Alberto Pérez de Vargas. catedrático de matemáticas de la universidad complutense

"Algeciras es todo. Siempre he estado de paso en otro sitio"

Alberto Pérez de Vargas, posa tras la entrevista.

Alberto Pérez de Vargas, posa tras la entrevista. / fotos: inma flores

Algecireño ejerciente y residente en Madrid. Conversar con Pérez de Vargas (26 de agosto de 1942) es escuchar un torrente de vivencias y anécdotas en torno a una ciudad por la que siente pasión.

-Que le quiten lo bailao.

Landaluce me reprocha muchas cosas. Él es riojano de nacimiento y eso se nota"

-Pues sí. Una vez leí que cuando llegas a estas edades, tienes todas las respuestas, pero ya no hay quién te pregunte.

-Las matemáticas son la asignatura odiada por muchos, pero hoy sus especialistas están entre los más demandados por las empresas de nuevo cuño.

-Es una carrera que nunca ha tenido paro. Lo que ocurre ahora es que la mayor parte de los matemáticos no se queda en la enseñanza. Hay más demanda en las empresas y es una auténtica tragedia, porque no se encuentran profesores de matemáticas.

-He leído que las grandes compañías de distribución y venta por internet requieren a matemáticos para que apliquen a sus procesos de organización la teoría del caos. Por ejemplo, hay quienes compran unos esquíes y que, a la vez, adquieren una plancha o un libro, pero no unos bastones o unos guantes para la nieve.

-El caos no supone ninguna lógica, es una teoría matemática interesantísima, aunque es mejor llamarla de la catástrofe. Tuve la suerte de ser uno de los primeros en oír hablar de ella porque hice el doctorado en la Universidad de Ginebra, también fui profesor en ella durante algún tiempo, y allí fui alumno de René Thom, un matemático francés que ganó la Medalla Fields. También está la lógica de lo que en español llamaríamos conjuntos borrosos, que aplica una lógica que evalúa todo lo que puede ocurrir en toda una escala continua, no solo en los extremos. Es decir, no solo entre el 0 y el 1, sino en el 0,5 y demás.

-¿Y al final, funciona?

-No como es debido. Sí funciona la física cuántica, que ha empezado a llamarse inteligencia artificial. Los matemáticos suelen ser gente mentalmente ordenada, capaces de deducir cosas muy imaginativas. ¿Por qué se coloca un paquete de chicles en un lugar determinado de una tienda? Es una de esas cosas que uno no va a comprar, pero que si las ve, lo hace. Eso sí que lo hacen los matemáticos, porque son capaces de ver la tendencia de cada uno. -También juegan la estadística y la probabilidad.

-La estadística sí, pero la probabilidad es imprecisa. Si decimos que es muy poco probable que a alguien se le caiga una maceta en la cabeza porque la probabilidad es una entre un millón, eso no significa que no pases tras el 999.000 porque te va a tocar a ti.

-¿Qué es para usted Algeciras?

-¡Todo, es todo! Algeciras es todo para mí. Es mi alma, mis sentimientos, mis ensoñaciones, es absolutamente todo. Eso no quiere decir que no me dé cuenta de las sombras y de sus enormes defectos, no importa. Mi amor por Algeciras es absolutamente total, integral, sin ningún tipo de peros.

-Quedan muchos recuerdos.

-De mi época de niño queda muy poco. Hay muchos mayores por ahí, algunos que se han muerto, otros que han desaparecido, que se han quitado de en medio... Yo, no. Siempre he estado de paso en cualquier otro sitio. Puedo hablar de la ciudad como si nunca me hubiese ido de allí.

-Usted tiene su casa allí.

-No la tenía, la he comprado. Mi casa familiar era la de mi hermano, que ya murió, y que estaba en la calle Real. Allí nacimos los dos. El otro día, el alcalde Landaluce me reprochó que en un artículo mío en Europa Sur yo me hubiera preguntado con ironía quién había sido el de la luminosa y feliz idea de inventarse eso del barrio de La Caridad . Y me dijo: "Soy yo el de la idea feliz". Supongo que eso lo ha hecho para incidir en una parte de la población a efectos de los préstamos europeos o lo que sea, pero que a mí no me diga que yo he nacido en el barrio de La Caridad. Yo he nacido en la calle Real y soy del Señor de Algeciras, como todos los que hemos nacido ahí.

-No me creo que el alcalde Landaluce le haya reprochado algo, es incapaz de ello.

