Algeciras

Algeciras se manda a paseo

  • El Paseo Marítimo de Ribera cumple un año desde su apertura. Para estirar las piernas, descansar o hacer deporte, la zona se ha convertido en un lugar bastante frecuentado

El sol cae a plomo, pero, como es primavera, la temperatura, lejos de incomodar, se agradece. Huele a mar y los coches, aunque circulan a apenas cien metros, no se oyen. Lo que se escucha es el traqueteo regular y sincopado que emite una de las grúas del puerto. La gente camina, pasea y corre, con auriculares y sin ellos. Hay ambiente, pese a que se podría decir que todavía es temprano.

La fotografía de palabras que antecede es una instantánea que en la actualidad es habitual, pero que hace un año no existía. Se ha tomado en el Paseo Marítimo de Ribera y justo ahora, hace unos días exactamente, acaba de cumplir un año abierto al público.

La efeméride bien se recuerda porque el paseo se inauguró en plena campaña de los comicios municipales y el PP lo denunció ante la junta electoral. Antes de regresar al presente, los datos: la zona nació tras la reurbanización de 22.900 metros cuadrados y 950 metros lineales de muelle, el susodicho de Ribera. La actuación costó 3,4 millones de euros y correspondió a la segunda fase de obras del convenio que firmaron en mayo de 2009 la Junta, la APBA y el Ayuntamiento para la transformación del Llano Amarillo. De vuelta ya al presente de sobras es conocido que ahora el Consistorio y el puerto están enfrentados por los usos del Llano, aunque la visita al Paseo de Ribera en esta mañana de sol en lo que va a indagar es en cómo han acogido los ciudadanos durante el año transcurrido la nueva rambla.

En general, la verdad, la gente parece encantada. Hay que tener en cuenta que gusta pasear y muchos que ahora lo hacen por el Paseo de Ribera antes iban por el mismo lugar, lo que entonces casi parecía violar los límites del Llano a riesgo de caer al agua por la imprudencia. Los que optaban por la no incursión debían dar media vuelta en la ruta al acabar el Paseo de la Cornisa.

"Esto estaba intransitable y no era agradable. Lo han puesto francamente bien y cómodo. Es agradabilísimo pasear por aquí y además vas viendo el mar. Prueba de ello es que la gente pasea muchísimo por aquí", confirma José, que explica que acude bastante al paseo y que si acaso sólo falta cuando presume que el Levante le puede dar la tabarra.

"Yo todos los días vengo", coincide Lola. "Estoy muy contenta de que lo hayan hecho. Vengo, llego al final y luego voy a la playa y todo eso", añade sonriendo.

Carlos, por su parte, también es un asiduo de "todas las mañanas". Su caso, sin embargo, forma parte de aquellos que no se contentan. "Lo que pasa es que es una pena esto con lo que podía ser. Mira a la izquierda", exhorta. El periodista obedece y observa una gran parcela acotada y vacía, la situada más al norte del Llano. O sea, que Carlos quiere más que un paseo en la explanada portuaria.

Carlos se despide tras la interrupción de su marcha, que lleva buen ritmo, y, en sentido contrario, el viandante alcanza una de las lenguas del paseo que lo acercan al centro de la ciudad, en concreto la que lleva a Blas Infante. Es la zona en la que hay instalados juegos infantiles y un gimnasio de calle. Un señor ejercita los bíceps en uno de los aparatos y otro ejercita el descanso en un banco cercano.

También, de forma generalizada, los ciudadanos aprueban el mantenimiento y la limpieza que muestra el paseo. Y eso que hace unos días aparecieron varios bancos tumbados, que ya hay que ponerse, por cierto. Es algo que cuentan todos. Ya hoy los asientos atacados han sido restaurados a su posición original, salvo uno, recuerdo de la gracia.

Una de las personas que da su aprobación es, por ejemplo, quien también se llama José, que no es el mismo José de antes, que ya andará cerca casa. "Si acaso debería venir de vez en cuando la policía del muelle. Es lo único; lo demás está todo muy bien", expresa este José, viva imagen de la placidez: sentado a la sombra cara al agua, oyendo la radio y leyendo un libro.

"Me siento aquí un ratito, leo, luego sigo andando y me siento otra vez", relata amable. "Gracias a Dios que estando ya en Algeciras tengamos algo para andar y eso", resume.

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