2008

La Roja, un bálsamo para la dolida España

La crisis era un hecho. España contemplaba entre perpleja y avergonzada la estrepitosa caída del castillo de naipes en el que se había convertido nuestra economía en los últimos años, un espejismo de abundancia que se reveló, al final, como lo que era: pura fachada. Se acabaron las noticias sobre el boyante negocio de la construcción; punto final a renovar el coche y los muebles cada dos por tres y a las vacaciones en el extranjero. Ahora, las crónicas dibujaban el panorama de un naufragio: el desempleo en frenesí, recesión, pánico en los mercados, embargos, concursos de acreedores, cierre de empresas y pérdidas por doquier.

La nueva y magullada España necesitaba consuelo y se lo vino a proporcionar otra vieja sufridora. La Selección española empezó a escalar posiciones en la Eurocopa sin que casi le prestáramos atención. Total, normalmente regresaba en cuartos y este campeonato no tenía por qué ser diferente. Pero lo fue. España llegó a la final y ganó a Alemania y por primera vez en su historia, las personas normales y corrientes de este país colgaron banderas sin connotaciones políticas.

Por desgracia, la alegría duró poco. El 20 de agosto, un avión de Spanair con destino Madrid-Canarias sufrió un accidente inmediatamente después del despegue. Fallecieron 154 personas.

El año 2008 será también tristemente recordado por la revelación de dos casos estremecedores de secuestro, esclavitud y abusos a menores en Europa: el conocido como monstruo de Amstetten y el de Natascha Kampusch.

También fue el año en el que un hombre afroamericano, Barack Obama, se convirtió en el presidente del país más poderoso del mundo. Su mensaje esperanzador y exento de la beligerancia de su predecesor calaron no sólo en la sociedad norteamericana, sino en todo el mundo. José Luis Rodríguez Zapatero, recién reelegido presidente del Gobierno, le hizo llegar su felicitación y ofreció la lealtad de España como aliada de Estados Unidos.

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