-(Gran risotada). Muchas veces me ha reprochado cosas. Creo que me tiene cierto cariño y, desde luego, cierto respeto. Yo también se lo tengo a él porque tiene buena voluntad, lo que ocurre es que cada uno es como es. Él es riojano de nacimiento y eso se nota. A veces, para descargar lo crítico que soy a veces con él en el Europa Sur, pues escribo alguna cosa bonita... Me parece buen hombre.

-¿No escribió usted que es el mejor alcalde que ha tenido Algeciras?

-¿De verdad? (Risas). Quizá me pasé un poco, pero creo que está siendo un buen alcalde. Hay cosas importantes que se le pueden reprochar, pero está preocupado por las cosas de la ciudad. Quizá quiera abarcar demasiado. Tiene gente buena en su equipo y de lo que no cabe duda es de que está muy por encima de las posibilidades del PP en la ciudad.

-¿En qué colegio estudió?

-En el Instituto que hoy llaman el Kursaal. En mi época era el Instituto, a secas. Para mí es una institución, un nombre propio. He estudiado en muchísimos sitios y he ejercido en muchísimos otros, pero no hay nada, absolutamente nada, que pueda igualar al Instituto. Lo tengo absolutamente idealizado.

-A otros ex alumnos del Instituto les pasa exactamente igual, como Juan José Yborra.

-No me extraña que sea así. Yo presenté su libro sobre la historia del Instituto y en general sobre las enseñanzas medias en Algeciras. El Kursaal era en verdad una sala de reposo y recreo junto al Hotel Cristina, que se quemó. Cuando se celebraron los 25 años del instituto, yo di la gran conferencia sobre su historia, aunque el año pasado, cuando se cumplieron los 50, no me invitaron siquiera como espectador. Debe ser que el profesorado está progresando hacia el desconocimiento de las personas que han estudiado en el Instituto y que de algún modo han contribuido a realzarlo.

-No le pega ser rencoroso.

-No, no soy rencoroso, pero no puedo evitar que me sienten mal las cosas. Si mañana me llaman par dar una charla, voy encantado.

-De su dilatado periplo académico por centros de Madrid, Ginebra, Bilbao, etc, ¿qué lección se lleva para sus nietos?

-Yo siempre le transmito a todo el mundo una cosa: estudia lo que te interesa, aquello que te genere curiosidad.

-Usted se hizo caso a sí mismo.

-Absolutamente. Quise ser matemático porque seguramente sea la única disciplina del pensamiento científico en la que no puedes profundizar si no eres de ella. Creo que todo el mundo tiene una idea de lo que hace un químico, un físico, un ingeniero de caminos... pero casi nadie tiene idea de lo que hace un matemático.

-¿Quiénes son sus referentes profesionales?

-Me gusta la gente del Renacimiento. Por ejemplo un tipo como Gaus, que es difícilmente encuadrable. Me gusta la universalidad del pensamiento, no la especialización. Creo que conviene saber mucho de algo, pero no en detrimento de lo demás.

-¿Algún profesor?

-Nicolás Sánchez. Le tenía mucho aprecio porque tiraba de mí, me hacía interesarme por los problemas y por las cosas que significaban un reto desde un punto de vista matemático. En Sevilla tuve también a otro gran profesor en la universidad, catedrático de instituto, Cruz Martínez, que me impulsó aún más en el campo de las Matemáticas. Me hacía ilusión pensar en estar donde él y haciendo lo que hacía y cómo lo hacía. Me gustaban las matemáticas, aunque lo que de verdad me hubiera gustado ser es periodista.

-Defínase como lector.

-Soy un lector de ensayo, filosofía, historia, sociología y política. La poesía y la narrativa ocupan un segundo plano en mis intereses. Leo mucho y, aun siendo la narrativa una opción menor, no es nada desdeñable lo que consumo. Ahora estoy con una extraordinaria y voluminosa biografía de Largo Caballero. Soy un lector algo impulsivo que salta de libro en libro. Leo también mucha prensa y el libro es para mí, como objeto, algo entrañable. De pequeño, jugaba a librero.

-¿Algún reto pendiente?

-Tengo en la cabeza desde hace años una novela, que no sé si al final escribiré, sobre un personaje apasionante, el general Luis Lacy y Gautier.

-¿Por qué él?

-Fue un héroe de la independencia fusilado por Fernando VII por defender la Constitución de 1812. Era hijo de un militar irlandés y un personaje pendenciero, mujeriego y aventurero que se entregó a condición de no desvelar la identidad de la mujer con la que estaba, una señora probablemente casada.

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