la planta para disparar un cañonazo de semillas que alcanzan considerable extensión.

Los animales, involuntariamente, son excelentes difusores de semillas porque se enganchan al pelaje, se adhieren a las pezuñas o transitan a través de su tuvo digestivo sin perder su capacidad de germinación. Esto último lo realizan muchas especies de aves, que se alimentan de frutos de semillas duras (como las del el acebuche, el majuelo o la higuera). Digerida la pulpa, las semillas son dispersadas y abonadas con los excrementos. De esta forma, estorninos, grajillas, palomas...etc. "plantan" acebuches o higueras en los lugares más inesperados, como son las grietas de las rocas de picachos o entre las piedras de iglesias y monumentos en ruina.

Un ejemplo de ello puede apreciarse en la fotografía adjunta, del Parque María Cristina de Algeciras, junto a la rotonda, donde alguna paloma comedora de dátiles depositó una semilla en el hueco del tronco de este árbol, dando lugar a una nueva palmera.

Por último, otro recurso empleado por algunas especies de árboles, como por ejemplo la acacia blanca (Robinia pseudoacacia),producen semillas fértiles y, además, de sus raíces superficiales surgen brotes que con el tiempo llegan a ser árboles adultos, colonizando todo el terreno. Ocurrió en el parque Las Acacias de Algeciras, durante los años en los que estuvo abandonado.

François Truffaut "El pesimista es un optimista que tiene muchas experiencias".

mme. Swetchine "Seamos esclavos de la ley para que podamos ser libres".

E. Legouvé "Educar a un niño es enseñarle a prescindir de nosotros".

Pilar Narvión "Ni el cerebro ni el corazón tienen sexo".

Ramón LLull "La paciencia comienza con lágrimas y, al fin, sonríe".

María Casares "Vivir es sentir sin amargura todas las edades, hasta que llega la muerte".

Salvador Espriu "Las palabras son horcas donde, a trozos, cuelga la razón".

Shakespeare "El trabajo que causa placer cura la pena que causa".

GENTILICIOS DE CIUDADES:

Algunos gentilicios de ciudades extranjeras: de Asunción (Paraguay), asuncenos o asunceños; Atenas, atenienses; Berlín, berlineses; Bogotá, bogotanos o bogotenses; Buenos Aires, bonaerenses o porteños; El Cairo, cairotas; Dublín, dublineses; La Habana, habaneros; Lima. limeños; Lisboa, lisboetas; Londres, londinenses; Los Ángeles, angeleños o angelopolitanos; Méjico, mejicanos; Montevideo, montevidenses; Moscú, moscovitas; Nueva York, neoyorkinos; Paris, parisinos o parisienses; Quito, quiteños o quitenses; Río de Janeiro, fluminenses o cariocas; Roma, romanos; Santiago de Chile, santiaguinos; Tokio, tokiotas; y, Washington, washingtonianos.

Otros gentilicios:

Persiana.- Este tipo de cierre procede de los países del Este, concretamente de Persia (actual estado de Irán). Dos variedades de la misma han sido llamadas 'persiana veneciana' y 'persiana mallorquina'.

Daga.- Arma blanca antigua de hoja corta; por Dacia, donde se empezaron a fabricar.