Algeciras

Construcción del muelle de Villanueva (1913-1916)

  • Esta construcción y la habilitación de la dársena del mismo nombre no estuvieron totalmente acabadas hasta mediados de 1916

El muelle de Villanueva hacia 1920. A la izquierda de la imagen, las embarcaciones menores.

El muelle de Villanueva hacia 1920. A la izquierda de la imagen, las embarcaciones menores. / apba

Iniciadas las obras del muelle de la Galera en el mes de mayo de 1913, la Dirección Facultativa fue consciente de que, al margen de los escasos medios auxiliares con los que contaba, la inexistencia de obras exteriores portuarias (Rompeolas de la Isla Verde), comprometía la buena marcha de los trabajos por hallarse la zona de ejecución de los mismos expuesta a los temporales que con tanta frecuencia y virulencia azotaban las costas de Algeciras durante los meses de invierno. Sobre todo estaban en grave peligro las barcas, aljibes, chalanas y demás material flotante (en los años sucesivos se adquirieron o alquilaron dragas y remolcadores) que carecían de un lugar abrigado donde resguardarse. Entretanto se lograba adecuar la dársena de Villanueva para el fondeo y atraque de embarcaciones, el material flotante de las obras debía resguardarse en el fondeadero situado en el curso bajo del río de la Miel que, como indica el Ingeniero Director, es malísimo, desprovisto de calado y de abrigo, antihigiénico y maloliente. En otro proyecto, el señor Rodríguez del Valle señala que en la dársena de Villanueva se resguardaban 22 embarcaciones (botes, grúas, cabrias, chalanas, aljibes, etc.) que poseen las Obras de este puerto, además de los motores y vaporcitos de la Comandancia de Marina, de los Consignatarios y de varios particulares y pescadores de este puerto. Por este motivo, en la Sesión Extraordinaria de la Junta celebrada el 23 de mayo de 1913, el Ingeniero Director comunicó que estaba redactando un proyecto para la construcción de un muelle paralelo a la costa de unos 100 metros de longitud que partiera del muro norte del muelle de la Galera cuyas obras de acababan de iniciar. El objetivo de este muelle -como refiere el propio Ingeniero- era el que formara una pequeña dársena que, aunque en el día de mañana pudiera desaparecer, ha de ser de gran utilidad durante las obras, como medio auxiliar de las mismas para refugio del material flotante por no contar éste con otro fondeadero más adecuado. Al mismo tiempo que se estaban llevando a cabo las obras del muelle de Villanueva, se trabajaba en la zona de la Marina para construir un paredón o muelle de ribera y un pequeño espigón de mampostería que debía cerrar la dársena de Villanueva por su parte noroeste.

En 1914, el señor Martínez de Campos redactó un proyecto para el dragado del muelle de la Galera y, en especial, de la dársena de Villanueva, que aún no se encontraba en disposición de recibir las embarcaciones de obras. El Ingeniero Director escribe en la Memoria de este proyecto, que habiendo sido necesaria para la defensa de la flota que se emplea en las obras y de las demás embarcaciones menores del puerto, formar una dársena pequeña con el muelle de Villanueva…, mientras no esté acabada está sometida a la invasión de no pocos aterramientos, es indispensable y urgente dragar en ella, por lo menos para que las embarcaciones no estén expuestas a vararse en bajamar.

No se tienen más noticias sobre la construcción de este muelle en las actas de las sesiones de la Junta celebradas en los meses siguientes, pero por la documentación fotográfica conservada se puede asegurar que las obras se hallaban muy adelantadas a mediados del año 1915.

La construcción del muelle de Villanueva y habilitación de la dársena del mismo nombre no estuvieron totalmente acabadas hasta mediados de 1916. En octubre de ese año se hace referencia, entre los antecedentes del proyecto de terminación del muelle de la Galera, que aún faltaban por ejecutar las obras del muelle de la Marina para poder cerrar la dársena de Villanueva. El 10 de noviembre se presentó un proyecto para solucionar el aterramiento que estaba produciéndose en la dársena y que ponía en peligro el fondeo y atraque de las embarcaciones que usaban aquel lugar para resguardarse. El Ingeniero Director proponía la prolongación del muro que estaba iniciado al final de la Marina en 34 metros en dirección nordeste, que con lo ya construido, alcanzaría la longitud de 45,5 metros, lográndose con esta obra preservar la dársena de los aportes no deseados de arenas.

Desde el mes de marzo de 1917, según se recoge en el proyecto de construcción del tinglado metálico del muelle de la Galera, la mayor parte de los faluchos y pailebots que hacían el transporte de cabotaje y que iban a comerciar a la vecina costa africana, practicaban sus operaciones de carga y descarga en el lado Norte del muelle de la Galera y en la dársena de Villanueva.

La carencia de una obra exterior como la del Rompeolas de la Isla Verde, tantas veces reclamado por las autoridades locales y portuarias, había provocado que los frecuentes temporales produjeran daños en las infraestructuras en construcción y en los medios auxiliares y material flotante desde el inicio de las obras del muelle de la Galera. Al margen del devastador temporal de marzo de 1925 -mencionado en un artículo ya publicado-, está documentado otro de similares características sufrido en los días 11 y 12 de febrero del año 1921. En aquellos días, según el Ingeniero Director, se contabilizaron unos atípicos niveles publiométricos que, entre los días 10 y 13 del citado mes, alcanzaron los 280,5 litros por metro cuadrado, en opinión del señor Rodríguez del Valle, la mitad de la media anual. Fue imposible medir las atemporaladas rachas de viento por haber roto una de ellas el anemómetro instalado en la Estación Meteorológica del Puerto.

En aquella ocasión los daños más relevantes se produjeron en el muelle de Villanueva y en el muelle de ribera de la Marina. En el primero de ellos arrancó cuarenta y cinco metros del paramento interior, aunque no causó daños en las chalanas y embarcaciones particulares atracadas. En el muelle de la Marina se observó una grieta en el terreno y un deslizamiento del muro que, como ya ocurrió en el año 1917, ponía en peligro la estabilidad del citado muelle. Además se produjeron daños de consideración en las márgenes del río de la Miel, en los depósitos de corcho allí existentes y en las embarcaciones fondeadas en el curso bajo de dicho río. En la zona del Saladillo, el temporal descarnó la vía del ferrocarril de vía estrecha en uno 200 metros.

En origen, el muelle de Villanueva no estaba dotado de espaldón, probablemente porque se consideraba que el firme de siete metros de anchura proporcionaba defensa suficiente a las embarcaciones atracadas en la dársena. Con posterioridad al temporal de febrero de 1921 y para dotarlo de una mayor elevación, se le añadió un espaldón en su pretil exterior de dos metros de altura, lo que no fue suficiente para librar a las embarcaciones del temporal que azotó el puerto en marzo de 1925, con olas que saltaron por encima del muelle echando a pique varias de las barcazas y chalanas que se hallaban atracadas en la parte interior del mismo, como se puede apreciar en algunas de las fotografías que se conservan de los efectos del citado temporal en el Archivo Fotográfíco de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras.

Antonio Torremocha. Doctor en Historia Medieval. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007)

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