2012

Escándalos, desahucios y debilidad

Desde que comenzó la crisis, España se afana en demostrar que es capaz de cumplir con los requerimientos de la Eurozona y obtener una posición ventajosa a nivel global que disminuya la incertidumbre de los mercados. Para ello, el Gobierno de Rajoy no ha titubeado a la hora de aplicar, a golpe de decreto, las medidas más impopulares que se recuerdan en un país acosado por los desahucios y que le ha costado, entre otras cosas, una huelga general.

Sin embargo, más allá del desgaste que suponga cada viernes el Consejo de Ministros, o de la presión continua de la candiller Angela Merkel, España ha demostrado tener al enemigo en casa.

La corrupción y los escándalos políticos, precisamente en el año de la celebración del Bicentenario de las Cortes de Cádiz, se han convertido en esa gota inoportuna que colma un vaso de por sí rebosante de desencanto. Ni la clase política, ni siquiera la hasta hace poco apreciada Corona, están superando el erosivo efecto del caso Urdangarin, el Gürtel, el escándalo de los ERE que arrastra Andalucía desde 2011 o el de la cacería del Rey en Bostwana, por no hablar de la presunta trama de Bárcenas, que a día de hoy, amenaza con acabar con la estabilidad del Gobierno.

En el ámbito internacional, aunque relacionado con España, en abril sorprendía la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de expropiar YPF a Repsol alegando razones de interés social, lo que dio lugar a un agrio enfrentamiento con el gobierno argentino.

Entretanto, su vecino Hugo Chávez ganaba las elecciones pero apenas podía tomar posesión debido a una nueva acometida del cáncer que acabaría con su vida en 2013.

Otros hitos de 2012, al margen del recrudecimiento de los conflictos derivados de la Primavera Árabe, son el naufragio del Costa Concordia, el caso Vatileaks o la masacre en la escuela de Newtown.

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